O universo

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lunes, 18 de noviembre de 2019

Mareas inquietas

                               MAREAS INQUIETAS




Un día de lo más normal se encontró con su amiga Mir por la calle, hacía muchos días que no sabía nada de ella y sin pensarlo se acercó para saludarla.
Mir se giró y respondió fría, seca y distante. Ella sabía que le pasaba algo a su amiga, Mir nunca actuaba así, sin decir nada antes de desaparecer y volviendo con una actitud tan áspera. Puesto que las dos chicas eran amigas desde el primer curso de primaria y nunca había visto esa firma de ser de Mir
-Mir ¿Qué te pasa? – Siguió gritando desesperada mientras le agarraba de un brazo para que no saliese corriendo.

No halló respuesta, tan solo una mirada ofensiva, “si las miradas matasen...” pensó mientras se sentía intimidada por el odio inesperado de Mir.
Mir ya estaba llegando al portal de su casa mientras se soltaba enfurecida, de repente entró bruscamente en su portal de un portazo, por suerte no le dio en la cara y no rompe el cristal.
Su amiga, sin embargo, se quedó boquiabierta con la cabeza apoyada sobre la puerta del cristal, viendo como Mir desaparecía entre la oscuridad de las escaleras.
Se dio media vuelta e intentó inhalar aire para relajarse y evitar que la angustia se apoderase de su cuerpo, mientras tanto, puedo darse cuenta que la gente que estaba sentada en la terraza del bar-restaurante la estaba observando estupefacta. Ya que, por lo visto, había montando un escándalo fruto de la desesperación.
Entro al bar, era el bar- restaurante llevado por los padres de Natalia, una pareja ya muy mayor con clientela fiel y de toda la vida, por el buen trato que daban allí. Desde pequeña ya conocía a Natalia y a sus padres, era como una más de la familia, incluso pasaron muchas vacaciones de verano juntas. Sabía que podía pasarse siempre que quisiera.
Justo al entrar vio a Natalia en la misma mesa donde solía estar sentada, se le notaba bastante decaída y su madre estaba a su lado intentando animarla.
-Hola Señora Ana ¿Qué le ocurre a Natalia?
-Es por Mir, hace días que no sabía nada de ella y cuando la vio estaba mucho más cambiada, como si no quisiese saber nada de ella.
-Es extraño, a mi también me sucedió, como si no quisiese verme- Respondió mientras se sentaba en la silla de al lado.
-No estés triste hija, seguro que tiene un día malo, se le pasará, ya veréis.

Como era habitual en el bar todos los días pasaba el panadero a traer el pan y una empanada:

-Empanada para las niñas bonitas ¿Qué le ocurre a la muchacha?
-Nada importante, malos entendidos, ya sabes.
-Ya verás cómo se soluciona, me vuelvo pitando que el pan no se vende solo.
En cuanto el panadero cerró la puerta entró por la puerta un gran amigo de la familia. Se pasaba los días viajando y explorando lugares insólitos, pocos conocían a donde iba hasta que volvía, cada vez que terminaba uno de esos viajes siempre se pasaba por el bar y traía algo inusual para enseñarlo, mientras comía algo y contaba leyendas, rara vez eran creíbles, pero hacían gracia o animaban.
La última vez había traído unos huesos de dinosaurio para exponerlos en el museo arqueológico de la ciudad.
-Buenos días señor Tomás, cuanto tiempo sin verle.
-Buenos días familia ¿Cómo va todo?
-Tirando, como siempre. No nos podemos quejar. Ya se le echaba de menos. A ver si animas a estas muchachas. -Respondió la señora Ana mientras seguía atendiendo a la clientela.
-Claro que sí ¿Qué les pasa a las florecillas?
-Una amiga, está rara- contestó Natalia.
-Cosas de chiquillas, esperamos que se le aclaren las ideas.
-Eso espero, estoy preocupada.
-Esta empanada si que huele bien, este panadero sigue igual de bueno que siempre, dame un trozo por favor.
Después de un buen rato contando sus anécdotas en su última aventura, Tomás se puso unos guantes protectores y sacó una caja perfectamente cerrada, pero por la que se podía ver lo que contenía dentro, era Torio, era muy brillante, aunque peligroso, por eso no se lo dejó tocar a las jóvenes.
Después de curiosear la caja Tomás empezó a contar una leyenda sobre monstruos marinos, a la cual poco caso le hicieron, como todas las demás historias sonaba a invención.
Con las historias y anécdotas se fue pasando el tiempo y Natalia parecía que estaba mejor, incluso se estuvo riendo un poco con tanto surrealismo.
-          ¿Te ocurre algo? – Preguntaron Natalia y Tomás, viéndole la cara de malestar de su amiga.
-          Me duele un poco la cabeza, voy al servicio. Seguro que no es nada.
-          Vale, si necesitas algo avísame. – le dijo Natalia.
Entró en el servicio y se echó agua en la cara, se miró al espejo y vio una imagen reflejada en él, saltó de un golpe, asustada miró hacia atrás pero no vio a nadie, se colocó las yemas de los dedos índice en la sien, sintiendo el dolor suspiró y apoyó las manos sobre el lavabo, agachó su cabeza mientras pensó “¿Qué está sucediendo?” Levantó otra vez la mirada hacia el espejo y precipitadamente gritó “¡Mir!”
En ese instante se dio cuenta de que algo sucedía, nada bueno y debía de estar ahí cerca. Se apoyó la espalda contra la pared mientras se decía a sí misma “¡Piensa, piensa!”
Tuvo una premonición que apuntaba a la bodega del bar. Tenía que llegar hasta allí para ver que sucedía, a poder ser sin que Natalia, ni sus padres la viesen para no crear una alarma innecesaria. Entre abrió la puerta y ojeó rápidamente, por suerte para ella Natalia estaba de espaldas y los padres estaban muy ocupados en la terraza, ya que era hora punta y no podían pararse con nada. Salió rápidamente, sin hacer ruido, bajó las escaleras hacía la bodega, no era muy grande, pero lo suficiente para que alguien pudiese esconderse. Antes de terminar de bajar podía apreciar a una persona, era Mir.
- ¡Mir! ¿Qué haces aquí? -Le preguntó muy extrañada.
- ¿Cómo sabías que estaba aquí?
-Instintos
-Llegas tarde, dile a tus instintos que la próxima vez te avisen antes.
Sin tiempo para recibir una respuesta había creado un portal sobre la pared. No le dio tiempo a agarrarla antes de que lo cruzase así que lo cruzó ella también.
Había aparecido en un sitio nunca visto y desconocido para ella, se asustó nada más entrar. Era un muro de piedra, que tenía piedras sobresalientes, apenas había espacio. Cuando miró hacia arriba vio a Mir escalar el muro con facilidad y decidió seguirla.
-          ¡Vete! Esto no tiene nada que ver contigo – Gritó Mir mientras seguía subiendo.
-          No, no voy a dejarte sola, estás en peligro, lo siento.
-          Márchate, esto es peligroso para ti.
-          Por eso mismo, para ti también lo es, no voy a irme.
Cuando todavía le quedaba la mitad del muro por subir, vio como una ola de agua pasaba de lado a lado del muro, mientras se agarraba fuerte de una de las piedras para recibir el golpe.
Tosiendo, volvió a gritar –¡Mir!
Mir, sin embargo, ya había terminado de subir y saltó hacia el otro lado, no pudo ver más, así que siguió escalando lo más rápido posible para que otra ola no la arrastrase. No sabía cuándo podía venir la siguiente.
Una vez arriba se sentó tomó un par de segundos para respirar e intentar localizar a Mir. Al otro lado del muro solo había agua, como si de un lugar submarino se tratase, intentó pensar, pero se encontraba exhausta después de esa ola que le había pasado por encima.
Vio un par de sombras en el agua, se tiró sin dudarlo e intentó llegar sin que la viesen.
-Eso es todo por el momento, Mir. Nos volveremos a ver en otra ocasión. Estate preparada, traeré nuevas órdenes que deberás cumplir si quieres continuar aquí.

-Entendido. Hasta la próxima.
Vio Como Mir se despedía de aquel ser marino, que tenía aspecto de sirena y rasgos de serpiente.
- ¡Oh vaya! ¿Otra discípula más? -Le dijo la extraña sirena al verla.
- ¡No! Vengo a salvar a Mir ¿Qué le has hecho?
- ¿Yo? Nada, ha sido ella misma la que ha decidido venir hasta mí, solo quería poder y yo se lo he dado. – Reclamó mientras se le dibujaba en el rostro una sonrisa pícara.
- ¡Eres un engendro! Le vas a hacer daño-
- ¿Y tú quién se supone que eres? - Se rio- No hace falta que respondas, ya sé quién eres.
- ¿Cómo que ya sabes que soy? Soy su amiga y no permitiré que le hagas daño.
-Sí, Eyriss, ya te conozco, te he visto combatir y tus hazañas llegan lejos.
- ¿Cómo sabes mi nombre? – Dijo con la voz entrecortada mientras se echaba un par de pasos hacia atrás.
Agarró del brazo a Eyriss, apretando fuerte mientras le miraba a los ojos, soltó un pequeño rugido y dijo con una voz serpenteante:
-No te metas donde no te llaman, ni con quien conoces, puede salirte muy caro.
Eyriss intentó liberarse el brazo antes de que se le cortase la circulación y le golpeó el pelo con su mano derecha.
- ¡Ah! Ahora vete, muchacha, no quiero volverte a ver, hueles raro- Le miró con cara de asco mientras le soltaba el brazo.
-Como le hagas algo malo a Mir esta no será la última vez que nos veamos las caras.
Eyriss desapareció, teletransportándose directamente a la habitación de Mir.
Ella se encontraba dentro, así que sin pensarlo dos veces le preguntó directamente.
- ¿Me vas a explicar que está sucediendo ahora? Ya he visto a esa víbora.
- ¿Qué haces tú aquí? -Preguntó Mir enfadada.
-Ayudarte, para que no te pase nada malo, llevas un par de días desaparecida y ahora apareces con estas ¿No ves que es peligroso?
- ¿Y qué? Me da igual el peligro, sin riesgo no hay gloria.
- ¿Y esa actitud? Tú no eras así Mir.
-Claro es fácil decirlo cuando eres la mejor ¿Verdad?
- ¿Yo? Yo no soy nada…
- ¡Claro! Tú y tus poderes tenéis todo arreglado, ya salvas el mundo…
- ¿Qué? Eso no lo he decidido yo, yo no escogí tener poderes.
-Pues yo sí, ya no eres la única con poderes.
- Antes de cegarte con el poder deberías aprender a controlarlos, úsalos para hacer el bien y no el mal.
- Los usaré para lo que se requiera, no lo vas a decidir tú.
- Mir, por favor, no te ciegues con la ira y la envidia.
- ¡Vete! No quiero saber nada de ti, no necesito nadie que me ayude -Gritó mientras fruncía el ceño y hacía un ademán de expulsar a Eyriss de la habitación.
Eyriss viendo que no podía calmar el ambiente se marchó.
-Espero que sepas lo que haces, Mir.
-Perfectamente.
-Adiós- dio un portazo en la puerta.
-No vuelvas... – Respondió Mir con un carácter frío.
Eyriss volvió corriendo al bar para ver como se encontraba Natalia, allí seguía viendo la programación de la televisión con cara de estar aburrida.
- ¡Al fin te veo! Parece que has visto un fantasma ¿Sigues mal?
-No, no tranquila Natalia, estoy bien. Solo estaba pensando. ¿Quieres salir a dar una vuelta? Pareces aborrecida de la televisión.
- ¡Vale! Vamos a dar una vuelta, te invito a cenar fuera, nos vendrá bien. Espera que cojo la chaqueta.

Durante la cena no dijeron gran cosa sobre lo sucedido por la tarde, Natalia parecía que poco a poco recuperaba las ganas. Sin embargo, Eyriss de vez en cuando se quedaba transpuesta, como en un segundo plano.
Por suerte se daba cuenta rápidamente y volvía a recuperar la compostura antes de que Natalia se diese cuenta de que algo pasaba, no quería tener que explicar que le pasaba a Mir hoy.
Eyriss sabía que no se iba a solucionar tan fácilmente.
- ¿Te ocurre algo, Eyriss? –
-Es tarde, será mejor ir a descansar ha sido un día largo.
Al terminar se marcharon cada una para su casa, Natalia bastante más animada agradeció a Eyriss que le hubiese acompañado durante el día.
Eyriss llegó a su casa y se tumbó en la cama, abrumada y pensativa, intentando encontrar una solución o como llegar a hablar con Mir para hacerle ver lo que estaba ocurriendo, ya que podría ser un error fatal, en el que podía jugarse la vida, porque no era ningún juego. Al final se quedó dormida por todo el cansancio acumulado.
Al día siguiente cuando Eyriss iba por la calle sintió que algo iba a suceder…
Se paró de golpe y porrazo y sintió que, a su collar, ese que todavía llevaba, se le iluminaba una de las barras.
-Hay peligro cerca- Pensó para sí misma.
- ¡Bu! Natalia le tapó los ojos a la vez que le preguntaba entre risas ¿Quién soy?
- ¡Natalia! Por favor, que susto me has dado- Gritó al verla.
- ¡Ni que fuese un fantasma! Dijo mientras se reía.
Eyriss miró a su collar, todavía seguía iluminado esa barra. Sabía perfectamente que el peligro que intuyó no era por Natalia. Debía de existir un peligro más.
“Ojalá estuvieses aquí maestro, para decirme qué hacer” -Pensó para sí misma.
-Veo que te encuentras de buen humor hoy -Respondió a Natalia sonriéndole.
- ¡Sí! ¿Y tú cómo estás?
- ¡Bien, bien! – Dijo intentando que no se notase su preocupación por el peligro.
- ¡Me alegro! Tengo que ir a hacer un par de recados que tengo que comprar, luego ya volveremos a vernos. Ya sabes, ten cuidado con los fantasmas.
-Vale, ten suerte con los recados no vaya a ser que seas tú la que se encuentre un fantasma- respondió guiñándole un ojo y soltando una carcajada nerviosa.
Cuando Eyriss llegó a la plaza de la ciudad sintió un escalofrío, pero no sabía que pasaba. Al momento, todo se tomó oscuro y todo el mundo había desaparecido, algo malo iba a ocurrir, lo presentía. Estaba totalmente segura de que no sería su maestro, ya que sus presentaciones eran algo diferentes, aunque ella solo rogaba que fuese una aparición y nada más.
Como era de esperar no era él, si no algo peor. Sitió como sus tobillos eran atrapados por algo que no lograba visualizar, pero por mucho que intentaba escapar o levitar no lo conseguía, no podía liberarse. El frío recorrió su cuerpo y vio como una luz le enfocaba, solo a ella, bajó su mirada y observó que tenía los pies enredados con unas raíces húmedas, apuntó con sus palmas hacía ellas y las hizo desaparecer sin mucho esfuerzo.

- ¡Ey, ey! No querrás irte ya, ¿no? -Susurró una voz lejana.
- ¿Qué o quién eres? -Gritó asustada.
-Soy tu amiga ¿Ya no te acuerdas de mí? Contestó mientras le apoyaba una mano sobre el hombro.

Un escalofrío le recorrió la espalda mientras giraba la cabeza para ver quién era.
- ¡Mir! -Gritó nada más verle ¿Qué haces?
-Vaya, parece que al final si te acuerdas de tu amiga.
- ¡Basta de tonterías Mir!
-Ey, no te tenses ¿Sí?
-Dime qué quieres o a qué has venido.
-A verte ¿no lo ves?
-Hay mejores formas de presentarse.
-Y menos divertidas.
-Si no vas a decir nada interesante esta conversación puede terminar aquí mismo.
- ¡Que aburrida eres! Yo que venía para contarte de que iba a llevarme a Natalia para contarle un par de cosas.
- ¿Cómo que llevártela?
-Si, ya sabes, secuestrarle y explicarle lo que ocurre
- ¡No! No lo permitiré
-Claro, no te interesa que sepa que le has mentido ¿Verdad? Que sepa que eres la heroína del mundo.
- ¿Qué?
-Lo que has escuchado, ya va siendo hora de que Natalia se entere de todo, quizás a ella también le interese tener poderes. 
- ¡Te estás corrompiendo! ¿Se puede saber a qué viene esto?
-Fácil, te lo explicaré, si la convenzo podemos formar un equipo las dos, así quizás no te emociones tanto yendo de defensora de un mundo destrozado.
-Sabes que siempre os he defendido para que no os ocurriese nada malo, no sé a que viene ese odio. Nunca os he hecho daño ni nunca lo haría.
-No necesitamos una defensora, nosotras nos defenderemos solitas y quizás te destruiremos.
-No te dejaré que te acerques a Natalia y le hagas daño.
-Lo dudo mucho, no vas a poder impedirlo.
Mir desapareció sin decir nada más, volvió la luz y las personas que había por la calle continuaron su rumbo como si nada hubiese ocurrido.

Eyriss asustada echó a correr para ir a buscar a Natalia, por suerte estaba cerca del supermercado donde solía hacer los recados, debería de llegar antes que Mir si quería protegerla.

Cuando llegó la encontró terminando de pasar por caja y pagando.
- ¡Natalia! -Gritó mientras intentaba recuperar aliento. – Ven, necesito que vengas conmigo. -Dijo desconcertada mientras le ayudaba con la compra.
- ¿Qué pasa? ¿Al final sí que has visto a un fantasma?
-Estás en peligro, tengo que explicarte muchas cosas- susurró para que nadie más se enterase.
-Vale, vale, no me asustes.
-Vamos rápido hasta tu casa, por favor. Es una larga historia.

Eyriss le cogió las bolsas de la compra a Natalia y con la otra mano le agarro la muñeca y echó a correr hacia su casa, no podía perder ni un instante.
Natalia, casi sin aire dijo:
- ¿Por qué corremos tanto? Tengo miedo.
-Ahora te lo explicaré todo, no estamos en un lugar seguro, no quiero que te hagan daño.
- ¿Daño a mí?
-Sí, explicarte lo que le pasaba a Mir estos últimos días, sé el motivo, pero no quería contarte nada para no preocuparte más.
- ¿Qué le pasa a Mir?
-Quiere secuestrarte.
Natalia hizo un último esfuerzo y corrió hasta su puerta, estaba asustada. Pero cuando iba a sacar las llaves para abrirlo sintió como un viento frío intenso le dejaba sin circulación, sentía que se ahogaba y empezó a quedarse pálida, paralizada.
- ¡Natalia! – Gritó Eyriss preocupada al verle la cara.
La oscuridad se ciñó alrededor de Natalia y Eyriss, el collar se volvió a iluminar otra de sus líneas.
Unas raíces húmedas como las de la última vez empezaron a brotar del suelo, creciendo cada vez más empezaron a enredarse por los tobillos de ambas, apretando con fuerza y trepando por las rodillas, el tronco y los brazos, las raíces aprisionaron las muñecas de ambas. Eyriss tuvo que tirar las bolsas al suelo. Las dos estaban inmóviles. Natalia no sabía que pasaba aunque Eyriss podía intuir algo.
-Natalia, tienes que estar tranquila.
-No puedo, estas raíces no me dejan.
-Cuanta más fuerza hagas, más daño te harán.
- ¿Qué es todo esto?
-Creo que es Mir, pase lo que pase estaré contigo, si quiere hacerte daño antes tendrá que vérselas conmigo.

La temperatura cada vez era más baja en la zona, la humedad de las raíces ya había encharcado la mayoría de su ropa y por alguna extraña razón existía un microclima en la zona, no daba el sol, hacía viendo gélido. Natalia estaba tiritando, sus piernas ya no aguantaban más.
-Natalia, aguanta.
-Sí, Natalia, aguanta. Todavía tienes que escuchar lo que tengo que decirte. – Se escuchó una voz en la distancia mientras una sombra iba acercándose hasta que por fin un haz de luz iluminó el sitio y se vio a Mir enfrente de ellas, seguían paralizadas.
Natalia estaba completamente pálida, al borde de un desmayo, la fuerza de las raíces era lo único que la sostenía de pie. Eyriss no paraba de moverse para intentar liberarse de esa prisión, pero no conseguía ni liberar una mano.
-Bien, Natalia. ¿Estás lista para escuchar todo lo que necesitas saber?
- ¿Qué quieres Mir? ¿Y por qué me haces todo esto? Me estás haciendo daño- Respondió Natalia.
- Fácil, necesito que estés quieta para que escuches pacientemente todo lo que tengo que contarte, ya sabes, es una larga historia.
- Creo que esto no es necesario - Opinó Natalia mientras agachaba la cabeza para ver la prisión.
-Claro que lo es, si no no me escucharías y Eyriss hubiese huido contigo.
- ¿Qué se supone que tienes que contarme? Me das miedo.
Eyirss observaba en silencio, mientras seguía pensando como salir de prisión o como salvar a Natalia.
- ¿Sabías que Eyriss te ha engañado todo este tiempo? -Sonrió mientras le clavaba la mirada a Eyriss.
- ¿Cómo? – Indagó Natalia sin saber de qué iba el tema.
-Si, sí. No te hagas la despistada. Tu querida amiga Eyriss lleva ocultándote todos estos años algo muy importante que quizás cambie tu visión de las cosas.
- ¿Qué se supone que me está ocultando?
-Digamos que Eyriss es una salvadora del mundo, tiene poderes para aniquilar cualquier ser que se le interponga.
Eyriss frunció la cara mientras dio un empujón hacia adelante con el cuerpo atado.
- ¿Eyriss? -Cuestionó Natalia.
-No le hagas caso a todo lo que te diga, nunca he hecho daño a nadie y si callé eso fue para protegeros. Cualquiera de los seres causantes del caos y destrucción a los que me he enfrentado podrían haberte atacado a ti, sin la opción de defenderte. - Respondió agotada de hacer fuerza de tanto intentar liberarse.
-Oh vaya, así que ahora es por eso, claro. Natalia, ya te ha engañado bastante, no tienes que confiar en ella.
-Puede que no esté mintiendo, tú me estás haciendo daño ahora mismo con estar raíces.
- ¿Ves? Pero estás dudando, eso es lo que quiero. - Mir soltó una carcajada.
- ¿Qué quieres sacar de todo esto?
-Que te unas a mi y venzamos a la impostora.
-No dices más que falacias- manifestó Eyriss.
- ¡Cállate! Esto no va contigo.
En ese momento las raíces fueron creciendo, ascendiendo hasta el cuello y apretando un poco más. El dolor podía notarse a en la cara de Eyriss.
-Pronuncia algo más y serán tus últimas palabras- Mir continuó sin contemplación alguna.
- ¡Mir! Le estás haciendo daño.
-De eso se trata, podía haber atendido por las buenas.
- ¿En qué te has convertido? Dudo, sí, pero ahora solo dudo de ti, porque, aunque todo lo que digas sea cierto hay formas y formar, sin hacer daño a tus amigas.
-Solo he venido a buscar colaboraciones, si no te unes a mi causa correrás su misma suerte y seguiré con mi objetivo cueste lo que cueste… y llevándome a cualquiera que se interponga en mi camino.
-Ambas te hemos dados momentos buenos y alegres, si tenías alguna queja sabes que estábamos ahí para cualquier cosa, nos podías haber consultado y no tomar tu propio camino.
-Ya veo, eso es lo que quieres, pues me llevaré a Eyriss para que no pueda salvarte, a ver si después sigues opinando lo mismo.
-Mir, has cambiando, tú no eras así, no tenías ese odio y ese rencor.
Mir apretó todavía más las raíces de Eyriss para dejarla sin respiración.
En ese momento el collar de Eyriss alcanzó las cinco carcas otorgándole el máximo de potencial transformándose y liberándose de la prisión. Eyriss soltó una lágrima que recorrió toda su mejilla, llena de rabia agachó la cabeza hacia un lateral.
Sé fuerte Eyriss, solo tú puedes combatir esto.
- ¿Maestro eres ti? – Sorprendida por escuchar esa voz tan familiar dentro de su cabeza.
Eyriss se llenó de valor, inspiró y volvió a levantar la cabeza firmemente.
- ¿Maestro? -Volvió a repetir dentro de si misma. – Necesito tu ayuda, no me abandones, por favor.
Después de tu entrenamiento sabes que combatirías sola, pero nunca te he abandonado, nunca he dejado de verte luchar.

-Dime ¿Qué hago? No puedo quitarle la vida a mi amiga, no puedo.

Haz lo que te digan tus instintos, Eyriss. Solo tú eres capaz de enfrentar tal peligro, solo tú conoces realmente tus límites hasta donde estás dispuesta a llegar y la causa por la que luchas.

Eyirss cerró los ojos, mientras sentía como la oscuridad se cernía, cada vez más a su alrededor. Temblando se arrancó el collar y lo tiró, cuando tocó el suelo estalló provocando una onda de luz que eliminó toda la oscuridad de su alrededor.
- ¡Ahh! -Gritó Mir mientras se intentaba tapar los ojos de la luz.
Mir se debilitó mientras caía al suelo y apoyada sobre sus rodillas miró hacia arriba, mirando fijamente a Eyriss tuvo recuerdos de hace años en su cabeza.
Eyriss vio la cara de Mir y bajó al suelo.
- ¡Basta Mir! Esto no lleva a nada.
Has fracasado, Mir, vuelve a verme de inmediato.
En ese instante Mir desapareció sin dar ningún tipo de oportunidad para continuar.
- ¿Eyriss? – Se preocupó Natalia mientras se acercaba a ella.
Eyriss le miró y se quedó callada, con gesto serio y cabizbaja.
- ¿Estás bien? - Le agarró de un brazo intentando transmitirle apoyo moral.
-Sí, no te preocupes- Respondió Eyriss pensando en que todavía no había acabado.
- ¿Qué ha pasado para que Mir quiera destruirte a cualquier precio? -Preguntó Natalia preocupada.
-Están controlándole la mente, un ser bastante más poderoso que ella.
-Hay que impedirlo.
-No se puede, solo queda esperar a que Mir o ese ser vuelva a atacar.
-Tenemos que ir a buscarla, quizás no haya más oportunidades.
-No podemos, el lugar donde están escondidos es inaccesible para nosotras.
-Entiendo, tenemos que encontrar una manera.
Eyriss se agachó para recoger el collar roto, suspiró con preocupación.
-Deberías de mantenerte al margen, no quiero que haya dos bajas innecesarias.
- ¿Dos bajas?
-Sí, ahora mismo soy un oponente demasiado fácil, no podría defendernos- Agarró fuerte el collar, cerrando el puño y mirando a Natalia- ¿Entiendes? El collar es lo que me hace fuerte, sin él…
-Sin el collar encontraremos otra solución, las dos. -Continuó Natalia- deberíamos de encontrar la forma de restaurarlo.
-No sé cómo hacerlo, puede que, aunque lo juntemos no funcione ya. Es la primera vez que esto sucede.
-Tengo una idea, en el museo en que lleva el Señor Tomás sus hallazgos también deben de restaurar ese tipo de cosas.
- ¿Tú crees que funcionará?
-Puede, si no lo intentamos tampoco podremos saberlo.
-Tienes razón, vamos.
Fueron rápido hasta el museo, ya que a pesar de tener un horario bastante amplio puede que estuvieran a punto de cerrar.
Cuando llegaron se encontraron a Tomás saliendo por la puerta.
-Hola chicas, ¿Cómo que vosotras por aquí?
-Necesitamos de alguien que repare este collar. ¿Sabes de alguien que pueda hacerlo?
-La verdad, es que es una pieza curiosa.
-Prueba a hablar con Mick en la zona de restauración del museo se encuentra.
-Vale, vamos. Gracias.
Entraron para buscar la zona, había un mapa con cada una de las zonas del museo, así que se dirigieron al fondo del pasillo principal.
-Hola ¿En qué puedo ayudaros?
-Tomás nos habló de que quizás aquí podríais reparar esto- Extendió la mano con el collar roto- es algo bastante valioso para mí.
-Entiendo, tiene pinta de ser algo complejo, tendría que mirarlo, quizás tarde un par de días en caso de que pueda hacerse algo.
-No importa, necesito recuperarlo sea como sea.
Antes de marcharse Natalia se dio cuenta de que había una caja negra como la que había enseñado Tomás encima de una mesa.
- ¿Qué es eso todo de la mesa?
-Son cosas que nos traen para exponer, las cuales se pueden someter a una revisión, para colocarlas, etiquetarlas, supervisarlas antes de sacarlas de vista al público.
-Esta caja me suena. ¿Es torio?
-Sí, nos lo ha traído Tomás. Este va a ir a la colección de minerales. Solo puede manejarse con cuidado, por eso está tan guardado.
-Sí, nos contó una historia sobre seres marinos.
-Este Tomás, siempre anda igual.
-Sí, te dejamos trabajar. Por favor, espero que tenga arreglo.
-A ver que podemos hacer con esta pequeña reliquia, me ocuparé personalmente.
-Pásate dentro de un par de días por aquí av er que podemos hacer.
-Gracias.
Se marcharon, Eyirss se sentía como si le faltase algo, un pedacito de alma. Natalia se fijó y apoyó su mano sobre la espalda.
-Sé lo difícil que es todo esto para ti, te conozco, pero sé lo fuere que eres, aunque no lo creas yo opino que no todo es ese collar, también es tu actitud, esa perseverancia, las ganas de luchar, siempre defendiste las injusticias con el valor suficiente para enfrentarte a cualquier cosa. Además, ahora no estás sola, yo te apoyo.
- ¿A pesar de saber que te oculté todo este tiempo mis poderes?
-Si lo hiciste es porque tendrías tus motivos. Si eso era ponerme en peligro, te entiendo.
-Gracias. Esperemos que tenga arreglo.
Mientras en el mundo submarino:
-Vaya, aquí te tengo Mir, has fracasado, confiaba en ti para esta misión. Te he dado todos los medios necesarios para lograrlo y aún así no lo has conseguido.
-Lo siento, ese collar, tiene demasiado poder. Respondió tartamudeando.
-Tienes todo el poder que querías- Empezó a alzar la voz- y aun así, has fracasado.
Esas palabras retumbaron en la cabeza de Mir, pensamientos de miedo, dudas, caos, surgieron dentro de ella.
-Su collar… se ha roto- Replicó Mir.
- ¿Cómo has dicho?
-Sí, su collar, se ha quedado hecho añicos.
-Correcto, ahora es el momento para contraatacar, debe de estar débil y confusa después de haber perdido su esencia.
Mir agachó la cabeza mientras escuchaba atentamente.
-Ve a por ella, localízala y tráela hasta mí, tienes una oportunidad, solo una. No vuelvas a fracasar.
-Así será.
Mir cruzó un portal de vuelta que le llevó de regreso a la ciudad. Miró al cielo, ya estaba oscureciendo, por lo que se marchó hacia su casa intentando no encontrar a nadie conocido que le causase algún tipo de distracción, tan solo quería descansar y pensar en el siguiente plan.
Al día siguiente Eyriss se quedó en casa, sola, intentando pensar que sería capaz para enfrentarse a la siguiente amenaza. Sabía que algo iba a pasar, su cuerpo lo sentía, sin embargo, estaba muy confusa. Mir parecía que no tenía remedio, obedecía sin escuchar, como si le hubieran robado la posibilidad de pensar por ella misma, como si no supiese lo que está bien o mal.
Por otra parte, había perdido toda la esencia que tenía con ese collar, o eso creía. Intentó realizar alguna acción básica, como cuando empezó con todo, probó a levitar y teletransportarse, no fue nada bien, aunque pudo comprobar que era capaz de realizar una mínima acción de los poderes básicos. Eso le cansó mucho porque cada vez que los efectuaba requería una energía superior a la que podía generar en un par de intentos ya estaba agotada. Se dirigió al sofá para descansar, pero sus piernas estaban tan cansadas que se derrumbó en el suelo antes de llegar, intentó levantarse, pero no lo logró a la primera, le pesaban demasiado las piernas y los brazos. Se quedó pensando qué podría hacer, en otros casos hubiese llegado con usar un poco de su magia, pero esta vez no podía, si se debilitaba un poco más acabaría desmayada.
Después de un rato volvió a intentarlo, se levantó, pero sus piernas estaban temblando, saltó hacia el sofá antes de le ocurriese de nuevo, se quedó dormida, en sus sueños se acordó de Tomás, no sabia el motivo, dudas y confusa por toda la situación decidió no darle más vueltas a los temas que abordaban su mente.
Sonó el teléfono, se despertó abrumada, cansada, pero no débil, se conformó con eso, al menos podría mantenerse en pie. Era Natalia, le devolvió la llamada, ya que no le había dado tiempo a cogerlo a la primera.
- ¿Qué querías Natalia?
-…
-Sí, estoy bien. Pero no puedo hacer nada con mi cuerpo ahora mismo.
-…
- ¿Mir? No, prefiero que no se acerque todavía, ahora mismo soy incapaz de defenderme.
-…
-Vale, me quedaré en casa, puedes venir si quieres.
-…
-Hasta luego.

Pasó un rato hasta que llegó Natalia, le saludó mientras apoyaba la mano en su hombre, fue directamente a llenar dos vasos de agua y le dio uno a Eyriss:
-Toma, bebe, te vendrá bien refrescarte.
-No termino de entender el porqué de su comportamiento, Mir no era así o es que quizás nunca la habíamos conocido de verdad.
-Puede que esa entidad que le roba su mente no le permita pensar con claridad. Ha creado dudas en su cabeza y ella se está dejando llevar.
-No entiendo anda. Hoy me han venido muchas ideas a la cabeza. Siento que eso solo me sienta más.
-Es normal, han sucedido demasiadas cosas juntas.
-Hoy me he acordado de Tomás. ¿Qué tiene que ver él en todo esto?
-Alguna de tus historias te habrá calado.
-Sí, pero no son reales. Son mitos y leyendas.
-Tranquilízate, solo son historias, no le des más relevancia. El jueves pasaremos a recoger el collar, yo te acompañaré Eyriss.
-Pero ¿Y si nos atacan? No quiero que te hagan daño, quizás debería ir yo sola.
-No. No voy a dejarte sola. ¿Quieres que vaya a por algo para la cena?
-No tengo mucha hambre.
-Te traeré algo rico, estás débil y necesitas energía.
-De acuerdo. Gracias. Respondió con un tono de voz baja, sin fuerzas – Ve con cuidado, por favor.
Eyriss siguió sentada en el sofá, intentando hacer estiramientos con las extremidades. Durante el tiempo en el que quedó sola intentó meditar:

- “Maestro, no sé qué hacer, me encuentro perdida, como si todo se hubiese desmoronado en tan solo un par de días, todo se a hundido, sin fuerzas, para tan si quiera caminar, sin mi collar…¿Me escuchas? Ya dudo de hasta eso. “
Esperó una respuesta aclaratoria que le resolviese alguno de sus problemas:

Eyriss, no puedes rendirte, tu alma es mucho más fuerte que todo eso, has luchado contra el caos, ese que amenazaba con destruir la ciudad sin ni si quiera dudar, tienes que ser fuerte como nunca. Yo confío en ti, vas a recuperarte y vas a volver a salir a luchar. Recuerda como empezaste todo y los motivos que te han hecho llegar a dónde estás.

-Entiendo lo que dices y lo agradezco, pero y Mir… ¿Qué va a pasar con ella? ¿Realmente merece la pena?
-Sigue tus instintos.

El timbre sonó y se despertó precipitadamente. Dudó si fue un sueño o había tenido una charla de verdad. Lo único que sabía es que tenía que recuperarse y solo entonces podría solucionar todo.
Cuando subió Natalia se alegró, traía dos bolsas con comida, cosas que habían hecho en el bar, tortilla de patatas, calamares, algo de beber.
- ¿Te gusta? También he traído chocolate pare después.
-Es…es mi favorito- respondió sonriendo.
-Venga, vamos a comer antes de que se enfríe.
Estuvieron un rato comiendo, hablando, viendo la televisión. Eyriss poco a poco se sentía mejor y llena de energía.

-Es tarde Eyriss, si necesitas algo, hablar o te pasa cualquier cosa llámame ¿Vale?
-Gracias, lo tendré en cuenta.
-Chao, intenta descansar.
Natlacia cerró la puerta y Eyriss solo quería estar tranquila, se puso música y al rato se durmió.
Se despertó a media noche y la música seguía sonando, la apagó, bebió un poco de agua, miró la hora, las tres y media, volvió a dormirse.
Era jueves, llamó a Natalia para ir a recogerla y pasar por el collar.
Quedaron donde siempre, en el bar de los padres, mientras esperaba sintió un escalofrío, estaba cerca de la casa de Mir, aunque no le dio mucha importancia.
Natalia salió y se fue con Eyriss hacia el museo. Después aprovecharía la mañana para unos recados.
Antes de entrar en la sala de restauración Eyriss se quedó atónita, era la exposición de Tomás, entonces recordó el mito sobre seres marinos y cuando esa víbora le echó del sitio de una forma muy desagradable, perdida en la historia Natalia se le quedó mirando, miró la exposición y entendió lo que sucedía.
- ¿Eyriss?
- ¡Ah sí! Vamos a por el collar.
Entraron en la sala de restauración y preguntó por el collar.
-Sí, lo tengo aquí. Ha sido una pieza muy delicada de restaurar. ¿De dónde lo has sacado? Es muy peculiar, normalmente este tipo de artefactos son muy inusuales, como este es el primero que veo y siento como si albergase un gran poder.
-Es una larga historia, pero sin él no soy la misma. Es como si me faltase una parte de mi alma. -Narró Eyriss mientras lo recogía. Lo agarró entre las manos y se quedó mirándolo, pensó en que había quedado bien reconstruido, pero dudaba si tenía alguno de sus poderes todavía.
-Póntelo. -Dijo Natalia, sabía todo lo que significaba para ella ese collar y seguramente se vería bien con él.
Cuando se lo colocó en el cuello se sintió en paz, sonrió y se despidió, sin más dilatación salieron del museo, quería probarlo:
-Pégame Natalia.
- ¿Qué?
-Sí, hazme caso, necesito probarlo, ver si se ilumina alguna de las líneas.
-Pero…
-Hazlo sin miedo.
Viendo la decisión de Eyriss, levantó el puño, con miedo a hacerle daño e intentó darle, Eyriss le puso la mano con unos reflejos increíbles, sin embargo, no se iluminó ninguna barra.
-No sé qué pensar- Dudó Eyriss mirando el collar.
-Quizás no suceda nada porque me conoces y sabías lo que iba a ocurrir.
- ¿Quién sabe? Quizás necesito más entrenamiento. Te acompaño a los recados Natalia.
-Venga, vamos.
Llegaron al supermercado y mientras esperaba para coger un par de cosas la zona se volvió oscura, algo iba a pasar.
-Vengo a por ti, Eyriss.
-Basta, Mir, sé que eres tú, acaba con todo esto.
Sin decir nada más Eyriss desapareció y todo volvió a iluminarse, Natalia preocupada, no sabia qué hacer. Al fin y al cabo, no sabía donde la habían llevado, pero confiaba plenamente en la fortaleza de Eyriss, confiaba en que el collar no le fallase y pudiese arreglar todo de una vez por todas.

Se la había llevado a un sitio diferente al de la última vez, no estaba ni el muro de piedra, ni el agua. Estaban pisando suelo firme, tenía techo, era una zona muy amplia, algo oscuro, pero se podía apreciar que en ambas paredes laterales existía un cristal con agua dentro, debía de tratarse del mundo submarino del que venía, ya que había seres vivos no muy amistosos.
Todo allí parecía estar dispuesto y diseñado por y para ese ser de las profundidades.  Seguramente jugaría con ventaja ya que no conocía con exactitud todo lo que contenía el mundo submarino.
-Te la he traído. Tal y como me dijiste, mi señora.
-Bien, veo que aún sigues obedeciendo. Ahora, mantente al margen. Esto es entre ella y yo. -Dijo con esa voz serpenteante tan característica mientras aparecía su figura entre las sombras de la habitación.
-Así será- Mir se alejó mientras veía a Eyriss a lo lejos. Ella le devolvió la mirada, podía notarse la decepción. Mir agachó la cabeza en ese instante.
Eyriss suspiró y miró a aquel monstruo.
- ¿Y bien? 
- Por fin te tengo delante, tú y yo, sin poder escapar.
- ¿Qué quieres de mí? ¿Y de Mir?
-Ella tan solo es un instrumento, el objetivo eres tú, quiero tu poder.
-No vas a conseguir nada.
-Ya veremos renacuaja.
Eyriss agachó la cabeza para comprobar si se había iluminado alguno de los fragmentos del collar, ninguno estaba activo. Empezó a sospechar si seguía funcionando, ya que habían surgido varios riesgos en poco tiempo, alguno de ellos debería de haber activado una de las barras de poder del collar.
-Sigues oliendo igual de mal que la última vez. - Continuó mientras observaba con cara de asco. -Debería de enseñarte a no tocar ciertas cosas.
-Así que te gusta el torio.
- ¡Basta! – Gritó
En ese momento encerró a Eyriss en una burbuja, intentándole reducir el oxígeno de su alrededor. Eyriss se resistió, un par de intentos necesitó para lograr explotar la burbuja, sin tiempo para volver a coger aire le lanzó un chorro de agua congelada, no pudo reaccionar a ese ataque, le hizo algo de daño, aun así, sabía que no había ni comenzado, ahora todo le pesaba más y necesitaría hacer más esfuerzos para cada movimiento. Notó algo, procedente del collar, seguía sin iluminarse.
- ¿No vas a defenderte?
- No me haces ni cosquillas. -Respondió haciéndose la dura.
-Se te ve valiente, me gusta, va a estar entretenido. – Replicó mientras levantaba el brazo, la lanzó por el aire estrellándola contra uno de esos cristales.
Esta vez le hizo bastante daño, Eyriss le miró mientras sonreía.
-Deja de reírte, niñata, quiero ver tu poder.
-No tengo. ¿Acaso no ves que lo he perdido?
- ¡Te mataré si eso es cierto!
-Atrévete.
Unas enredaderas surgieron a través del cristal, las volvieron a tirar al centro, enfrente de ella. Otras raíces la ataron de pies y manos, intentó moverse, sin mucho éxito decidió hablarle.
-Esto ya está muy visto, ya he pasado por esto antes, tu aprendiz apretaba más fuerte.
- ¿Cómo te atreves?
Apretó más las raíces, estaban húmedas y subieron por todo el pecho hasta llegar al cuello. Podía sentir como le tiraba la piel, sin apenas poder hablar, ni moverse, volvió a sonreír.
La cara de esa víbora se tomó desagradable, de rabia, asco, no le gustaba verle sonreír mientras la torturaba, sentía que tenía que empezar con su verdadero poder si quería hacerle sufrir, así que invocó un par de pequeñas serpientes marinas para que reptasen por las raíces. Eyriss en ese momento hizo fuerza y convocó un pequeño haz de luz que acabó destrozando todas las ataduras que la mantenían inmóvil. Se agachó poniendo las palmas de las manos en el suelo, que estaba húmedo y de sus manos en adelante surgió unas columnas de fuego, sacando al momento todo el suelo, el fuego se propagó alrededor de aquella víbora.

- ¿Pretendes vences al agua con FUEGO? – Alzó la voz mientras controló una parte del agua que había en las cristaleras para apagar el fuego.
En ese momento, Eyriss se levantó alzando los brazos y de un chasquido congeló el agua antes de que tocase el muro de fuego.
-Eso tan solo retrasará lo inevitable.
Eyriss movió los brazos hacía delante, llegando a hacer pequeñas quemaduras a ese monstruo. Un grito hizo chirriar toda la zona, el muro de hielo se quebró en pequeños cristales.
- ¡Basta! Voy a tener que ponerme seria, tan solo eres una niña. – Le increpó mientras le miraba fijamente- Llevaremos esto a otro terreno. No creo que lo pases tan bien.
Aprovechó para transportarla al otro lado de la cristalera, al mundo marino, desde dentro Eyriss intentó localizar algún tipo de límite, sin mucho éxito, al menos a distancia de visión estaban en el fondo, rodeada de agua.
-En un rato te quedarás sin aire, no te preocupes, será tu fin, cuanto más te resistas más doloroso, estos bichos se encargarán de comerte después.

“¿Qué hacer?” Resonaba en la cabeza de Eyiriss. “Tengo que pensar algo rápido”
-Vamos, muchacha, estoy viendo cómo te debilitas. ¿No vas a responder? Tendré que ayudarte.
Movió el agua de tal manera que impulsó a Eyriss hacia arriba y de un movimiento hizo que descendiese contra el suelo, golpeándola muy fuerte. Agachó la cabeza para ver que estaba sucediendo, la colisión había sido tan agresiva y estaba en un momento tan crítico que al collar se le iluminaron las cinco barras, un remolino de luz la envolvió transformándose y cambiando de apariencia, ahora disponía de su espada de dos manos y un arco, su ropa brillaba en dorado, adquiriendo a su vez nuevos poderes.
La víbora empezó a temblar, pues había escuchado hablar del inmenso poder de Eyriss pero nunca se había parado a pensar que fuese para tanto. Lo que tenía claro es que pensaba defenderse, quería hacerle todo el daño posible, así que invocó a los seres marinos de su alrededor para que le atacasen, comenzó a dar espadazos a cada ser que se le acercaba, cortándoles la cabeza, pero eran demasiados, no pudo con todos, tardaba más en acabar con un bicho que lo que tardaba en llegar otro para combatir.
Sabía que tenía que ponerse en serio, el tiempo ahí dentro era limitado, debería atacar al verdadero objetivo, aquella víbora que ordenaba a todos esos engendros, si le hacía daño posiblemente dejarían de surgir. Un haz de luz acabó con todos los esbirros cercanos lo que le permitió avanzar hacia ella, estaban cara a cara, las víboras del pelo de la naga empezaron a serpentear, más fuerte que nunca, como si se sintiese atacada. La realidad es que Eyriss no pensaba en desistir así que sacó la espada para clavársela, se defendió con un latigazo. Lo que permitió separarse de Eyriss y así evadir el ataque, pero no quedó ahí: Eyriss se preparó y agarró con firmeza su arco, cargó una flecha dorada y disparó. Una estela luminosa persiguió la flecha, un golpe certero y potente, que impacto directamente en el pecho, dolorida gritó, mareando a Eyriss, pero no lo suficiente.
Aquella naga estaba mucho más debilitada. Así que aprovechó para concentrar su poder y darle con un rayo de luz en todo el rostro, la cegó y se acercó nadando, lo que le permitió asestar lo que posiblemente sería el último golpe, agarró su espada y le cortó todo el abdomen.

La víbora respondió:
-Has vencido, eres demasiado poderosa. He fallado, pero quizás otros vengan a por ti… se desvaneció antes de poder terminar la frase.
Una sombra se acercó nadando rápidamente, era Mir. Se miraron durante un instante.
- ¿Estás bien Mir?
-Sí. - Le costaba pronunciar palabra- lo siento, os he hecho mucho daño.
-Ya tendremos tiempo para hablar, hay que salir de aquí.
-Sí, hay un portal por aquí cerca, espero que todavía funcione.

Cruzaron el portal que las llevó al a ciudad, estaban a un par de minutos del restaurante de Natalia.
-Por fin aire fresco, vamos a hablar con Natalia, creo que ella más que ella se merece una explicación, ha sufrido mucho con todo esto.
Se dirigieron hacia el restaurante. Mir prefirió quedarse fuera. Eyriss entró y preguntó a sus padres por ella.
-No sé donde se habrá ido, por aquí no ha aparecido.
Eyriss se preocupó un poco, pero pensó en un sitio donde podía ir a buscarla, quizás allí podría encontrarla. Se despidió de sus padres y les dijo que iría a buscarla.
-Mir, aquí no está ¿Vienes a buscarla?
-Sí
Siguieron caminando por la ciudad a paso ligero. Era probable que se encontrase en su zona favorita de la ciudad, donde iba a descansar siempre que tenía duro o una decisión difícil que tomar, ya que solo allí era capaz de relajarse y olvidarse de todo. Eyriss lo conocía bien porque se lo había enseñado ella misma, pocas personas pasaban por ahí cerca y era un lugar maravilloso para ver un cielo lleno de estrellas o la luna llena.
Tardaron un rato en llegar, pero para la suerte de ellas ahí estaba.
-Ve a hablar con ella, Mir.
- ¿Será capaz de mirarme si quiera a pesar de todo?
-Si no lo intentas nunca lo sabrás.
Mir se acercó despacio a ella y habló en voz baja:
- ¿Puedo?
Natalia alzó la vista hacía ella, su rostro entornó extrañeza y miedo. Dudaba de si tenía alguna intención de hacerle daño. Mir se sentó a su lado derecho y comenzó a articular palabras, pensando frase que decía:
-Verás, Natalia, quería pedirte disculpas por todo lo que ha sucedido, eres la que más ha sufrido de todo esto y no te merecías pasar por todo esto – hizo una pequeña pausa, suspiró- Sé que será difícil volver a confiar en mí, pero estaré aquí para cuando quieras, si es que quieres, volver a la normalidad.
Se echó hacia delante, apoyando parte de su brazo en la pierna, con la palma de la mano izquierda hacia arriba.
-La decepción es algo que no se cura rápido, pero sé que ahora mismo estás siendo sincera, por eso y por todo lo que significabas para mi te perdono. -Se irguió y chocó su palma derecha con la izquierda de Mir.
Eyriss se les quedó mirando a lo lejos y suspiró mientras se le dibujaba una sonrisa.
Quizás Natalia iba a tardar un poco más en volver a lo que era antes, pero sabía que no había perdido nada ni a nadie.



                           FIN

jueves, 16 de enero de 2014

El collar mágico de Eyriss

El collar mágico de Eyriss.
Capítulo 1: Descubriendo sus poderes
Había una vez una niña que tenía trece años, se llamaba Eyriss e iba al colegio. Un día, al salir de clases por la tarde, llovía mucho y era casi de noche, aunque eran sólo las seis, como todos los días ella salió con sus amigas y en un abrir y cerrar de ojos ya no había gente por la calle, ni coches, ni sus amigas, sólo estaba ella en el medio de la acera. Ella no sabía que le había pasado pero unos minutos después…salió un pájaro rojo, azul, amarillo y una mezcla de más colores, era muy raro.
El pájaro empezó a hablarle a Eyriss y le dijo:
-Por favor Eyriss, toma este collar mágico, pronto empezarás a descubrir tus poderes y te iré explicando poco a poco como funciona.
-¿Y qué es eso del collar? ¿Qué se supone que hace un pájaro tan rarito hablándome a mí en medio de la calle? ¿Por qué desapareció todo el mundo en una milésima de segundo? ¿Y por qué yo iba a tener poderes? ¡No entiendo nada!
-¿ah sí? ¿Tú crees? Em.….ya te contestaré a todas esas preguntas en otro momento, pero recuerda esto que te voy a decir, todo poco a poco y ponte el collar siempre…siempre. Yo ya me voy, vendré otro día a explicártelo todo.
Eyriss estaba extrañada por todo lo que vio, cogió el collar y se despidió de aquel extraño ser.
Llegó a casa un poco mojada, se secó, comió algo, hizo sus cosas y se puso a jugar para olvidar, pero hizo caso al pájaro y se puso el collar.
Por la mañana, en clases la profesora puso muchos ejercicios difíciles y Eyriss los acabó en menos de cinco minutos.
En clase de educación física jugaron al fútbol, Eyriss recibió un balonazo cuando intentaba quitarle la pelota al equipo contrario. Ella se dio cuenta de que al collar le subió una barra. Se llenó de energía, se llevó el balón por el campo entero y marcó un gol, toda la clase se quedó con la boca abierta, ya que era bastante torpe jugando y nunca marcaba.
En el recreo, la gente que le acompañaba le preguntaron qué le había pasado el día anterior. Ella no le contó nada de lo del pájaro y se inventó una excusa, también le preguntaron por el collar y Eyriss respondió diciendo que fue un regalo y que no sabía donde lo habían comprado.
Una semana después pasó lo mismo por la tarde, Eyriss ya sabía lo que era y dijo: “pájaro sal ya que tengo prisa”, el pájaro salió y dijo:
-Parece que ya sabes quién soy, empezó a explicarle cómo funcionaba el collar que le había dado hace unos días… El collar cada vez que le hagan una cosa mala al portador, le subía una barra y que al llegar a las cinco barras se llenaba de energía. Ella no sabía eso. Lo llevaba siempre puesto pero sólo le vio subir una barra un día. El pájaro también le dijo que tuviese cuidado porque ya faltaba poco para descubrir sus poderes. Se despidió diciendo:”Volveré pronto”
Siempre que se le aparecía el pájaro quedaba alucinando pero prefería pasar del tema.
Ese mismo día estaba haciendo un trabajo y se fue a por un vaso de agua, sin darse cuenta se transportó unos cuantos metros.
Por la noche estaba tumbada en la cama, y cuando se le cerraron los ojos y se quedó dormida, empezó a planear de un lado a otro y de abajo arriba, pero sólo duro unos minutos.
Unas semanas después, el pájaro le explicó que todo lo que había visto eran sus poderes y que le quedaban más por descubrir. Como ya sabía cómo funcionaba el collar y vió como subían las barras, le dijo que los viernes, sábados o domingos desde las tres hasta las cinco de la tarde fuese a un sitio para entrenarse, y que cuando empezase el entrenamiento que tuviese más cuidado aún porque los enemigos acechaban.
-¿Cómo? ¿Qué tengo que ir a un entrenamiento? ¿Dónde queda eso?
-Tranquila tu dime un día y yo te paso a buscar a tu habitación
-¡Ah vale! Pues un domingo, pero... ¿Y mis poderes? Se darán cuenta de que no estoy en casa.
-Eso lo arreglo yo rápido. Te espero el domingo entonces.
-Vale ¿Qué tengo que llevar?
-Nada, te lo doy yo todo.
-Pues hasta el domingo, eres muy amable.
-Chao ya me voy, te veo el domingo.


















Capítulo 2: El entrenamiento
Ese domingo estaba Eyriss en su habitación, cuando de repente…sale un rayo dorado enfrente de Eyriss y del rayo sale el pájaro con todo su esplendor brillando en su luz. El pájaro dice:
-Hola Eyriss ¿Estás lista para tu entrenamiento?
-Hola, sí, yo siempre estoy preparada.
-Así me gusta.
-Una preguntita antes de irnos ¿Qué vas a hacer para que no se den cuenta de que no estoy?
-No se van a dar cuenta ¡Ahora verás!
-El pájaro agitó sus alas y formó un remolino, del remolino salió un clon de Eyriss.
-¡Anda! ¡Si es como yo! – Dijo Eyriss con la boca abierta.
-Vamos corre pasa el portal antes de que se den cuenta.
Eyriss pasa el portal y el pájaro le sigue después para cerrar el portal.
Al llegar al otro lado se encuentra una sala enorme y ve como se acercan dos niños que le dicen:
-Hola Eyriss
- ¿Vosotros quienes sois? ¿Y cómo sabéis mi nombre si yo no os conozco?
-Hola yo soy Yasmi.
-Hola yo soy Max.
-¿Cómo es que estáis vosotros también en el entrenamiento?
-Tú eres la elegida Eyriss.
-¿La elegida? ¿Eso qué es?
-Eres la persona que escogieron para volver la paz a la ciudad y así poder acabar con el “Señor de la Oscuridad”
-¿Y ese quién es? ¿Y por qué me escogisteis a mí?
-Tú eres la persona que cumple con nuestras expectativas y requisitos.
-El “Señor de la Oscuridad” es el enemigo que está sembrando el caos y la oscuridad por la ciudad.
-Yo a ese nunca lo vi.
-Claro porque él no lucha, manda a sus ejércitos a expandir la oscuridad.
-Max y yo ya nos hemos enfrentado a él pero ninguno de los dos pudimos hacerle nada.
-Bueno vale. Y ¿dónde está el pájaro?
-El pájaro es el maestro nosotros nos encargamos de entrenarte
-Eyriss ven aquí y gasta todas tus energías contra este muñeco de prueba
El muñeco no paraba de recibir golpes pero cuando recibía uno con poca fuerza contraatacaba y a Eyriss se le llenaban las barras el primer día consiguió llenar dos barras.
-¡Triiiiiiiinnnn! Fin del entrenamiento
-Vuelve el próximo día y el pájaro le abrió un portal y le dijo k entrase despidiéndose de ella.
Eyriss apareció en su habitación y desapareció el portal y el clon un “¡Tac Tac!” asustó a Eyriss pero era la madre que le traía la merienda
Por los domingos Eyriss seguía asistiendo a su entrenamiento y por la semana se sentía más fuerte pero tenía miedo de que viniese un ejército de la oscuridad a por ella.
El último domingo del entrenamiento al ver que nunca se le encendía la quinta barra preguntó qué pasaría si se encendiesen las cinco.
Yasmi y Max respondieron:
-El máximo poder Eyriss, ahora no se enciende porque el poder es de tal magnitud que puedes quedar debilitada para siempre si se gasta en vano.
-Vale, pero una última cosa ¿Nos volveremos a ver?
-Sí, cuando menos lo imagines más estaremos allí.
-Bueno, hasta la vista
-¡Adiós Eyriss!












Capítulo 3: El combate final.
Era la fiesta de fin de curso en el colegio de Eyriss y era en el patio, había cuatro mesas llenas de patatas, bocadillos y música y la gente jugaba, pero a Eyriss no le gustaba mucho porque tenía un mal presentimiento, y le venía a la cabeza como sus amigos y compañeros se debilitaban porque no daba contra el “Señor de la Oscuridad” y la ciudad se volvía oscura, dejaba de existir el día y ella fallaría su misión. Eyriss pensaba en los amigos del entrenamiento. A las cinco empezaron las actuaciones de baile, los niños pequeños fueron los primeros en actuar, luego los mayores.
Eyriss hizo una actuación de baile con sus dos amigos, cuando estaban a punto de terminar…
Se escuchó una voz grave y en un tono de voz alta:
-¡Eyriss sal! Ya sabes a que vengo. Enfréntate o prepárate para ser derrotada.
Eyriss salió con miedo porque sabía quién era. Todo el mundo salió detrás de Eyriss y ella grito:
-¡Parad! ¡No os mováis, dejádmelo a mí por favor!
-¡Eyriss ánimo! ¡Tu puedes!-Dijeron sus amigos animándola.
Eyriss salió y vio una cosa enorme y gorda era el “Señor de la Oscuridad” que venía a expender la oscuridad Eyriss le dijo:
-¡No vas a conseguir nada!
-Jajaja enfréntate a mí
El Señor de la Oscuridad se movió para acercarse a Eyriss y lanzó fuego verde por la boca, Eyriss lo esquivó y atacó lanzando una lanza y le impactó en la barriga.
El Señor de la Oscuridad se enfadó y le pegó con su brazo y la lanzó contra la pared el collar tenía ya tres barras encendidas pero la batalla continuó hasta que se encendieron las cinco barras y Eyriss brilló en dorado y cambió de ropa, iba con una falda y una camiseta rosa y blanca con tenis plateadas y tenía una espada de dos manos y un arco dorado, luego salió una capa lila…
El Señor de la Oscuridad hizo un terremoto pero no le afectó porque estaba levitando Eyriss le tiró una flecha dorada y se la clavó en un ojo, el Señor de la Oscuridad estaba dolorido.
El Señor de la Oscuridad sabía que no podía ganarle y entonces dijo “si no puedo contra ti te haré daño, voy a matar a tus amigos” el Señor de la Oscuridad cogió a sus dos amigos y los apretó con la cola, Eyriss saco la espada y le corto la cola diciendo
-¡Suéltalos o morirás!
-¡Mátame y ellos vendrán conmigo!
Eyriss le cortó la cola y se fue donde ellos haciendo un escudo antigolpes mientras se recuperaban. Eyriss gritó:
-¡Voy a por ti! ¡Prepárate!
Eyriss siguió la batalla hasta que el Señor de la Oscuridad se deshizo y voló una mancha negra
Eyriss empezó a debilitarse y cayó al suelo, los amigos salieron corriendo y gritando:
¡No Eyriss!
Y la cogieron a tiempo, Eyriss sonrió y dijo débilmente…ya no tenéis que tener miedo, esto se acabó, ya sabéis lo que pasaba.
La llevaron al hospital y en dos días estaba recuperada los amigos cuando Eyriss estaba en la cama del hospital le dijeron.
-¿Eyriss sabes algo de Yasmi y Max?
-Sí, que les paso ¿Están bien?
-Si porque somos nosotros.
-¿El qué?
-Sí, yo me llamo Laia y el Adrián en el mundo real, pero en realidad somos Yasmi y Max.

-Me alegro de que seáis vosotros.



FIN


-- 2007--

viernes, 25 de octubre de 2013

La envidia de la ciencia (historia)

   La envidia de la ciencia


A las afueras de una ciudad un día de primavera, se estaba celebrando una competición de natación, la última carrera y más importante la había ganado una joven, su nombre era Lúa, pero en su equipo no era muy aceptada por lo que a la hora de subir al podio el entrenador prefirió elegir a la capitana del equipo, o como también se le conocía, la mano derecha del entrenador, todo lo que decía la capitana se hacía. Tenía manipulada la mente del entrenador y jugaba con ese poder a su antojo.
A pesar de que Lúa era la única sin reconocimiento aún dentro del equipo a pesar de que había ganado dos carreras no subió al podio. Pero antes de la entrega de medallas, el joven que estaba en el segundo puesto, bajo y se acerco al jurado y en voz baja les dijo:
-Creo que la medalla se la deberíais otorgar a Lúa, es la única que no tiene medalla dentro de su equipo y ha ganado dos carreras y no es justo que otra de su equipo se lleve el mérito a pesar de no haberse mojado.
-Tienes toda la razón- le respondió uno de los jueces.
El jurado se miró y se dieron de señas. Lúa que todavía no sabía lo que estaba pasando siguió aplaudiendo por la victoria de su “equipo”, pero un par de minutos después un juez cogió el micrófono y dijo:
-Lúa sube al podio la victoria es tuya y la medalla también.
-¡Oh vaya! ¿En serio? ¡Qué ilusión! Muchas gracias.- Dijo Lúa sorprendida a la vez que contenta.
La capitana que estaba en el podio se bajó y le miro con cara de superioridad, se marcho murmurando hacia la zona donde se encontraban los demás, diciéndole al entrenador que la echase del equipo.
Mientras, en la entrega de premios el joven que había quedado segundo le dio la enhorabuena a Lúa y ella le sonrió alegremente. La ceremonia no duro mucho, pero fue lo suficiente para que se empezasen a caer bien.
Al terminar Lúa se acercó al joven y le dijo:
-Muchas gracias, me di cuenta de que sin ti no hubiese vivido nunca la experiencia de estar ahí arriba.
-No tienes que agradecérmelo, solo hice lo correcto ¿Te paso lo mismo otras veces?
-Sí, por desgracia… habré ganado cinco o seis competiciones pero nunca me había llevado el merito.
-¡Vaya! Menudo equipo… si es que se le puede llamar así.
Mientras tanto, sienten como alguien se acerca, era el entrenador con la “hiena” de la capitana detrás y dice:
-Lúa quedas destituida del equipo, ya no formarás parte de él nunca más.
-¿Se puede saber por qué?
-Por tu comportamiento hacia el equipo que has demostrado hoy.
-¿Y cómo vuelvo a casa?
-Búscate la vida, lo hubieses pensado antes.
-¡¿Estás loco o qué?! No conozco el sitio y estamos a más de diez kilómetros de distancia.
-Jijiji- se rió la capitana imitando a una hiena (en realidad no la imitaba si no que su risa era así)
-No hay más que hablar – Dijo el entrenador.
-No os necesita, sois vosotros los que rogareis que vuelva, al fin y al cabo ella es la que ha ganado todos los títulos que tenéis- Dijo el joven.
-¡Já! Eso habrá que verlo- Dijo mientras miraba a los dos con cara de superioridad y sin quedarse callado dijo- Os arrepentiréis de haberme retado.
El entrenador y la capitana se fueron riéndose de una forma extraña y maligna, que asustaba a cualquiera que los escuchase.
Los chicos se miraron y Lúa le preguntó:
-¿Cómo te llamas?
-Willy ¿y tú?
-Lúa
-Es un nombre muy bonito.
-Gracias.
-Por cierto ¿Quieres que te enseñe el lugar?
-Vale, la verdad es que yo aquí estoy más perdida que en un laberinto ¿Tú vives aquí?
-Sí, vivo cerca, entre el bosque. Ven vamos a buscar a mi padre que nos lleve en su coche.
Cuando llegaron donde estaba el padre, Lúa asombrada dijo:
-¿Tu padre era uno de los que estaban en el jurado?
-Sí, además es un buen científico.
Subieron al coche y siguieron hablando.
-¿Max Wellington? Me suena tu nombre.
-Sí, mi padre es uno de los más prestigiosos científicos pero tiene muchos enemigos.
-¿Enemigos? Si los científicos nos salvan las vidas, descubren cosas que no sabríamos gracias a ellos y seguro que a más de uno le gustaría tener tanta sabiduría.
-Por eso mismo muchacha, mucha gente nos tiene envidia.
-Papá, se llama Lúa.
-Ya sabes que soy muy malo para los nombres hijo.
-No pasa nada, no se preocupe. Por cierto eso de ahí ¿Es una parada de autobús?
-Sí.
-¿Y la ciudad está por allí o por allá? –Dijo Lúa señalando a ambos lados de la carretera con cara de no conocer nada, se puso algo nerviosa porque tenía miedo a perderse y no saber donde estaba.
-Por allí- señalo Willy a la carretera del oeste y siguieron por la carretera del norte con el choche.
-Pero tranquila, te presento donde vivimos y si quieres puedes preguntarles a tus padres si te dejan.
-Mis padres no suelen estar en casa, trabajan mucho.
-¿En que trabajan?
-No lo sé, siempre que les pregunto nunca me responden o lo guardan en silencio.
-Qué raro…
-Pipiripiripipi el móvil de Lúa estaba sonando, era el número de los padres.
-¡Hablando del Rey de Roma!- Dijo Lúa extrañada por la llamada mientras cogía el teléfono.
-…
-Hola. ¿Cómo estáis?
-…
-Así que estáis muy liados, como siempre…
-…
-¡Pues bien! Me lleve una medalla de oro ¿Te lo puedes creer?
-…
-Si… ¿Quién te lo contó?
-…
-¡¿Cómo?! ¿El entrenador te ha ido con el cuento?
-…
-Pues ya ves, me ha dejado tirada.
-…
-Sí, por suerte.
-¿Cómo sabes eso?
-…
-Sí. ¿Y podría quedarme hasta que podáis venir a buscarme?
-…
-Sí, claro justo me estaban diciendo eso.
-…
-Vale, no tardéis mucho.
-…
-¿Qué vas a tardar un par de días?
-…
-¡Vaya tela!
-…
-Claro… si pasa algo te llamo…
-…
-Vale, hasta luego.
Lúa cuelga el teléfono y con cara de asombra dice:
-No me lo creo…
-¿Qué pasa?- Dijo Willy.
-Que están muy ocupados como para venir a buscarme , que justo están trabajando en algo nuevo y por lo que se ve es muy importante.
-No te preocupes por eso.
-Se creen que soy una caja que me empaquetan en un sitio y ya está, siempre lo mismo.-Lúa cruzo los brazos y frunció el ceño.
-No te preocupes, ahora estas con nosotros, si tienes que quedarte con nosotros un par de días no pasa nada, tenemos casa para todos y así le haces compañía a mi hijo, seguro que os lleváis muy bien.
-No quiero molestar.
-¡No eres un estorbo! – dijo Willy mientras le ponía una mano en el hombro para que quitase la cara de enfado.
Siguieron con el coche por la carretera, cada vez se veían más árboles y menos casas.
-Ya estamos llegando- dijo Max mientras se iban a acercando a una verja de metal que había, donde le dio de señas a un guardia y le abrieron la puerta.
Al pasar siguieron un pequeño camino de tierra, no se veían mas casas, sólo una en un alto y era bastante grande, Lúa se quedo asombrada por la maravilla del paisaje, era como si hubiese cambiado de ciudad en un abrir y cerrar de ojos, Max le abrió la ventanilla del coche y ella respiró, el aire era tan puro que se le quedaría grabado en la mente para el resto de sus días, el paisaje era precioso, flores de todos los colores, los arboles, los cerezos en flor y pájaros que parecía que cantaban.
A Lúa le parecía un sueño, pero era de verdad, sus ojos no le engañaban, siguieron el camino en coche hasta llegar a la casa de Max, pero a cada metro que recorrían había más árboles y flore.
Al llegar bajaron del coche y Lúa asombrada preguntó:
-¿Y tu vives en esta casa?
-Sí, todo esto es nuestro, desde donde viste al guardia hasta allí arriba.
-Vaya… es realmente precioso.
-Sí que lo es- dijo Willy
-Bueno chicos vamos a comer y luego le enseñas el sitio, hijo.
-Vale.
Habían llegado justo a la hora de comer así que entraron en casa y Lúa se siguió sorprendiendo, la casa parecía un palacio, tenían hasta mayordomos que le cogieron la chaqueta nada más entrar.
-Bienvenido a casa Señor Max Wellington. Veo que trae visita.
-Sí, así es, prepárale una habitación se quedará un par de días.
-Vale ¿Cómo se llama señorita?
-Lúa- respondió mientras se quedo pensando, asombrada por la elegancia del mayordomo.
Lúa lo siguió acompañada por Willy, la habitación era como un salón de grande y tenía una cama donde entraban 3 personas.
-¡Qué grande es!
Willy sonrió y al escuchar la campana dijo:
-¡Hora de comer!
Fueron a lavarse las manos al servicio mientras Lúa seguía asombrada y maravillada por cada rincón de la casa que veía. El servicio tenia ducha con masajes y muchas otras cosas.
Al salir se sentaron en la mesa y continuaron hablando, desde el primer momento que cruzaron conversación había algo en ellos que había más que amistad, pero ninguno dijo nada, aún era demasiado pronto como saber si era cierto o si quiera pensar en si el otro pensaba y sentía lo mismo, lo que estaba muy claro es que eran tal para cual pero ninguno se atrevía a sacar el tema primero.
Cuando terminaron de comer dijo Lúa al mayordomo:
-Ya recojo yo.
Willy se adelanto y la volvió a sentar en la silla.
-No hace falta, relájate por un día, estas de invitada.
-Pero una cosa es estar de invitada y otra no ayudar en lo que se pueda.
-No hace falta.
-¿Quieren café?-Dijo uno de los mayordomos para salir del paso.
-Vale.- dijeron todos a la vez.
Continuaron hablando un par de horas más, Lúa converso con los padres de Willy y los conoció un poco más. Eran buena gente y a pesar de su elevado status, no se creían superior a nadie y tampoco presumían de nada.
Cuando todo el reloj de cuco eran las cuatro y media de la tarde y la madre dijo:
-¿Por qué no llevas a Lúa y le enseñas el sitio?
-Vale. ¿Por dónde empezamos?
-Pues no lo sé, tú eres el que conoces el sitio y esto es muy grande- dijo Lúa.
-Bueno, pues te enseño la casa.
Se pasaron un par de horas viendo la casa, empezaron para la habitación para ver películas que era como un cine de grande.
-Aquí es donde se ven las películas y a veces mi padre da charlas sobre ciencia, cuando eso ocurre esto se llena de gente que viene a aprender un poco más.
-Es realmente impresionante. Un día tenemos que asistir a una de sus charlas.
-Pues ahora está estudiando algo nuevo, cuando obtenga resultados los publicará y hará una charla.
-¡Qué bien! Ya me avisarás para venir a verle.
-Claro, por supuesto.
Siguieron viendo la casa, la cocina parecía la de Ferran Adrià, con un montón de cacharros distintos, cada uno con su utilización práctica, un armario solo para especias, desde el tomillo , orégano o el curry hasta algunas tan raras como la sal dulce de Utah o la sal del Himalaya. La cocina parecía sofisticada.
Cuando pasaron por la biblioteca de la casa, Lúa descubrió un montón de libros, se acomodó en el sofá que había en el medio y puso a leerse un libro, Willy le dijo que se lo quedase y lo leyese después para que le pusiera enseñar la biblioteca y todo lo que quedaba. Ella acabaría devolviéndolo al terminar de leerlo, ya que se trataba de un libro único y allí en la biblioteca podría disfrutarlo más gente.
En la biblioteca había libros de todas clases, incluso algunos muy antiguos que había que pasar las hojas con cautela para que no se rompiese y además las hojas eran de otro tacto y color a los nuevos.
En una estantería había muchos de los estudios de Max, “Iniciación a la ciencia” “La biología y los microorganismos” uno de los cientos de títulos que se alcanzaban a leer.
En otra habitación estaban los premios que había recibido Willy en las competiciones y los reconocimientos que le habían otorgado a Max. Las vitrinas relucían y el cristal parecía un espejo, en el fondo, había una estatuilla con el nombre de Max y el de una mujer, Lúa se dio cuenta de que el nombre de la mujer solo aparecía en aquella estatuilla y preguntó.
-¿Quién es Laura?
-Es mi madre.
-Solo aparece en este. ¿Por qué?
-Cuando mi madre conoció a mi padre empezaron a trabajar juntos y estuvieron diez años en un estudio muy importante, pero mi madre tuvo que dejarlo porque descubrió que era alérgica a una sustancia y se llevo ese reconocimiento por ayudarlo. Luego nací yo y solo siguió mi padre.
-Es una pena, seguro que hacían un buen equipo de investigación.
-Pues sí.
Siguieron pasando las horas poco a poco mientras continuaban viendo la casa hasta la hora de la cena. La campana sonó:
-Ya es la hora de la cena. ¡Qué tarde se hizo ya!- Dijo Max asombrado por la rapidez con la que había pasado el tiempo.
-Se pasó el tiempo volando- Dijo Lúa sonriendo.
Durante la cena siguieron hablando y conociéndose un poco más.
-Mañana te enseño el jardín y el paisaje. Seguro que te encanta el río.
-Vale, como quieras.
Al dia siguiente Lúa se despertó con una sonrisa, desde su ventana se veía gran parte del paisaje y los rayos del sol entraban e iluminaban toda la habitación, era un día espléndido. Cuando se disponía a levantarse, un “toc toc” sonó, era Willy para ver como estaba.
-¿Cómo estás? –Dijo Willy-¡Si que te has despertado pronto!
-Sí, no suelo dormir mucho, además hace un día estupendo.
-¡Me alegro mucho! Yo también me levanté hace poco. ¡Así tendremos más tiempo para enseñarte los alrededores!
-Vale – Lúa sonrió y termino de ponerse los zapatos.
-Vamos a desayunar, nos hará falta estar bien comidos hoy. Tenemos que andar bastante.
Bajaron a desayunar, su madre estaba colocando unas flores y su padre ya había salido a trabajar. Desayunaron sin pararse mucho, las ganas de descubrir el sitio de ahí fuera llenaba sus cuerpos de alegría y felicidad.
Cuando salieron, Willy prefirió enseñarle el jardín y el huerto. El jardín era grande, con su piscina y sus gnomos de jardín. Lúa se fijo en uno en particular, tenía coletas rosas y los ojos brillantes y azules, tuvo la sensación de que la figurilla le había guiñado un ojo, pero no dijo nada y pensó que era muy original. Decidieron darse un chapuzón en la piscina antes de comer y después ir a ver el paisaje. Necesitarían estar descansados el camino sería largo.
A la hora de comer salieron de la piscina y se secaron. Fueron corriendo a lavarse las manos, la felicidad invadía sus cuerpos y alegremente se sentaron en la mesa, sobre las cuatro salieron para ver todo el paisaje, el río, las montañas, el bosque…
Willy señaló hacia el río y le dijo a Lúa que fuesen por ahí, por un camino que había debajo de la casa, siguiendo el lecho del río, el agua era pura, cristalina, los rayos del sol reflejaban en el agua y hacía que brillase , los árboles susurraban con cada una de las pequeñas brisas que pasaban. Lúa decidió sacar una foto con el móvil para enviarse a sus padres y que ellos también pudiesen disfrutar de ese paisaje tan perfecto, en la foto se podía ver un pequeño molino de agua, del cual Lúa no se daría cuenta hasta que se acercaron un poco más. Junto a la foto envió un mensaje de texto que ponía “Hola papá y mamá, estoy muy bien aquí, pero os echo de menos un poco, mirad que paisaje. ¿A que es precioso? “ No recibió respuesta , pero de todos modos no se daría cuenta hasta la noche, ya que estaba muy contenta y su mente se había transportado a otro mundo.
Siguieron avanzando por el lecho del río, Lúa se dio cuenta de que había un molino de agua al lado de una casa pequeña pintada de rojo. No parecía que estuviese abandonada y como Willy dijo que solo vivían ellos preguntó:
-¿Qué es esa casita de ahí?
-Es el laboratorio de mi padre seguramente ahora anda dentro con alguno de sus estudios.
-Es una casa muy bonita.
-¿Quieres que entremos a saludarlo?
-Vale. Así nos puede contar algo que no sepamos.
Se acercaron a la casa y tocaron la puerta.
-¡Hoja hijo! ¿Qué hacéis por aquí?
-Estábamos viendo el paisaje, siguiendo el río llegamos aquí, así que decidimos pasar a saludar y de paso ver en lo que andas metido.
-Eso está muy bien, pero deberías enseñarle la montaña, sabes que desde allí se divisa todo.
-Sí, tienes razón, pero también nos gusta tu mundo, ya lo sabes.
-Bueno, entonces quedaros por aquí un rato y veis lo que estoy haciendo.
-Vale, si necesitas ayuda aquí tienes unas manos dispuestas a trabajar en lo que necesites- Dijo Lúa enseñándole las manos.
-¡Uy! Gracias pero eso va a ser complicado, sois todavía algo novatos y podéis haceros daño, algunas cosas son peligrosas.
-Puedes explicarnos a mi no me importa empezar con cosas más fáciles.
-Vale, pues entonces pásame ese frasco de ahí.
-Vale.- Dijo Lúa acercándose con un pequeño bote de cristal que contenía un liquido de color azul.
-Pues ahora observad por el microscopio.
-Es sorprendente se puede observar todo con gran claridad.
-Sí, es cierto.- Dijo Willy fascinado.
Pasaron un par de horas, mientras se enfrascaban en el mundo del padre, cuando Max vio el reloj y se dio cuenta de la hora que era les dijo que se marchasen para que pudiesen ver el anochecer desde allí.
Le hicieron caso y se fueron hacia la montaña, salieron del laboratorio y cogieron el mismo camino por donde habían pasado, cuando pasaron al lado de la casa Laura los vio pasar por la ventana y les dio una cestita con algo para merendar.
-¡Ey! Esperar ahí, os he preparado una cesta de picnic, para que comáis algo al llegar a la montaña. Ya me dijo Max que ibais a ir a ver el anochecer, así que si queréis no os paséis a cenar y disfrutar del cielo, es una de las cosas más preciosas que he visto en mi vida.
-¡Vale! Muchas gracias madre de Willy, sin duda lo disfrutaremos.
-Gracias madre.
Lúa y Willy se miraron con cara de complicidad y empezaron a subir, el camino no sería corto pero valdría la pena. Era pedregoso y algo difícil de subir para alguien que no estaba acostumbrado a ello, pero eso no importaba el paisaje era bonito y el tiempo acompañaba. Lúa encontró dificultades para pasar un trozo pero por suerte estaba Willy.
-¡Cómo se nota que eres de ciudad! Jaja – Dijo Willy riéndose y guiñándole un ojo a Lúa.
-No te rías que casi me caigo.
-No te vas a caer, al menos estando yo.
Al lado de Willy Lúa se sentía segura, sabía que podía hacer cualquier cosa, incluso saltar desde una altura superior a un metro, que era una de sus fobias. Las palabras de Willy le otorgaban tranquilidad y fuerza.
Siguieron andando y cada vez que subían un paso más sus corazones latían con más fuerza, las ganas de llegar arriba eran cada vez mayores, vieron muchas flores juntas, de todos los colores posibles, radiantes y hasta parecía que las flores cantaban. Willy vio una que le llamo la atención, era una violeta, el color favorito de Lúa. La cogió y se la entregó a ella.
-Toma esto es para ti.
-Oh vaya. Muchas gracias.
-De las flores las violetas y de todos…empezó a decir Willy con un tono de voz suave a la vez que un poco nervioso, pero antes de que se pusiese rojo Lúa lo interrumpió dándole un abrazo.
-Muchas gracias.
Willy no sabía muy bien cómo actuar, era obvio lo que quería pero no se atrevía a decirlo, era feliz al lado de Lúa.
-Sigamos caminando, ya debe de quedar poco para la cima.-Dijo Lúa para romper el silencio.
Los jóvenes siguieron caminando y cuando ya se veía el final sus cuerpos pidieron a gritos que echasen a correr para terminar el último trayecto. Cuando estaban en la cima Lúa descubrió que a lo que antes llamaba maravilloso y casi perfecto, no era para nada comparable con lo que desde ahí se veía, estiró los brazos como si fuesen alas, tomo aire y rápidamente el aire le llegó al cuerpo. Desde la cima podía verse toda la naturaleza, todo tan puro que se podía sentir lo insignificante que es uno en comparación con los que sus ojos veían.
-Es...es… ¡Es precioso!- Dijo Lúa que todavía no sabía si eso era un sueño o algo parecido, aún no podía creer que lo que veía era real.
-Sí, es maravilloso, no hay palabras para describir lo que se siente al ver esto.
-¿Quieres que saquemos la cesta ce picnic y nos sentemos?
-Vale.
Entre los dos abrieron la cesta y empezaron a sacar las cosas, ya eran las ocho, aunque daba un poco para ver la puesta de sol así que empezaron a comer. La comida que había hecho la madre de Willy estaba muy rica.
Hablando y comiendo se les paso el tiempo volando, el cielo empezó a tomar un color naranja y rojizo, se quedaron mirando perplejamente aquella maravillosa obra de la naturaleza la cual nunca habían vivido en directo, se sentían las únicas personas que existían en ese instante en el mundo, el reloj se paró para ellos y el único movimiento era el del sol, que se fue ocultando poco a poco hasta desaparecer. Más tarde el cielo oscureció y se hizo de noche, decidieron volver a casa entonces, por suerte la madre de Willy había metido un par de linternas en la cesta por si las llegasen a necesitar. Bajaron sin ningún problema, cuando llegaron a casa eran más de las diez y estaban cansados de andar por lo que decidieron irse a dormir y descansar.
Al día siguiente se despertaron y pasaron la mañana en casa, como un día de lo más normal y corriente. Después de comer los jóvenes decidieron hacerle otra visita a Max al laboratorio, el camino lo hicieron más rápido que el día anterior, no se pararon tanto a ver el paisaje y además iban con la intención de llegar pronto al laboratorio para aprender un poco más.
Llegaron contentos, con ganas de ayudar en todo lo posible y descubrir algo nuevo, seguramente a Lúa le gustaría estrenarse como científica, pero sabía que todavía era muy pronto para eso y tenía que aprender mucho de Max.
“Max es un hombre inteligente y atento, Willy tiene suerte de tener un padre así”- pensó para sí misma.
Una vez dentro del laboratorio las horas fueron pasando y sobre las cinco de la tarde el padre dijo:
-Ya está, aquí termina la clase de hoy.
-¡Qué rápido se ha pasado el tiempo! –Dijo Lúa sorprendida a pesar de que antes de llegar ya sabía que la explicación duraría poco.
-Sí, eso es porque es muy interesante, a mi también se me ha pasado el tiempo volando, hasta me quedaría un poquito más – Dijo Willy- Creo que sería buena idea ir a merendar un poco, estar haciendo esto nos ha abierto el apetito.
-Sí, vamos. –Dijo Lúa con ganas.
-Que vaya bien chicos, nos vemos por la noche.
-Muchas gracias por todo Max, que tenga suerte con su investigación.
-Chao papá que vaya bien.
Salieron del laboratorio con rumbo a la casa, era un camino que se tardaba una media hora caminando despacio, ellos iban diciendo cosas, alegremente decían que la clase de hoy no era comparable con las que tenían en el instituto:
-Si mis clases hubiesen sido así de interesantes seguro que habría sacado dieces.-Dijo Willy riéndose.
-¡Por lo menos!
-¿Qué descubriremos mañana?
-No lo sé, pero seguro que es muy interesante y aprendemos mucho también.
Siguieron andando y charlando pero cuando llevaban quince minutos ya andando escucharon un estruendo, un ruido fuera de lo común en un sitio como ese.
-¡¿Qué ha sido eso?! – Dijo Lúa asustada.
-No lo sé, nunca he escuchado un ruido de ese tipo en esta zona, es una zona muy tranquila.
Los chicos miraron a todos lados, nerviosos, no eran conscientes de lo que estaba a punto de suceder, la cabeza se giraba hacia todos los lados, arriba y abajo pero no conseguían ver nada. A los pocos minutos después escucharon otro estruendo, este con más fuerza.
-¡Ha sido ahí! Lo que visto. ¡Creo que ha impactado en el laboratorio de tu padre!
-¡No! ¡No puede ser!¡Están atacando a mi padre! ¡Vamos corramos!
-¡Sí!
Empezaron a correr camino abajo tenían miedo pero tenían que ir a salvar a Max. Corrieron tanto que no daban pronunciado ni una sola palabra cuando se pararon, cuando faltaban cien metros vieron al padre salir del laboratorio, medio cojeando y agarrando un par de frascos de vidrio.
-¡Padre!- Gritó Willy al verlo.
Llegaron hasta él y lo cogieron entre los dos para ayudarle a andar, tenían que llegar rápido a casa, nadie estaba seguro allí.
-¿Por qué llevas esos frascos? -Preguntó Willy.
-Sé que esto pasaría, antes o después, necesitamos estar preparados. Son antídotos y mi descubrimiento aún sin probar, pero no puede llegar a mano de esos desgraciados.
-Pero… ¿Sabes quién nos ataca?-Dijo Lúa cuando pudo coger aire.
-No, pero el mundo es así, siempre encontraras a alguien que te envidie.
-Vamos, tenemos que avisar a mamá.
-Sí, vamos chicos.
Llegaron a casa y entraron, Lúa fue corriendo al botiquín para hacerle una cura a Max, y Willy corrió para buscar a su madre, cuando los cuatro estaban reunidos, Laura tocó la campana de emergencias, que estaba dentro de la casa y todos los que estaban trabajando fueron al salón corriendo.
-¡Hay alerta roja! Tenemos que evacuar. –Dijo Laura, que era la encargada de la seguridad.
-Enseguida. –Dijeron todos a la vez
Ya estaban preparados para esos casos, habían llevado a cabo unos simulacros para prepararse en caso de emergencia. Así que Lúa, que era la que no sabía siguió al resto haciendo caso en todo.
-Lúa llama a tus padres, te dijeron que los llamases en caso de emergencia.
-Sí, les llamo- Respondió Lúa mientras marcaba el número de los padres.
Pi…pi…pi…pi…pi…
Se ponía más nerviosa cada pitido que no cogían y pensaba “vamos, vamos por favor coger el teléfono”
-¡Nada! No lo cogen
-Llámales de nuevo.
“Ahora mismo estamos ocupados deje un mensaje después de la señal…pi…”
-¡No cogen!- Las lágrimas de rabia empezaban a brotar de los ojos de Lúa y estampó el móvil contra la pared.
-¡Pero qué haces! A lo mejor escuchan tu mensaje.
-¡Sí! Dentro de tres días. Para una vez que los necesito y no están. ¡Nunca están!
-No tenemos otra opción, dejarme ir al garaje y salimos por el túnel- Dijo Max.
-No, vamos ya, no tneemos tiempo. Dijo Willy muy tenso.
-No podemos dejar que nos sigan.
Los demás fueron saliendo de la casa, que estaba situando en un pequeño alto, pudieron ver parte del paisaje. Los jóvenes miraron hacia abajo y lo que antes era un paisaje verde y precioso ahora era marrón, rojo y negro, había zonas ardiendo y cenizas volando por el cielo que se iba tornando de un color más oscuro, el aire puro se convirtió en un olor desagradable y la temperatura del sitio aumentó considerablemente. La alerta de fuego se podía ver desde cualquier parte ya.
Cuando llegó el padre le entregó la dinamita a uno de sus hombres.
-¿A dónde vas con eso? –Pregunto Willy.
-Hijo, una vez pasemos por el túnel tenemos que hacerlo explotar, esto es muy peligroso y si nos siguen será nuestro fin.
-¡Cuidado! – Dijo uno de los guardaespaldas poniéndose delante de Max. Al instante recibió un disparo en el pecho, que por suerte no le hizo nada porque llevaba un chaleco antibalas.- Hay francotiradores, en esa montaña de enfrente.
-¿Cómo? Pensaba que eso solo existía en las películas.-Dijo Lúa.
-No.-Respondió el guardaespaldas. - ¿Ves ese brillo de ahí? Es uno de ellos.
-Hay que moverse rápido, No estamos seguros en ningún sitio.-Dijo Max.
-Willy…tengo miedo.-Dijo Lúa casi llorando.
-Hay que ser fuerte, en los momentos más difíciles.-Dijo Willy intentando tranquilizarla.
Los dos sabían que tenía razón pero en la práctica estaban llenos de miedo, casi temblando.
Todos juntos fueron corriendo por el camino que había por un lateral de casa, el guardaespaldas de último vigilando todo lo que se movía, cualquier paso en falso podía significar una tragedia.
Los corazones se les salían por la boca, nunca se les había pasado por la cabeza que algo tan oscuro pudiese ocurrir en la realidad.
Cuando ya faltaba poco para llegar al pasadizo secreto por donde salir, escucharon otro estruendo, venía de atrás, seguramente del garaje uno de los coches debía tener una bomba adosada.
-Suerte que por aquí no entra un coche.-Dijo Max.
-La opción más segura siente es correr-Dijo Lúa con un sudor frío que le recorría todo el cuerpo.
Lo único que quedó en pie de toda la zona fue la casa, a la cual seguramente no le meterían fuego hasta que no robasen todo lo interesante o robasen el experimento de Max.
Max estaba dolorido, la pequeña herida que tenía en la pierna hacía que disminuyese el ritmo respecto a los demás, un hombre que trabajaba para él lo cogió en brazos para que pudiesen empezar a correr.
Ya veían la entrada del túnel y se metieron, estaba oscuro pero había un botón que Max conocía que permitía encender el pasadizo durante un par de minutos, lo suficiente para pasar.
El guardaespaldas fue poniendo dinamita según avanzaban. Era un corredor estrecho, situado por debajo de la tierra. El polvo y las telarañas eran visibles a simple vista, un pasadizo poco transitado, hacía bastante frío allí, el suelo era de arena y tierra, el techo parecía a una cueva, húmedo. Cada vez que se metían más adentro del pasadizo se hacía más difícil respirar. Laura se ahogaba ahí dentro, sus problemas de alergia hacía que el polvo y la humedad le provocasen asma, cogió la medicación del bolsillo de la chaqueta y la tomó, tenían que salir lo antes posible, así que los dos hombres que estaban a su disposición la cogieron y Willy acompañada de Lúa fueron delante, echaron a correr hasta el final.
Los que quedaron detrás fueron poniendo la dinamita que quedaba.
-¡Aquí, aquí está la salida!-Dijo Willy, dándole de señas a los hombres que llevaban a Laura.
Cuando llegaron al final la dejaron en el suelo y ya pudo continuar ella. Con las manos en las rodillas, Lúa intentó coger aire mientras observaba el sitio a donde habían llegado. Era un lugar extraño, estaba en un camino de tierra, pero estaban en la ciudad, el pasadizo parecía incrustado en la pared de la montaña que hacía de frontera entre el maravilloso paisaje, que estaba calcinado y la ciudad.
Lúa recordaba la montaña de pasar en un autobús varias veces, pero nunca sabía lo que había detrás, nunca podría haberse imaginado lo que ocurrió durante los últimos días.
Poco a poco fueron llegando todos los que faltaban, Max todavía cojeando fue el penúltimo en salir, el último llevaba el último explosivo que puso en la puerta.
-Marcharos hacia atrás, esto puede ser muy peligroso.-Dijo el hombre.
Cuando se alejaron lo suficiente lo activó y todo voló por los aires. Ya no podrían seguirles por el túnel.
-¿Y ahora?-Dijo Willy viendo como lo había perdido todo.
-Habrá que buscar un sitio donde esconderse por el momento.- Dijo Max.
-¡Ya sé!- La ciudad estaba por allá ¿No? -Dijo Lúa ocurriéndosele una idea.
-Sí.
-Pues vamos en autobús hasta mi casa, no es tan grande como la vuestra pero… tiene comida de sobra, mis padres siempre me dejan un cajón de congelados lleno de cosas.
-No queremos molestar, ya te hemos dado bastantes problemas.-Dijo Willy.
-¿Problemas?
-Sí, podrías haber muerto, igual que nosotros.
-Me da igual, si no hubiese sido gracias a ti, no hubiese sabido lo que es ganar un premio o la felicidad de estar con una “familia”.
-Si razón tienes pero…
-No hay peros que valgan.
-¿Y si tus padres no te dejan? –Dijo Max preocupado.
-A mis padres nunca les he importado. ¿Por qué tendrían que importarme ellos ahora?
-Espero que tengas razón, mi padre necesita una cura lo antes posible y aquí solo perdemos el tiempo.
Cogieron el primer autobús que bajaba a la ciudad y Lúa sacó una venda y un par de cosas más que se había guardado en el bolsillo para hacer los primero auxilios.
-Sabía que la venda no duraría mucho. Tendría que verte un médico puede infectarse la herida.
Las personas que estaban en el autobús reconocieron a Max, pero sólo se acerco un médico.
-¿Necesitas ayuda? Soy médico. Esa herida no tiene muy buena pinta.
-Pues la verdad es que sí, porque ahora mismo le estaba diciendo que necesitaba a un médico para que le viese la herida.
-Déjame que la mire, siempre suelo llevar un par de cosas encima.
-Vaya, debe ser muy cansado llevar siempre todo.
-Todo, todo no es… un día vi una emergencia y no llevaba nada encima. La ambulancia tardo en llegar. No fue más que un susto, pero desde aquellas prefiero llevar un botiquín nunca se sabe cuando hará falta.
-Sí, tienes razón, mejor prevenir que curar.
El médico le desinfectó la herida y la curó, lo hizo muy fácil porque era un experto y la herida era de lo más normal.
-Ya está, ahora guarde un poco de reposo, en un par de días estará recuperado del todo, por suerte solo es una herida superficial.
-¡Qué rápido! Muchas gracias.- Dijo Max.
-De nada Señor Wellington. Tenga más cuidado por donde va, ese tipo de heridas pueden ser peligrosas.
-Gracias es usted muy amable.
-Esta es mi parada, que vaya todo bien.-Dijo el médico bajándose del autobús.
-La siguiente parada es la nuestra, estas calles ya me las conozco bien.-Dijo Lúa.
-Estupendo, parece que las cosas comienzan a ir bien.
El tiempo entre parada y parada fue muy breve, además el autobús tenía incorporado un sistema tecnológico que iba diciendo las paradas.
“piii… Parada: Calle de cuatro vientos”
-Esta es la nuestra.- Dijo Lúa esperando a que se abriesen las puertas para bajar.
Bajaron del autobús y Lúa miró a ambos lados de la calle, señalo hacia la izquierda de la parada y llegaron a casa de Lúa, que estaba cerca. La casa tenía un portón que parecía antiguo y era de color marrón. Abrió la puerta y subieron hasta el segundo piso, al entrar dijo:
-Esta es mi casa, es algo más pequeña que la vuestra pero al menos tenemos comida suficiente para pensar cómo solucionamos el problema.

-Muchas gracias Lúa. -Dijo Max.
-Estáis como en vuestra casa, yo dormiré en el sofá hoy para que tengáis disponible otra cama donde acostaros.
-No hace falta, yo puedo dormir en el sofá o en el suelo, que para algo somos los invitados.- Dijo Willy mientras el resto asentía con la cabeza.
-Como queráis, no hay camas para todos así que voy a ir sacando mantas para que alguien se acomode en el suelo.
-Yo te ayudo.-Dijo Willy.
-Creo que Max y Laura deberían dormir en la cama de mis padres, al fin y al cabo ellos están mal.
-Sí, a mí también me parece correcto.- Dijo Willy mirando la pierna donde tenía la herida su padre.
Mientras fueron a sacar mantas vieron como uno de los guardaespaldas de Max hablaba sospechosamente por teléfono.
-¿Desde cuándo este no estaba con nosotros?-susurró Lúa a Willy.
-No lo sé, pero es muy raro, podría haber pedido permiso al menos, estoy empezando a sospechar, no me cuadran las piezas.
Mientras Willy hablaba, Lúa escuchó al guardaespaldas pronunciar el nombre de sus padres, los ojos se abrieron de golpe y quedándose de piedra le dio de señas a Willy.
-Vale, están escondidos en su casa jefe. Como ratas en una ratonera. Avise cuando haya que atacar de nuevo.
Willy y Lúa echaron a correr antes de que los pillase escuchando detrás de la puerta. Fueron donde Max y le explicaron lo que habían oído.
-¿Estás segura de que se refería a tus padres?- Le pregunto Max.
-Sí, dijo sus nombres y luego dijo que estaban en su casa.
-Estamos en peligro. Pero no podemos llamar la atención hay que disimular.
-Tengo que ir a hablar con ellos, esto no puede ser cierto.-Dijo Lúa nerviosa.
-No, puede ser peligroso, pueden hacerte daño.
-Willy, son mis padres necesito explicaciones, esto es muy grave si llega a ser cierto.
-Pero… ¿Sabes donde están?
-No, pero seguiré al guardaespaldas. Es la única opción.
-Ten cuidado muchacha, pueden tomarla contigo.
-No voy a dejar que pongas en riesgo tu vida.- Dijo Willy preocupado.
-Sólo quiero respuestas.
-Y si resulta que es cierto ¿Qué piensas hacer?
-Los intentaré convencer de que paren, esta guerra no llega a ningún lado.
-Ya claro, te diré lo que hará esa gente si descubren que tienes algo que ver con nosotros: te lavarán el cerebro y después te mandarán venir a por nosotros.- Dijo Willy elevando el tono de voz.
-¡¿Tú has visto muchas películas?!- Dijo Lúa medio enfadada.
-Willy, déjala es su decisión, ella nos ha demostrado que no es igual que ellos, tenemos que respetar su opinión, al fin y al cabo son sus padres.- Dijo Max intentando amainar a ambos jóvenes.
Max le dio de señas a Lúa viendo que se iba el guardaespaldas. Lúa fue detrás de él intentando ser cautelosa y disimulando por las calles, ya que era difícil despistar a un agente de seguridad.
Pasó un par de calles y vio como entro en un edificio plateado, de muchas plantas situado en una rotonda, la puerta estaba custodiada por dos guardaespaldas, esperó un rato vigilando la zona y pensando en lo que decir. Lúa tenía algo de miedo, Willy le había dicho muchas cosas y no le sentó muy bien que no la apoyase en ese momento tan difícil para ella.
Al rato decidió acercarse y los guardias le dijeron, identificación por favor.
-Soy la hija de los jefes.
-¿Eres la hija de Pedro?
-Sí, mira el DNI.
-Está bien, puede pasar, pero creo que están ocupados ahora.
-Puedo esperar ¿En qué piso están?
-En el quinto.
-Gracias.- Dijo Lúa mientras pensaba en lo fácil que había sido entrar.
Entró en el edificio y a la derecha había una recepción, al fondo los ascensores y a la izquierda unas escaleras. Usó el ascensor, sería más sencillo no perderse en un edificio tan moderno.
Pulsó el botón y bajo enseguida, cuando entró pudo observar muchos botones, era bastante grande y muy moderno. Todo metalizado, a juego con el edificio, parecía que estuviese dentro de una película futurista.
Cuando llegó a la quinta planta el ascensor avisó y nada más salir por la puerta estaba el padre esperándola.
-Hola hija. ¿Qué haces aquí?
-Vine porque quiero saber la verdad.
-¿Qué verdad?
-¿Es cierto eso que dijo el señor ese?
-¿Qué señor? - Dijo el padre haciéndose el loco.
-Pues que vosotros plantasteis una bomba a aquella familia.
-Oh vaya, no sé de qué estás hablando.- Dijo el padre de Lúa, con cara de no estar diciendo la verdad. Ella lo capto enseguida y se dio cuenta de que ocultaba algo.
-¿Por qué ese hombre entro aquí?
-Todavía eres muy pequeña para comprenderlo.
El padre le agarró por el brazo y apretó fuerte, le estaba haciendo daño y ella se quejó, él siguió tirando de su brazo y la entregó a unos guardias.
-Ya sabéis lo que tenéis que hacer con ella, podría interferir en el plan.
Los guardias la cogieron y la metieron en una celda de metal, ella intentó convencer a los guardias, pero parecía que no escuchaban sus súplicas.
-Por favor, tenéis que sacarme de aquí hay muchas vidas en peligro, son gente inocente, no se lo merecen.
Al rato intento convencerlos de otra manera:
-Si me sacáis de aquí os ayudare con vuestro plan… al fin y al cabo son mis padres.
El guardia fue a avisar al padre de que quería colaborar.
-Sabia decisión, hija. Sabía que compartirías mi punto de vista.
Lúa estaba temblando, no sabía lo que iban a hacerle y pensó que Willy tenía razón, pero ya era demasiado tarde para echarse atrás. Todo se había precipitado y estaba ocurriendo muy deprisa.
Cuando se dio cuenta tenía una bomba adosada al cuerpo y el padre le dijo:
-Ya sabes lo que tienes que hacer, vas a casa y le das al botón de este dispositivo para que explote.
-Pero…pero…yo moriré si hago eso.
-Morirás por la causa, hija mía.-Dijo el padre que parecía no importarle nada.-Todo tiene un precio.
-¿Eres capaz de matar a tu propia hija?
-Siempre has sido un estorbo, solo nos has servido para aliarte con ese científico, nos servirás de ayuda. Cuando hagas explotar la bomba le robaremos el experimento y nos quedaremos con el mérito. Por una vez tu madre y yo podremos ser ricos.
-Las cosas no se hacen así.
-¡Ah, sí! Se me olvidaba no te quites este collar, es para que no te pierdas.
-¿Me vas a rastrear con un chip?
-Sí, no quiero que el plan salga mal, no me fio de ti, al fin y al cabo eres una revolucionaria. Deberías de seguir el mismo camino que tu madre, fue inteligente y se hizo caso de mi.
Antes de que pudiese decir nada, los guardias la llevaron a la puerta.
Fue andando despacio hasta su caso, intentando pensar algo para salir de esta pero era muy difícil, llevaba una bomba encima y no le dejaba pensar con claridad. Cada vez que se notaba el bulto del cuerpo se ponía más nerviosa, pensaba que Willy tenía razón, no sabía cómo iba a explicárselo.
Cuando llegó a casa, Willy se fue a abrazarla pero ella lo paro antes de que tocase el botón sin querer, se quito la chaqueta y vieron la bomba adosada al cuerpo de Lúa.
-¡¿Qué te dije?!-Dijo Willy gritando.
-Los malos son mis padres.-Dijo Lúa entre lágrimas.- Dijeron que era un estorbo y que si estallaba la bomba se quitarían un peso de encima.
-Eso es muy cruel.-Dijo Max.
-Willy, deberías apoyarla, ella no nos haría daño.- Dijo Laura poniéndole la mano en el hombro a su hijo.
-¿Cómo que no? Si lleva una bomba. Nunca me haces caso Lúa y mira que te dije que era peligroso. Y por si fuera poco ahora te alias con ellos.
-Ya verás como encontramos una solución.
-Ya, claro con una bomba y un collar para saber donde está en cada momento.
-Voy a quitarte la bomba del cuerpo, Lúa. No te muevas, puede ser peligroso.
-Ha venido con la intención de matarnos, estás loco. –Dijo Willy enfadado.
-Yo no quiero matar a nadie, no soy una asesina.-Dijo Lúa llorando.
-Willy, está diciendo la verdad, es buena chica, ella no nos haría daño. Que sus padres sean así no significa que ella sea mala y cruel.
Lúa asintió con la cabeza y dejó que Max le quitase la bomba, por suerte había recibido un curso de cómo manejar bombas hace años, se la quitó despacio y sin movimientos bruscos.
Se la entregó al guardaespaldas que quedaba, que también sabía manejar bombas, era de confianza. También le dio el mando que tenía el botón para que se le devolviese a los padres de Lúa.
-Hazla explotar donde están mis padres le.- Dijo al guardaespaldas antes de marcharse.
-No puedes hacer eso Lúa.-Dijo Max intentando que entrase en razón.-Son tus padres.
-Yo no tengo padres.
Willy y Max se estremecieron al escuchar la dureza de las palabras. Willy se acercó a ella y la abrazó:
-Lo siento por decirte todo lo que te dije antes, no te lo merecías.
El guardaespaldas volvió al rato y dijo:
-Ya explotó la bomba, no creo que nadie piense que fue una bomba porque la coloque en el laboratorio. Cualquier fallo podría haber provocado esa explosión.
-Muchas gracias. Sabía que podía confiar en ti.-Dijo Max.
-Todo sea por hacer justicia.
-Ya sabes lo que pienso sobre lo de tomarse la justicia por cuenta propia, pero en este caso era distinto, esa gente llevaba la maldad en la sangre, eran seres de los más crueles, que eran capaz de cualquier cosa para conseguir su objetivo, incluso fueron capaces de intentar matar a su propia hija, una chica que no se merece eso.-Dijo Max intentando que sus palabras llegasen a Lúa para animarle un poco y que se sintiese apoyada por toda la familia en ese momento tan complicado.
Decidieron hacer la cena, porque se había hecho tarde y tenían hambre.
Lúa fue donde estaba el cajón de los congelados y saco un par de fiambreras de masa de croquetas, las llevó a la cocina y mientras Willy y ella les hacían la forma. Max y Laura las cocinaban y los mayordomos ayudaron a poner la mesa, ya que eran bastantes a comer.
Al terminar de cocinarlas se sentaron en la mesa y cenaron tranquilamente, estaban muy ricas se notaban que estaban hechas en casa porque no se parecían en nada a las compradas.
Willy prefirió no opinar porque seguramente estuviesen hechas por los padres de Lúa y su comentario podría incomodar a Lúa.
Después de cenar fueron a dormir, había sido un día muy difícil y largo y todavía quedaba pensar que iba a pasar a partir de ese momento.
Lúa no pudo dormir aquella noche, se había quedado sin la única “familia” que tenía, de la forma más triste y amarga que podía haber ocurrido.
Al día siguiente decidieron ir a dar una vuelta y tomar el aire por la ciudad, despejarse les vendría bien a todos, Max acompañó a Willy y Lúa al parque, Laura quedó con unas amigas para ir al centro comercial y el guarda espalda y los mayordomos tuvieron día libre.
Una vez llegaron al parche fueron a una zona verde inmensa y se pusieron a correr un poco.
De repente empezaron a escuchar un ruido de un helicóptero sobre ellos, extrañados por la presencia de esa máquina dejaron de jugar y se apartaron.
La tranquilidad duraría poco porque dentro de aquel helicóptero iba el padre de Lúa, ella se asustó al verle las quemaduras de la cara, había sobrevivido a la explosión de la bomba. La miró y le dijo:
-No te ibas a librar de mí tan fácilmente.
-¡Vete de aquí! No quiero saber nada de ti.
-¡Qué pena! Ya es demasiado tarde para eso, Lúa.- Dijo el padre mientras se acercaba a ella para clavarle un veneno.
-¡Ahh! No… me siento… bien.-Dijo Lúa sintiendo el dolor, los músculos ya no soportaban el peso y se calló en los brazos de Willy.
A ella ya no le quedaban fuerzas en el cuerpo. Le había inyectado un veneno bastante fuerte a Lúa.
Llendose para el helicóptero dijo:
-Se morirá en media hora, uno de estos frascos es el antídoto y otro más veneno. Si te equivocas y usáis el veneno la mataras al minuto. ¡Suerte!
-¡Maldito seas! No he conocido ninguna persona tan cruel como tú. Tu hija no merece esto.- Le gritó Max antes de que empezase a arrancar el helicóptero, pero no lo escucho porque estaba dentro ya.
-Ir tras él…no debe… escapar.-Dijo Lúa sin fuerzas.
-¡No! Lúa, tenemos que salvarte a ti, no te vanos a dejar sola en un momento como este y menos después de todo lo que has hecho para defendernos.- Dijo Willy mientras seguía agarrándola.
Cada minuto que pasaba era un minuto menos de vida que le quedaba a Lúa, que empezaba a sentir frío, su cuerpo sudaba y la sangre se le ralentizaba por dentro.
Max seguía intentando distinguir cual era el veneno y cual el antídoto, pero por mucho que lo miraba o movía eran completamente iguales a simple vista, su vida estaba a cara o cruz pero el padre no podía arriesgarse a matar a la joven.
Willy se quedó mirando al padre y desesperado dijo:
-¡No queda mucho tiempo!
-Sólo nos queda la opción de probar mi descubrimiento, pero todavía no esta usado con personas.
-¿Tu experimento es un antídoto?
-Así es, es un antídoto “universal” pero como ya he dicho no está probado con personas.
-Es mejor opción que probar suerte con el veneno o antídoto de esos frascos.
-Sí, no queda mucho tiempo.
-Le suministraron el experimento de Max a Lúa, con cara de preocupación porque no sabían si iba a funcionar y podría llegar a morirse.
Lúa ya se había desmayado y ellos cerraron los ojos esperando a que funcionase.
-¿Qué ha pasado?
Max y Willy abrieron los ojos entre lágrimas y Willy la abrazo.
Le contaron lo que había pasado y lo recordó todo perfectamente, todavía estaba algo débil, pero dijo:
-Hay que coger a mi padre, no puede salirse con la suya.
-Primero recupérate.-Dijo Willy intentando que no se moviese.-El veneno era muy fuerte, necesitas relajarte.
-Pero no se puede escapar tenemos que cogerlo.
-Deja a mi padre que se encargue de eso, tiene contactos. Puede que podamos hacer algo.
-Es cierto, Lúa. Ahora mismo llamaré a la policía, conozco al jefe.-Dijo Max sacando la agenda.- ¡Aquí está! Ahora lo llamo.
-…
-Hola amigo.
-…
-Pues verás, tenemos una emergencia.
-…
-Sí, verás el padre de una amiga de mi hijo, Lúa, casi mata a la pobre muchacha.
-…
-La ha envenenado, pero por suerte ella está bien.
-…
-Sí, el problema es que se ha escapado en helicóptero.
-…
-5432-F, es la matrícula y es de color azul oscuro.
-…
-Muchas gracias.
-…
-Me han dicho que irán a por el ahora mismo, están habilitando un par de líneas de acción por si se escapa a otra ciudad y van a activar un dispositivo de búsqueda y captura. En cuanto lo pillen nos lo hará saber.- Dijo Max después de colgar el teléfono.
-Tiene que haber justicia.- Dijo Lúa con el odio en los ojos.
-Ya sé que es un momento duro para ti, Lúa. Porque se trata de tu padre, pero tienes que ser fuerte cuando tengas que volverlo a ver.-Dijo Willy.
“Tiriritiririritririr”. El móvil de Max estaba sonando. Era el número de Laura, que todavía no sabía lo que había ocurrido, así que se reunieron todos para cenar, mientras Max, que era el que más firme tenía la cabeza, le contaba lo que había sucedido.
Laura no se lo podía creer y cada vez que Max nombraba algo del veneno, su cara se iba hacia la cara de Lúa. Preocupada preguntó dónde estaba el padre de Lúa, Max también le informo de que la policía lo estaba buscando.
Al día siguiente Max recibió la llamada del jefe de policía, lo habían encontrado a un par de kilómetros de allí, a la tarde sería trasladado a la prisión de la ciudad para someterlo a juicio, Por lo que pudo intuir el jefe sería bastante fácil juzgarlo, ya que el padre no mostraba ningún trastorno mental. Tampoco tenía ningún rasgo de arrepentimiento y se sentía orgulloso de sus actos.
Lúa al enterarse pidió verlo por última vez antes del juicio, así que por la tarde la acompañaron a verlo antes de que entrase en la comisaría.
Iba en un coche, esposado atrás y con dos policías custodiándole. Cuando Lúa lo vio salir del coche se acercó y le dijo:
-¡Hija! Estás bien.
- Si esto viva no es gracias a ti.
-No me mires así, soy tu padre.
-¿Mi padre? ¡¿Qué padre es capaz de envenenar a su propia hija y dejar a la suerte su vida?! Dímelo porque eres un ser cruel y frío. Yo ya no tengo padre, lo perdí cuando no estaba siempre que lo necesitaba cuando era pequeña. Ahora sé a lo que te dedicabas cuando estabas demasiado ocupado como para verme.
-Pero…
-¡Cállate! No quiero saber nada. ¡Lo tenías todo y ahora no tienes nada! Tu trabajo consistía en ser un envidioso, porque nunca supiste valorar lo que tenías, igual que mamá.
La cara del padre no cambiaba, parecía no afectarle las palabras tan duras que ella le dijo:
-Vámonos Willy, ya no pintamos nada aquí.
Después de un par de semanas el padre fue juzgado con la cárcel.
Ella estaba viviendo en su casa con Willy y su familia mientras reconstruían la zona de nuevo.
Unos cuantos años después Willy y Lúa se convirtieron en científicos guiados por la sabiduría y paciencia de Max y fueros excelentes compañeros de investigación.



Fin

- (Julio -2013)--