La
envidia de la ciencia
A las afueras de una
ciudad un día de primavera, se estaba celebrando una competición de
natación, la última carrera y más importante la había ganado una
joven, su nombre era Lúa, pero en su equipo no era muy aceptada por
lo que a la hora de subir al podio el entrenador prefirió elegir a
la capitana del equipo, o como también se le conocía, la mano
derecha del entrenador, todo lo que decía la capitana se hacía.
Tenía manipulada la mente del entrenador y jugaba con ese poder a su
antojo.
A pesar de que Lúa era la
única sin reconocimiento aún dentro del equipo a pesar de que había
ganado dos carreras no subió al podio. Pero antes de la entrega de
medallas, el joven que estaba en el segundo puesto, bajo y se acerco
al jurado y en voz baja les dijo:
-Creo que la medalla se la
deberíais otorgar a Lúa, es la única que no tiene medalla dentro
de su equipo y ha ganado dos carreras y no es justo que otra de su
equipo se lleve el mérito a pesar de no haberse mojado.
-Tienes toda la razón- le
respondió uno de los jueces.
El jurado se miró y se
dieron de señas. Lúa que todavía no sabía lo que estaba pasando
siguió aplaudiendo por la victoria de su “equipo”, pero un par
de minutos después un juez cogió el micrófono y dijo:
-Lúa sube al podio la
victoria es tuya y la medalla también.
-¡Oh vaya! ¿En serio?
¡Qué ilusión! Muchas gracias.- Dijo Lúa sorprendida a la vez que
contenta.
La capitana que estaba en
el podio se bajó y le miro con cara de superioridad, se marcho
murmurando hacia la zona donde se encontraban los demás, diciéndole
al entrenador que la echase del equipo.
Mientras, en la entrega de
premios el joven que había quedado segundo le dio la enhorabuena a
Lúa y ella le sonrió alegremente. La ceremonia no duro mucho, pero
fue lo suficiente para que se empezasen a caer bien.
Al terminar Lúa se acercó
al joven y le dijo:
-Muchas gracias, me di
cuenta de que sin ti no hubiese vivido nunca la experiencia de estar
ahí arriba.
-No tienes que
agradecérmelo, solo hice lo correcto ¿Te paso lo mismo otras veces?
-Sí, por desgracia…
habré ganado cinco o seis competiciones pero nunca me había llevado
el merito.
-¡Vaya! Menudo equipo…
si es que se le puede llamar así.
Mientras
tanto, sienten como alguien se acerca, era el entrenador con la
“hiena” de la capitana detrás y dice:
-Lúa
quedas destituida del equipo, ya no formarás parte de él nunca más.
-¿Se
puede saber por qué?
-Por tu
comportamiento hacia el equipo que has demostrado hoy.
-¿Y
cómo vuelvo a casa?
-Búscate
la vida, lo hubieses pensado antes.
-¡¿Estás
loco o qué?! No conozco el sitio y estamos a más de diez kilómetros
de distancia.
-Jijiji-
se rió la capitana imitando a una hiena (en realidad no la imitaba
si no que su risa era así)
-No hay
más que hablar – Dijo el entrenador.
-No os
necesita, sois vosotros los que rogareis que vuelva, al fin y al cabo
ella es la que ha ganado todos los títulos que tenéis- Dijo el
joven.
-¡Já!
Eso habrá que verlo- Dijo mientras miraba a los dos con cara de
superioridad y sin quedarse callado dijo- Os arrepentiréis de
haberme retado.
El
entrenador y la capitana se fueron riéndose de una forma extraña y
maligna, que asustaba a cualquiera que los escuchase.
Los
chicos se miraron y Lúa le preguntó:
-¿Cómo
te llamas?
-Willy
¿y tú?
-Lúa
-Es un
nombre muy bonito.
-Gracias.
-Por
cierto ¿Quieres que te enseñe el lugar?
-Vale,
la verdad es que yo aquí estoy más perdida que en un laberinto ¿Tú
vives aquí?
-Sí,
vivo cerca, entre el bosque. Ven vamos a buscar a mi padre que nos
lleve en su coche.
Cuando
llegaron donde estaba el padre, Lúa asombrada dijo:
-¿Tu
padre era uno de los que estaban en el jurado?
-Sí,
además es un buen científico.
Subieron
al coche y siguieron hablando.
-¿Max
Wellington? Me suena tu nombre.
-Sí,
mi padre es uno de los más prestigiosos científicos pero tiene
muchos enemigos.
-¿Enemigos?
Si los científicos nos salvan las vidas, descubren cosas que no
sabríamos gracias a ellos y seguro que a más de uno le gustaría
tener tanta sabiduría.
-Por
eso mismo muchacha, mucha gente nos tiene envidia.
-Papá,
se llama Lúa.
-Ya
sabes que soy muy malo para los nombres hijo.
-No
pasa nada, no se preocupe. Por cierto eso de ahí ¿Es una parada de
autobús?
-Sí.
-¿Y la
ciudad está por allí o por allá? –Dijo Lúa señalando a ambos
lados de la carretera con cara de no conocer nada, se puso algo
nerviosa porque tenía miedo a perderse y no saber donde estaba.
-Por
allí- señalo Willy a la carretera del oeste y siguieron por la
carretera del norte con el choche.
-Pero
tranquila, te presento donde vivimos y si quieres puedes preguntarles
a tus padres si te dejan.
-Mis
padres no suelen estar en casa, trabajan mucho.
-¿En
que trabajan?
-No lo
sé, siempre que les pregunto nunca me responden o lo guardan en
silencio.
-Qué
raro…
-Pipiripiripipi
el móvil de Lúa estaba sonando, era el número de los padres.
-¡Hablando
del Rey de Roma!- Dijo Lúa extrañada por la llamada mientras cogía
el teléfono.
-…
-Hola.
¿Cómo estáis?
-…
-Así
que estáis muy liados, como siempre…
-…
-¡Pues
bien! Me lleve una medalla de oro ¿Te lo puedes creer?
-…
-Si…
¿Quién te lo contó?
-…
-¡¿Cómo?!
¿El entrenador te ha ido con el cuento?
-…
-Pues
ya ves, me ha dejado tirada.
-…
-Sí,
por suerte.
-¿Cómo
sabes eso?
-…
-Sí.
¿Y podría quedarme hasta que podáis venir a buscarme?
-…
-Sí,
claro justo me estaban diciendo eso.
-…
-Vale,
no tardéis mucho.
-…
-¿Qué
vas a tardar un par de días?
-…
-¡Vaya
tela!
-…
-Claro…
si pasa algo te llamo…
-…
-Vale,
hasta luego.
Lúa
cuelga el teléfono y con cara de asombra dice:
-No me
lo creo…
-¿Qué
pasa?- Dijo Willy.
-Que
están muy ocupados como para venir a buscarme , que justo están
trabajando en algo nuevo y por lo que se ve es muy importante.
-No te
preocupes por eso.
-Se
creen que soy una caja que me empaquetan en un sitio y ya está,
siempre lo mismo.-Lúa cruzo los brazos y frunció el ceño.
-No te
preocupes, ahora estas con nosotros, si tienes que quedarte con
nosotros un par de días no pasa nada, tenemos casa para todos y así
le haces compañía a mi hijo, seguro que os lleváis muy bien.
-No
quiero molestar.
-¡No
eres un estorbo! – dijo Willy mientras le ponía una mano en el
hombro para que quitase la cara de enfado.
Siguieron
con el coche por la carretera, cada vez se veían más árboles y
menos casas.
-Ya
estamos llegando- dijo Max mientras se iban a acercando a una verja
de metal que había, donde le dio de señas a un guardia y le
abrieron la puerta.
Al
pasar siguieron un pequeño camino de tierra, no se veían mas casas,
sólo una en un alto y era bastante grande, Lúa se quedo asombrada
por la maravilla del paisaje, era como si hubiese cambiado de ciudad
en un abrir y cerrar de ojos, Max le abrió la ventanilla del coche y
ella respiró, el aire era tan puro que se le quedaría grabado en la
mente para el resto de sus días, el paisaje era precioso, flores de
todos los colores, los arboles, los cerezos en flor y pájaros que
parecía que cantaban.
A Lúa
le parecía un sueño, pero era de verdad, sus ojos no le engañaban,
siguieron el camino en coche hasta llegar a la casa de Max, pero a
cada metro que recorrían había más árboles y flore.
Al
llegar bajaron del coche y Lúa asombrada preguntó:
-¿Y tu
vives en esta casa?
-Sí,
todo esto es nuestro, desde donde viste al guardia hasta allí
arriba.
-Vaya…
es realmente precioso.
-Sí
que lo es- dijo Willy
-Bueno
chicos vamos a comer y luego le enseñas el sitio, hijo.
-Vale.
Habían
llegado justo a la hora de comer así que entraron en casa y Lúa se
siguió sorprendiendo, la casa parecía un palacio, tenían hasta
mayordomos que le cogieron la chaqueta nada más entrar.
-Bienvenido
a casa Señor Max Wellington. Veo que trae visita.
-Sí,
así es, prepárale una habitación se quedará un par de días.
-Vale
¿Cómo se llama señorita?
-Lúa-
respondió mientras se quedo pensando, asombrada por la elegancia del
mayordomo.
Lúa lo
siguió acompañada por Willy, la habitación era como un salón de
grande y tenía una cama donde entraban 3 personas.
-¡Qué
grande es!
Willy
sonrió y al escuchar la campana dijo:
-¡Hora
de comer!
Fueron
a lavarse las manos al servicio mientras Lúa seguía asombrada y
maravillada por cada rincón de la casa que veía. El servicio tenia
ducha con masajes y muchas otras cosas.
Al
salir se sentaron en la mesa y continuaron hablando, desde el primer
momento que cruzaron conversación había algo en ellos que había
más que amistad, pero ninguno dijo nada, aún era demasiado pronto
como saber si era cierto o si quiera pensar en si el otro pensaba y
sentía lo mismo, lo que estaba muy claro es que eran tal para cual
pero ninguno se atrevía a sacar el tema primero.
Cuando
terminaron de comer dijo Lúa al mayordomo:
-Ya
recojo yo.
Willy
se adelanto y la volvió a sentar en la silla.
-No
hace falta, relájate por un día, estas de invitada.
-Pero
una cosa es estar de invitada y otra no ayudar en lo que se pueda.
-No
hace falta.
-¿Quieren
café?-Dijo uno de los mayordomos para salir del paso.
-Vale.-
dijeron todos a la vez.
Continuaron
hablando un par de horas más, Lúa converso con los padres de Willy
y los conoció un poco más. Eran buena gente y a pesar de su elevado
status, no se creían superior a nadie y tampoco presumían de nada.
Cuando
todo el reloj de cuco eran las cuatro y media de la tarde y la madre
dijo:
-¿Por
qué no llevas a Lúa y le enseñas el sitio?
-Vale.
¿Por dónde empezamos?
-Pues
no lo sé, tú eres el que conoces el sitio y esto es muy grande-
dijo Lúa.
-Bueno,
pues te enseño la casa.
Se
pasaron un par de horas viendo la casa, empezaron para la habitación
para ver películas que era como un cine de grande.
-Aquí
es donde se ven las películas y a veces mi padre da charlas sobre
ciencia, cuando eso ocurre esto se llena de gente que viene a
aprender un poco más.
-Es
realmente impresionante. Un día tenemos que asistir a una de sus
charlas.
-Pues
ahora está estudiando algo nuevo, cuando obtenga resultados los
publicará y hará una charla.
-¡Qué
bien! Ya me avisarás para venir a verle.
-Claro,
por supuesto.
Siguieron
viendo la casa, la cocina parecía la de Ferran
Adrià, con un montón de cacharros distintos, cada uno con su
utilización práctica, un armario solo para especias, desde el
tomillo , orégano o el curry hasta algunas tan raras como la sal
dulce de Utah o la sal del Himalaya. La cocina parecía sofisticada.
Cuando
pasaron por la biblioteca de la casa, Lúa descubrió un montón de
libros, se acomodó en el sofá que había en el medio y puso a
leerse un libro, Willy le dijo que se lo quedase y lo leyese después
para que le pusiera enseñar la biblioteca y todo lo que quedaba.
Ella acabaría devolviéndolo al terminar de leerlo, ya que se
trataba de un libro único y allí en la biblioteca podría
disfrutarlo más gente.
En
la biblioteca había libros de todas clases, incluso algunos muy
antiguos que había que pasar las hojas con cautela para que no se
rompiese y además las hojas eran de otro tacto y color a los nuevos.
En
una estantería había muchos de los estudios de Max, “Iniciación
a la ciencia” “La biología y los microorganismos” uno de los
cientos de títulos que se alcanzaban a leer.
En
otra habitación estaban los premios que había recibido Willy en las
competiciones y los reconocimientos que le habían otorgado a Max.
Las vitrinas relucían y el cristal parecía un espejo, en el fondo,
había una estatuilla con el nombre de Max y el de una mujer, Lúa se
dio cuenta de que el nombre de la mujer solo aparecía en aquella
estatuilla y preguntó.
-¿Quién
es Laura?
-Es
mi madre.
-Solo
aparece en este. ¿Por qué?
-Cuando
mi madre conoció a mi padre empezaron a trabajar juntos y estuvieron
diez años en un estudio muy importante, pero mi madre tuvo que
dejarlo porque descubrió que era alérgica a una sustancia y se
llevo ese reconocimiento por ayudarlo. Luego nací yo y solo siguió
mi padre.
-Es
una pena, seguro que hacían un buen equipo de investigación.
-Pues
sí.
Siguieron
pasando las horas poco a poco mientras continuaban viendo la casa
hasta la hora de la cena. La campana sonó:
-Ya
es la hora de la cena. ¡Qué tarde se hizo ya!- Dijo Max asombrado
por la rapidez con la que había pasado el tiempo.
-Se
pasó el tiempo volando- Dijo Lúa sonriendo.
Durante
la cena siguieron hablando y conociéndose un poco más.
-Mañana
te enseño el jardín y el paisaje. Seguro que te encanta el río.
-Vale,
como quieras.
Al
dia siguiente Lúa se despertó con una sonrisa, desde su ventana se
veía gran parte del paisaje y los rayos del sol entraban e
iluminaban toda la habitación, era un día espléndido. Cuando se
disponía a levantarse, un “toc toc” sonó, era Willy para ver
como estaba.
-¿Cómo
estás? –Dijo Willy-¡Si que te has despertado pronto!
-Sí,
no suelo dormir mucho, además hace un día estupendo.
-¡Me
alegro mucho! Yo también me levanté hace poco. ¡Así tendremos más
tiempo para enseñarte los alrededores!
-Vale
– Lúa sonrió y termino de ponerse los zapatos.
-Vamos
a desayunar, nos hará falta estar bien comidos hoy. Tenemos que
andar bastante.
Bajaron
a desayunar, su madre estaba colocando unas flores y su padre ya
había salido a trabajar. Desayunaron sin pararse mucho, las ganas de
descubrir el sitio de ahí fuera llenaba sus cuerpos de alegría y
felicidad.
Cuando
salieron, Willy prefirió enseñarle el jardín y el huerto. El
jardín era grande, con su piscina y sus gnomos de jardín. Lúa se
fijo en uno en particular, tenía coletas rosas y los ojos brillantes
y azules, tuvo la sensación de que la figurilla le había guiñado
un ojo, pero no dijo nada y pensó que era muy original. Decidieron
darse un chapuzón en la piscina antes de comer y después ir a ver
el paisaje. Necesitarían estar descansados el camino sería largo.
A
la hora de comer salieron de la piscina y se secaron. Fueron
corriendo a lavarse las manos, la felicidad invadía sus cuerpos y
alegremente se sentaron en la mesa, sobre las cuatro salieron para
ver todo el paisaje, el río, las montañas, el bosque…
Willy
señaló hacia el río y le dijo a Lúa que fuesen por ahí, por un
camino que había debajo de la casa, siguiendo el lecho del río, el
agua era pura, cristalina, los rayos del sol reflejaban en el agua y
hacía que brillase , los árboles susurraban con cada una de las
pequeñas brisas que pasaban. Lúa decidió sacar una foto con el
móvil para enviarse a sus padres y que ellos también pudiesen
disfrutar de ese paisaje tan perfecto, en la foto se podía ver un
pequeño molino de agua, del cual Lúa no se daría cuenta hasta que
se acercaron un poco más. Junto a la foto envió un mensaje de texto
que ponía “Hola papá y mamá, estoy muy bien aquí, pero os echo
de menos un poco, mirad que paisaje. ¿A que es precioso? “ No
recibió respuesta , pero de todos modos no se daría cuenta hasta la
noche, ya que estaba muy contenta y su mente se había transportado a
otro mundo.
Siguieron
avanzando por el lecho del río, Lúa se dio cuenta de que había un
molino de agua al lado de una casa pequeña pintada de rojo. No
parecía que estuviese abandonada y como Willy dijo que solo vivían
ellos preguntó:
-¿Qué
es esa casita de ahí?
-Es
el laboratorio de mi padre seguramente ahora anda dentro con alguno
de sus estudios.
-Es
una casa muy bonita.
-¿Quieres
que entremos a saludarlo?
-Vale.
Así nos puede contar algo que no sepamos.
Se
acercaron a la casa y tocaron la puerta.
-¡Hoja
hijo! ¿Qué hacéis por aquí?
-Estábamos
viendo el paisaje, siguiendo el río llegamos aquí, así que
decidimos pasar a saludar y de paso ver en lo que andas metido.
-Eso
está muy bien, pero deberías enseñarle la montaña, sabes que
desde allí se divisa todo.
-Sí,
tienes razón, pero también nos gusta tu mundo, ya lo sabes.
-Bueno,
entonces quedaros por aquí un rato y veis lo que estoy haciendo.
-Vale,
si necesitas ayuda aquí tienes unas manos dispuestas a trabajar en
lo que necesites- Dijo Lúa enseñándole las manos.
-¡Uy!
Gracias pero eso va a ser complicado, sois todavía algo novatos y
podéis haceros daño, algunas cosas son peligrosas.
-Puedes
explicarnos a mi no me importa empezar con cosas más fáciles.
-Vale,
pues entonces pásame ese frasco de ahí.
-Vale.-
Dijo Lúa acercándose con un pequeño bote de cristal que contenía
un liquido de color azul.
-Pues
ahora observad por el microscopio.
-Es
sorprendente se puede observar todo con gran claridad.
-Sí,
es cierto.- Dijo Willy fascinado.
Pasaron
un par de horas, mientras se enfrascaban en el mundo del padre,
cuando Max vio el reloj y se dio cuenta de la hora que era les dijo
que se marchasen para que pudiesen ver el anochecer desde allí.
Le
hicieron caso y se fueron hacia la montaña, salieron del laboratorio
y cogieron el mismo camino por donde habían pasado, cuando pasaron
al lado de la casa Laura los vio pasar por la ventana y les dio una
cestita con algo para
merendar.
-¡Ey!
Esperar ahí, os he preparado una cesta de picnic, para que comáis
algo al llegar a la montaña. Ya me dijo Max que ibais a ir a ver el
anochecer, así que si queréis no os paséis a cenar y disfrutar del
cielo, es una de las cosas más preciosas que he visto en mi vida.
-¡Vale!
Muchas gracias madre de Willy, sin duda lo disfrutaremos.
-Gracias
madre.
Lúa
y Willy se miraron con cara de complicidad y empezaron a subir, el
camino no sería corto pero valdría la pena. Era pedregoso y algo
difícil de subir para alguien que no estaba acostumbrado a ello,
pero eso no importaba el paisaje era bonito y el tiempo acompañaba.
Lúa encontró dificultades para pasar un trozo pero por suerte
estaba Willy.
-¡Cómo
se nota que eres de ciudad! Jaja – Dijo Willy riéndose y
guiñándole un ojo a Lúa.
-No
te rías que casi me caigo.
-No
te vas a caer, al menos estando yo.
Al
lado de Willy Lúa se sentía segura, sabía que podía hacer
cualquier cosa, incluso saltar desde una altura superior a un metro,
que era una de sus fobias. Las palabras de Willy le otorgaban
tranquilidad y fuerza.
Siguieron
andando y cada vez que subían un paso más sus corazones latían con
más fuerza, las ganas de llegar arriba eran cada vez mayores, vieron
muchas flores juntas, de todos los colores posibles, radiantes y
hasta parecía que las flores cantaban. Willy vio una que le llamo
la atención, era una violeta, el color favorito de Lúa. La cogió y
se la entregó a ella.
-Toma
esto es para ti.
-Oh
vaya. Muchas gracias.
-De
las flores las violetas y de todos…empezó a decir Willy con un
tono de voz suave a la vez que un poco nervioso, pero antes de que se
pusiese rojo Lúa lo interrumpió dándole un abrazo.
-Muchas
gracias.
Willy
no sabía muy bien cómo actuar, era obvio lo que quería pero no se
atrevía a decirlo, era feliz al lado de Lúa.
-Sigamos
caminando, ya debe de quedar poco para la cima.-Dijo Lúa para romper
el silencio.
Los
jóvenes siguieron caminando y cuando ya se veía el final sus
cuerpos pidieron a gritos que echasen a correr para terminar el
último trayecto. Cuando estaban en la cima Lúa descubrió que a lo
que antes llamaba maravilloso y casi perfecto, no era para nada
comparable con lo que desde ahí se veía, estiró los brazos como si
fuesen alas, tomo aire y rápidamente el aire le llegó al cuerpo.
Desde la cima podía verse toda la naturaleza, todo tan puro que se
podía sentir lo insignificante que es uno en comparación con los
que sus ojos veían.
-Es...es…
¡Es precioso!- Dijo Lúa que todavía no sabía si eso era un sueño
o algo parecido, aún no podía creer que lo que veía era real.
-Sí,
es maravilloso, no hay palabras para describir lo que se siente al
ver esto.
-¿Quieres
que saquemos la cesta ce picnic y nos sentemos?
-Vale.
Entre
los dos abrieron la cesta y empezaron a sacar las cosas, ya eran las
ocho, aunque daba un poco para ver la puesta de sol así que
empezaron a comer. La comida que había hecho la madre de Willy
estaba muy rica.
Hablando
y comiendo se les paso el tiempo volando, el cielo empezó a tomar un
color naranja y rojizo, se quedaron mirando perplejamente aquella
maravillosa obra de la naturaleza la cual nunca habían vivido en
directo, se sentían las únicas personas que existían en ese
instante en el mundo, el reloj se paró para ellos y el único
movimiento era el del sol, que se fue ocultando poco a poco hasta
desaparecer. Más tarde el cielo oscureció y se hizo de noche,
decidieron volver a casa entonces, por suerte la madre de Willy había
metido un par de linternas en la cesta por si las llegasen a
necesitar. Bajaron sin ningún problema, cuando llegaron a casa eran
más de las diez y estaban cansados de andar por lo que decidieron
irse a dormir y descansar.
Al
día siguiente se despertaron y pasaron la mañana en casa, como un
día de lo más normal y corriente. Después de comer los jóvenes
decidieron hacerle otra visita a Max al laboratorio, el camino lo
hicieron más rápido que el día anterior, no se pararon tanto a ver
el paisaje y además iban con la intención de llegar pronto al
laboratorio para aprender un poco más.
Llegaron
contentos, con ganas de ayudar en todo lo posible y descubrir algo
nuevo, seguramente a Lúa le gustaría estrenarse como científica,
pero sabía que todavía era muy pronto para eso y tenía que
aprender mucho de Max.
“Max
es un hombre inteligente y atento, Willy tiene suerte de tener un
padre así”- pensó para sí misma.
Una
vez dentro del laboratorio las horas fueron pasando y sobre las cinco
de la tarde el padre dijo:
-Ya
está, aquí termina la clase de hoy.
-¡Qué
rápido se ha pasado el tiempo! –Dijo Lúa sorprendida a pesar de
que antes de llegar ya sabía que la explicación duraría poco.
-Sí,
eso es porque es muy interesante, a mi también se me ha pasado el
tiempo volando, hasta me quedaría un poquito más – Dijo Willy-
Creo que sería buena idea ir a merendar un poco, estar haciendo esto
nos ha abierto el apetito.
-Sí,
vamos. –Dijo Lúa con ganas.
-Que
vaya bien chicos, nos vemos por la noche.
-Muchas
gracias por todo Max, que tenga suerte con su investigación.
-Chao
papá que vaya bien.
Salieron
del laboratorio con rumbo a la casa, era un camino que se tardaba una
media hora caminando despacio, ellos iban diciendo cosas, alegremente
decían que la clase de hoy no era comparable con las que tenían en
el instituto:
-Si
mis clases hubiesen sido así de interesantes seguro que habría
sacado dieces.-Dijo Willy riéndose.
-¡Por
lo menos!
-¿Qué
descubriremos mañana?
-No
lo sé, pero seguro que es muy interesante y aprendemos mucho
también.
Siguieron
andando y charlando pero cuando llevaban quince minutos ya andando
escucharon un estruendo, un ruido fuera de lo común en un sitio como
ese.
-¡¿Qué
ha sido eso?! – Dijo Lúa asustada.
-No
lo sé, nunca he escuchado un ruido de ese tipo en esta zona, es una
zona muy tranquila.
Los
chicos miraron a todos lados, nerviosos, no eran conscientes de lo
que estaba a punto de suceder, la cabeza se giraba hacia todos los
lados, arriba y abajo pero no conseguían ver nada. A los pocos
minutos después escucharon otro estruendo, este con más fuerza.
-¡Ha
sido ahí! Lo que visto. ¡Creo que ha impactado en el laboratorio de
tu padre!
-¡No!
¡No puede ser!¡Están atacando a mi padre! ¡Vamos corramos!
-¡Sí!
Empezaron
a correr camino abajo tenían miedo pero tenían que ir a salvar a
Max. Corrieron tanto que no daban pronunciado ni una sola palabra
cuando se pararon, cuando faltaban cien metros vieron al padre salir
del laboratorio, medio cojeando y agarrando un par de frascos de
vidrio.
-¡Padre!-
Gritó Willy al verlo.
Llegaron
hasta él y lo cogieron entre los dos para ayudarle a andar, tenían
que llegar rápido a casa, nadie estaba seguro allí.
-¿Por
qué llevas esos frascos? -Preguntó Willy.
-Sé
que esto pasaría, antes o después, necesitamos estar preparados.
Son antídotos y mi descubrimiento aún sin probar, pero no puede
llegar a mano de esos desgraciados.
-Pero…
¿Sabes quién nos ataca?-Dijo Lúa cuando pudo coger aire.
-No,
pero el mundo es así, siempre encontraras a alguien que te envidie.
-Vamos,
tenemos que avisar a mamá.
-Sí,
vamos chicos.
Llegaron
a casa y entraron, Lúa fue corriendo al botiquín para hacerle una
cura a Max, y Willy corrió para buscar a su madre, cuando los cuatro
estaban reunidos, Laura tocó la campana de emergencias, que estaba
dentro de la casa y todos los que estaban trabajando fueron al salón
corriendo.
-¡Hay
alerta roja! Tenemos que evacuar. –Dijo Laura, que era la encargada
de la seguridad.
-Enseguida.
–Dijeron todos a la vez
Ya
estaban preparados para esos casos, habían llevado a cabo unos
simulacros para prepararse en caso de emergencia. Así que Lúa, que
era la que no sabía siguió al resto haciendo caso en todo.
-Lúa
llama a tus padres, te dijeron que los llamases en caso de
emergencia.
-Sí,
les llamo- Respondió Lúa mientras marcaba el número de los padres.
Pi…pi…pi…pi…pi…
Se
ponía más nerviosa cada pitido que no cogían y pensaba “vamos,
vamos por favor coger el teléfono”
-¡Nada!
No lo cogen
-Llámales
de nuevo.
“Ahora
mismo estamos ocupados deje un mensaje después de la señal…pi…”
-¡No
cogen!- Las lágrimas de rabia empezaban a brotar de los ojos de Lúa
y estampó el móvil contra la pared.
-¡Pero
qué haces! A lo mejor escuchan tu mensaje.
-¡Sí!
Dentro de tres días. Para una vez que los necesito y no están.
¡Nunca están!
-No
tenemos otra opción, dejarme ir al garaje y salimos por el túnel-
Dijo Max.
-No,
vamos ya, no tneemos tiempo. Dijo Willy muy tenso.
-No
podemos dejar que nos sigan.
Los
demás fueron saliendo de la casa, que estaba situando en un pequeño
alto, pudieron ver parte del paisaje. Los jóvenes miraron hacia
abajo y lo que antes era un paisaje verde y precioso ahora era
marrón, rojo y negro, había zonas ardiendo y cenizas volando por el
cielo que se iba tornando de un color más oscuro, el aire puro se
convirtió en un olor desagradable y la temperatura del sitio aumentó
considerablemente. La alerta de fuego se podía ver desde cualquier
parte ya.
Cuando
llegó el padre le entregó la dinamita a uno de sus hombres.
-¿A
dónde vas con eso? –Pregunto Willy.
-Hijo,
una vez pasemos por el túnel tenemos que hacerlo explotar, esto es
muy peligroso y si nos siguen será nuestro fin.
-¡Cuidado!
– Dijo uno de los guardaespaldas poniéndose delante de Max. Al
instante recibió un disparo en el pecho, que por suerte no le hizo
nada porque llevaba un chaleco antibalas.- Hay francotiradores, en
esa montaña de enfrente.
-¿Cómo?
Pensaba que eso solo existía en las películas.-Dijo Lúa.
-No.-Respondió
el guardaespaldas. - ¿Ves ese brillo de ahí? Es uno de ellos.
-Hay
que moverse rápido, No estamos seguros en ningún sitio.-Dijo Max.
-Willy…tengo
miedo.-Dijo Lúa casi llorando.
-Hay
que ser fuerte, en los momentos más difíciles.-Dijo Willy
intentando tranquilizarla.
Los
dos sabían que tenía razón pero en la práctica estaban llenos de
miedo, casi temblando.
Todos
juntos fueron corriendo por el camino que había por un lateral de
casa, el guardaespaldas de último vigilando todo lo que se movía,
cualquier paso en falso podía significar una tragedia.
Los
corazones se les salían por la boca, nunca se les había pasado por
la cabeza que algo tan oscuro pudiese ocurrir en la realidad.
Cuando
ya faltaba poco para llegar al pasadizo secreto por donde salir,
escucharon otro estruendo, venía de atrás, seguramente del garaje
uno de los coches debía tener una bomba adosada.
-Suerte
que por aquí no entra un coche.-Dijo Max.
-La
opción más segura siente es correr-Dijo Lúa con un sudor frío que
le recorría todo el cuerpo.
Lo
único que quedó en pie de toda la zona fue la casa, a la cual
seguramente no le meterían fuego hasta que no robasen todo lo
interesante o robasen el experimento de Max.
Max
estaba dolorido, la pequeña herida que tenía en la pierna hacía
que disminuyese el ritmo respecto a los demás, un hombre que
trabajaba para él lo cogió en brazos para que pudiesen empezar a
correr.
Ya
veían la entrada del túnel y se metieron, estaba oscuro pero había
un botón que Max conocía que permitía encender el pasadizo durante
un par de minutos, lo suficiente para pasar.
El
guardaespaldas fue poniendo dinamita según avanzaban. Era un
corredor estrecho, situado por debajo de la tierra. El polvo y las
telarañas eran visibles a simple vista, un pasadizo poco transitado,
hacía bastante frío allí, el suelo era de arena y tierra, el techo
parecía a una cueva, húmedo. Cada vez que se metían más adentro
del pasadizo se hacía más difícil respirar. Laura se ahogaba ahí
dentro, sus problemas de alergia hacía que el polvo y la humedad le
provocasen asma, cogió la medicación del bolsillo de la chaqueta y
la tomó, tenían que salir lo antes posible, así que los dos
hombres que estaban a su disposición la cogieron y Willy acompañada
de Lúa fueron delante, echaron a correr hasta el final.
Los
que quedaron detrás fueron poniendo la dinamita que quedaba.
-¡Aquí,
aquí está la salida!-Dijo Willy, dándole de señas a los hombres
que llevaban a Laura.
Cuando
llegaron al final la dejaron en el suelo y ya pudo continuar ella.
Con las manos en las rodillas, Lúa intentó coger aire mientras
observaba el sitio a donde habían llegado. Era un lugar extraño,
estaba en un camino de tierra, pero estaban en la ciudad, el pasadizo
parecía incrustado en la pared de la montaña que hacía de frontera
entre el maravilloso paisaje, que estaba calcinado y la ciudad.
Lúa
recordaba la montaña de pasar en un autobús varias veces, pero
nunca sabía lo que había detrás, nunca podría haberse imaginado
lo que ocurrió durante los últimos días.
Poco
a poco fueron llegando todos los que faltaban, Max todavía cojeando
fue el penúltimo en salir, el último llevaba el último explosivo
que puso en la puerta.
-Marcharos
hacia atrás, esto puede ser muy peligroso.-Dijo el hombre.
Cuando
se alejaron lo suficiente lo activó y todo voló por los aires. Ya
no podrían seguirles por el túnel.
-¿Y
ahora?-Dijo Willy viendo como lo había perdido todo.
-Habrá
que buscar un sitio donde esconderse por el momento.- Dijo Max.
-¡Ya
sé!- La ciudad estaba por allá ¿No? -Dijo Lúa ocurriéndosele una
idea.
-Sí.
-Pues
vamos en autobús hasta mi casa, no es tan grande como la vuestra
pero… tiene comida de sobra, mis padres siempre me dejan un cajón
de congelados lleno de cosas.
-No
queremos molestar, ya te hemos dado bastantes problemas.-Dijo Willy.
-¿Problemas?
-Sí,
podrías haber muerto, igual que nosotros.
-Me
da igual, si no hubiese sido gracias a ti, no hubiese sabido lo que
es ganar un premio o la felicidad de estar con una “familia”.
-Si
razón tienes pero…
-No
hay peros que valgan.
-¿Y
si tus padres no te dejan? –Dijo Max preocupado.
-A
mis padres nunca les he importado. ¿Por qué tendrían que
importarme ellos ahora?
-Espero
que tengas razón, mi padre necesita una cura lo antes posible y aquí
solo perdemos el tiempo.
Cogieron
el primer autobús que bajaba a la ciudad y Lúa sacó una venda y un
par de cosas más que se había guardado en el bolsillo para hacer
los primero auxilios.
-Sabía
que la venda no duraría mucho. Tendría que verte un médico puede
infectarse la herida.
Las
personas que estaban en el autobús reconocieron a Max, pero sólo se
acerco un médico.
-¿Necesitas
ayuda? Soy médico. Esa herida no tiene muy buena pinta.
-Pues
la verdad es que sí, porque ahora mismo le estaba diciendo que
necesitaba a un médico para que le viese la herida.
-Déjame
que la mire, siempre suelo llevar un par de cosas encima.
-Vaya,
debe ser muy cansado llevar siempre todo.
-Todo,
todo no es… un día vi una emergencia y no llevaba nada encima. La
ambulancia tardo en llegar. No fue más que un susto, pero desde
aquellas prefiero llevar un botiquín nunca se sabe cuando hará
falta.
-Sí,
tienes razón, mejor prevenir que curar.
El
médico le desinfectó la herida y la curó, lo hizo muy fácil
porque era un experto y la herida era de lo más normal.
-Ya
está, ahora guarde un poco de reposo, en un par de días estará
recuperado del todo, por suerte solo es una herida superficial.
-¡Qué
rápido! Muchas gracias.- Dijo Max.
-De
nada Señor Wellington. Tenga más cuidado por donde va, ese tipo de
heridas pueden ser peligrosas.
-Gracias
es usted muy amable.
-Esta
es mi parada, que vaya todo bien.-Dijo el médico bajándose del
autobús.
-La
siguiente parada es la nuestra, estas calles ya me las conozco
bien.-Dijo Lúa.
-Estupendo,
parece que las cosas comienzan a ir bien.
El
tiempo entre parada y parada fue muy breve, además el autobús tenía
incorporado un sistema tecnológico que iba diciendo las paradas.
“piii…
Parada: Calle de cuatro vientos”
-Esta
es la nuestra.- Dijo Lúa esperando a que se abriesen las puertas
para bajar.
Bajaron
del autobús y Lúa miró a ambos lados de la calle, señalo hacia la
izquierda de la parada y llegaron a casa de Lúa, que estaba cerca.
La casa tenía un portón que parecía antiguo y era de color marrón.
Abrió la puerta y subieron hasta el segundo piso, al entrar dijo:
-Esta
es mi casa, es algo más pequeña que la vuestra pero al menos
tenemos comida suficiente para pensar cómo solucionamos el problema.
-Muchas
gracias Lúa. -Dijo Max.
-Estáis
como en vuestra casa, yo dormiré en el sofá hoy para que tengáis
disponible otra cama donde acostaros.
-No
hace falta, yo puedo dormir en el sofá o en el suelo, que para algo
somos los invitados.- Dijo Willy mientras el resto asentía con la
cabeza.
-Como
queráis, no hay camas para todos así que voy a ir sacando mantas
para que alguien se acomode en el suelo.
-Yo
te ayudo.-Dijo Willy.
-Creo
que Max y Laura deberían dormir en la cama de mis padres, al fin y
al cabo ellos están mal.
-Sí,
a mí también me parece correcto.- Dijo Willy mirando la pierna
donde tenía la herida su padre.
Mientras
fueron a sacar mantas vieron como uno de los guardaespaldas de Max
hablaba sospechosamente por teléfono.
-¿Desde
cuándo este no estaba con nosotros?-susurró Lúa a Willy.
-No
lo sé, pero es muy raro, podría haber pedido permiso al menos,
estoy empezando a sospechar, no me cuadran las piezas.
Mientras
Willy hablaba, Lúa escuchó al guardaespaldas pronunciar el nombre
de sus padres, los ojos se abrieron de golpe y quedándose de piedra
le dio de señas a Willy.
-Vale,
están escondidos en su casa jefe. Como ratas en una ratonera. Avise
cuando haya que atacar de nuevo.
Willy
y Lúa echaron a correr antes de que los pillase escuchando detrás
de la puerta. Fueron donde Max y le explicaron lo que habían oído.
-¿Estás
segura de que se refería a tus padres?- Le pregunto Max.
-Sí,
dijo sus nombres y luego dijo que estaban en su casa.
-Estamos
en peligro. Pero no podemos llamar la atención hay que disimular.
-Tengo
que ir a hablar con ellos, esto no puede ser cierto.-Dijo Lúa
nerviosa.
-No,
puede ser peligroso, pueden hacerte daño.
-Willy,
son mis padres necesito explicaciones, esto es muy grave si llega a
ser cierto.
-Pero…
¿Sabes donde están?
-No,
pero seguiré al guardaespaldas. Es la única opción.
-Ten
cuidado muchacha, pueden tomarla contigo.
-No
voy a dejar que pongas en riesgo tu vida.- Dijo Willy preocupado.
-Sólo
quiero respuestas.
-Y
si resulta que es cierto ¿Qué piensas hacer?
-Los
intentaré convencer de que paren, esta guerra no llega a ningún
lado.
-Ya
claro, te diré lo que hará esa gente si descubren que tienes algo
que ver con nosotros: te lavarán el cerebro y después te mandarán
venir a por nosotros.- Dijo Willy elevando el tono de voz.
-¡¿Tú
has visto muchas películas?!- Dijo Lúa medio enfadada.
-Willy,
déjala es su decisión, ella nos ha demostrado que no es igual que
ellos, tenemos que respetar su opinión, al fin y al cabo son sus
padres.- Dijo Max intentando amainar a ambos jóvenes.
Max
le dio de señas a Lúa viendo que se iba el guardaespaldas. Lúa fue
detrás de él intentando ser cautelosa y disimulando por las calles,
ya que era difícil despistar a un agente de seguridad.
Pasó
un par de calles y vio como entro en un edificio plateado, de muchas
plantas situado en una rotonda, la puerta estaba custodiada por dos
guardaespaldas, esperó un rato vigilando la zona y pensando en lo
que decir. Lúa tenía algo de miedo, Willy le había dicho muchas
cosas y no le sentó muy bien que no la apoyase en ese momento tan
difícil para ella.
Al
rato decidió acercarse y los guardias le dijeron, identificación
por favor.
-Soy
la hija de los jefes.
-¿Eres
la hija de Pedro?
-Sí,
mira el DNI.
-Está
bien, puede pasar, pero creo que están ocupados ahora.
-Puedo
esperar ¿En qué piso están?
-En
el quinto.
-Gracias.-
Dijo Lúa mientras pensaba en lo fácil que había sido entrar.
Entró
en el edificio y a la derecha había una recepción, al fondo los
ascensores y a la izquierda unas escaleras. Usó el ascensor, sería
más sencillo no perderse en un edificio tan moderno.
Pulsó
el botón y bajo enseguida, cuando entró pudo observar muchos
botones, era bastante grande y muy moderno. Todo metalizado, a juego
con el edificio, parecía que estuviese dentro de una película
futurista.
Cuando
llegó a la quinta planta el ascensor avisó y nada más salir por la
puerta estaba el padre esperándola.
-Hola
hija. ¿Qué haces aquí?
-Vine
porque quiero saber la verdad.
-¿Qué
verdad?
-¿Es
cierto eso que dijo el señor ese?
-¿Qué
señor? - Dijo el padre haciéndose el loco.
-Pues
que vosotros plantasteis una bomba a aquella familia.
-Oh
vaya, no sé de qué estás hablando.- Dijo el padre de Lúa, con
cara de no estar diciendo la verdad. Ella lo capto enseguida y se dio
cuenta de que ocultaba algo.
-¿Por
qué ese hombre entro aquí?
-Todavía
eres muy pequeña para comprenderlo.
El
padre le agarró por el brazo y apretó fuerte, le estaba haciendo
daño y ella se quejó, él siguió tirando de su brazo y la entregó
a unos guardias.
-Ya
sabéis lo que tenéis que hacer con ella, podría interferir en el
plan.
Los
guardias la cogieron y la metieron en una celda de metal, ella
intentó convencer a los guardias, pero parecía que no escuchaban
sus súplicas.
-Por
favor, tenéis que sacarme de aquí hay muchas vidas en peligro, son
gente inocente, no se lo merecen.
Al
rato intento convencerlos de otra manera:
-Si
me sacáis de aquí os ayudare con vuestro plan… al fin y al cabo
son mis padres.
El
guardia fue a avisar al padre de que quería colaborar.
-Sabia
decisión, hija. Sabía que compartirías mi punto de vista.
Lúa
estaba temblando, no sabía lo que iban a hacerle y pensó que Willy
tenía razón, pero ya era demasiado tarde para echarse atrás. Todo
se había precipitado y estaba ocurriendo muy deprisa.
Cuando
se dio cuenta tenía una bomba adosada al cuerpo y el padre le dijo:
-Ya
sabes lo que tienes que hacer, vas a casa y le das al botón de este
dispositivo para que explote.
-Pero…pero…yo
moriré si hago eso.
-Morirás
por la causa, hija mía.-Dijo el padre que parecía no importarle
nada.-Todo tiene un precio.
-¿Eres
capaz de matar a tu propia hija?
-Siempre
has sido un estorbo, solo nos has servido para aliarte con ese
científico, nos servirás de ayuda. Cuando hagas explotar la bomba
le robaremos el experimento y nos quedaremos con el mérito. Por una
vez tu madre y yo podremos ser ricos.
-Las
cosas no se hacen así.
-¡Ah,
sí! Se me olvidaba no te quites este collar, es para que no te
pierdas.
-¿Me
vas a rastrear con un chip?
-Sí,
no quiero que el plan salga mal, no me fio de ti, al fin y al cabo
eres una revolucionaria. Deberías de seguir el mismo camino que tu
madre, fue inteligente y se hizo caso de mi.
Antes
de que pudiese decir nada, los guardias la llevaron a la puerta.
Fue
andando despacio hasta su caso, intentando pensar algo para salir de
esta pero era muy difícil, llevaba una bomba encima y no le dejaba
pensar con claridad. Cada vez que se notaba el bulto del cuerpo se
ponía más nerviosa, pensaba que Willy tenía razón, no sabía cómo
iba a explicárselo.
Cuando
llegó a casa, Willy se fue a abrazarla pero ella lo paro antes de
que tocase el botón sin querer, se quito la chaqueta y vieron la
bomba adosada al cuerpo de Lúa.
-¡¿Qué
te dije?!-Dijo Willy gritando.
-Los
malos son mis padres.-Dijo Lúa entre lágrimas.- Dijeron que era un
estorbo y que si estallaba la bomba se quitarían un peso de encima.
-Eso
es muy cruel.-Dijo Max.
-Willy,
deberías apoyarla, ella no nos haría daño.- Dijo Laura poniéndole
la mano en el hombro a su hijo.
-¿Cómo
que no? Si lleva una bomba. Nunca me haces caso Lúa y mira que te
dije que era peligroso. Y por si fuera poco ahora te alias con ellos.
-Ya
verás como encontramos una solución.
-Ya,
claro con una bomba y un collar para saber donde está en cada
momento.
-Voy
a quitarte la bomba del cuerpo, Lúa. No te muevas, puede ser
peligroso.
-Ha
venido con la intención de matarnos, estás loco. –Dijo Willy
enfadado.
-Yo
no quiero matar a nadie, no soy una asesina.-Dijo Lúa llorando.
-Willy,
está diciendo la verdad, es buena chica, ella no nos haría daño.
Que sus padres sean así no significa que ella sea mala y cruel.
Lúa
asintió con la cabeza y dejó que Max le quitase la bomba, por
suerte había recibido un curso de cómo manejar bombas hace años,
se la quitó despacio y sin movimientos bruscos.
Se
la entregó al guardaespaldas que quedaba, que también sabía
manejar bombas, era de confianza. También le dio el mando que tenía
el botón para que se le devolviese a los padres de Lúa.
-Hazla
explotar donde están mis padres le.- Dijo al guardaespaldas antes de
marcharse.
-No
puedes hacer eso Lúa.-Dijo Max intentando que entrase en razón.-Son
tus padres.
-Yo
no tengo padres.
Willy
y Max se estremecieron al escuchar la dureza de las palabras. Willy
se acercó a ella y la abrazó:
-Lo
siento por decirte todo lo que te dije antes, no te lo merecías.
El
guardaespaldas volvió al rato y dijo:
-Ya
explotó la bomba, no creo que nadie piense que fue una bomba porque
la coloque en el laboratorio. Cualquier fallo podría haber provocado
esa explosión.
-Muchas
gracias. Sabía que podía confiar en ti.-Dijo Max.
-Todo
sea por hacer justicia.
-Ya
sabes lo que pienso sobre lo de tomarse la justicia por cuenta
propia, pero en este caso era distinto, esa gente llevaba la maldad
en la sangre, eran seres de los más crueles, que eran capaz de
cualquier cosa para conseguir su objetivo, incluso fueron capaces de
intentar matar a su propia hija, una chica que no se merece eso.-Dijo
Max intentando que sus palabras llegasen a Lúa para animarle un poco
y que se sintiese apoyada por toda la familia en ese momento tan
complicado.
Decidieron
hacer la cena, porque se había hecho tarde y tenían hambre.
Lúa
fue donde estaba el cajón de los congelados y saco un par de
fiambreras de masa de croquetas, las llevó a la cocina y mientras
Willy y ella les hacían la forma. Max y Laura las cocinaban y los
mayordomos ayudaron a poner la mesa, ya que eran bastantes a comer.
Al
terminar de cocinarlas se sentaron en la mesa y cenaron
tranquilamente, estaban muy ricas se notaban que estaban hechas en
casa porque no se parecían en nada a las compradas.
Willy
prefirió no opinar porque seguramente estuviesen hechas por los
padres de Lúa y su comentario podría incomodar a Lúa.
Después
de cenar fueron a dormir, había sido un día muy difícil y largo y
todavía quedaba pensar que iba a pasar a partir de ese momento.
Lúa
no pudo dormir aquella noche, se había quedado sin la única
“familia” que tenía, de la forma más triste y amarga que podía
haber ocurrido.
Al
día siguiente decidieron ir a dar una vuelta y tomar el aire por la
ciudad, despejarse les vendría bien a todos, Max acompañó a Willy
y Lúa al parque, Laura quedó con unas amigas para ir al centro
comercial y el guarda espalda y los mayordomos tuvieron día libre.
Una
vez llegaron al parche fueron a una zona verde inmensa y se pusieron
a correr un poco.
De
repente empezaron a escuchar un ruido de un helicóptero sobre ellos,
extrañados por la presencia de esa máquina dejaron de jugar y se
apartaron.
La
tranquilidad duraría poco porque dentro de aquel helicóptero iba el
padre de Lúa, ella se asustó al verle las quemaduras de la cara,
había sobrevivido a la explosión de la bomba. La miró y le dijo:
-No
te ibas a librar de mí tan fácilmente.
-¡Vete
de aquí! No quiero saber nada de ti.
-¡Qué
pena! Ya es demasiado tarde para eso, Lúa.- Dijo el padre mientras
se acercaba a ella para clavarle un veneno.
-¡Ahh!
No… me siento… bien.-Dijo Lúa sintiendo el dolor, los músculos
ya no soportaban el peso y se calló en los brazos de Willy.
A
ella ya no le quedaban fuerzas en el cuerpo. Le había inyectado un
veneno bastante fuerte a Lúa.
Llendose
para el helicóptero dijo:
-Se
morirá en media hora, uno de estos frascos es el antídoto y otro
más veneno. Si te equivocas y usáis el veneno la mataras al minuto.
¡Suerte!
-¡Maldito
seas! No he conocido ninguna persona tan cruel como tú. Tu hija no
merece esto.- Le gritó Max antes de que empezase a arrancar el
helicóptero, pero no lo escucho porque estaba dentro ya.
-Ir
tras él…no debe… escapar.-Dijo Lúa sin fuerzas.
-¡No!
Lúa, tenemos que salvarte a ti, no te vanos a dejar sola en un
momento como este y menos después de todo lo que has hecho para
defendernos.- Dijo Willy mientras seguía agarrándola.
Cada
minuto que pasaba era un minuto menos de vida que le quedaba a Lúa,
que empezaba a sentir frío, su cuerpo sudaba y la sangre se le
ralentizaba por dentro.
Max
seguía intentando distinguir cual era el veneno y cual el antídoto,
pero por mucho que lo miraba o movía eran completamente iguales a
simple vista, su vida estaba a cara o cruz pero el padre no podía
arriesgarse a matar a la joven.
Willy
se quedó mirando al padre y desesperado dijo:
-¡No
queda mucho tiempo!
-Sólo
nos queda la opción de probar mi descubrimiento, pero todavía no
esta usado con personas.
-¿Tu
experimento es un antídoto?
-Así
es, es un antídoto “universal” pero como ya he dicho no está
probado con personas.
-Es
mejor opción que probar suerte con el veneno o antídoto de esos
frascos.
-Sí,
no queda mucho tiempo.
-Le
suministraron el experimento de Max a Lúa, con cara de preocupación
porque no sabían si iba a funcionar y podría llegar a morirse.
Lúa
ya se había desmayado y ellos cerraron los ojos esperando a que
funcionase.
-¿Qué
ha pasado?
Max
y Willy abrieron los ojos entre lágrimas y Willy la abrazo.
Le
contaron lo que había pasado y lo recordó todo perfectamente,
todavía estaba algo débil, pero dijo:
-Hay
que coger a mi padre, no puede salirse con la suya.
-Primero
recupérate.-Dijo Willy intentando que no se moviese.-El veneno era
muy fuerte, necesitas relajarte.
-Pero
no se puede escapar tenemos que cogerlo.
-Deja
a mi padre que se encargue de eso, tiene contactos. Puede que podamos
hacer algo.
-Es
cierto, Lúa. Ahora mismo llamaré a la policía, conozco al
jefe.-Dijo Max sacando la agenda.- ¡Aquí está! Ahora lo llamo.
-…
-Hola
amigo.
-…
-Pues
verás, tenemos una emergencia.
-…
-Sí,
verás el padre de una amiga de mi hijo, Lúa, casi mata a la pobre
muchacha.
-…
-La
ha envenenado, pero por suerte ella está bien.
-…
-Sí,
el problema es que se ha escapado en helicóptero.
-…
-5432-F,
es la matrícula y es de color azul oscuro.
-…
-Muchas
gracias.
-…
-Me
han dicho que irán a por el ahora mismo, están habilitando un par
de líneas de acción por si se escapa a otra ciudad y van a activar
un dispositivo de búsqueda y captura. En cuanto lo pillen nos lo
hará saber.- Dijo Max después de colgar el teléfono.
-Tiene
que haber justicia.- Dijo Lúa con el odio en los ojos.
-Ya
sé que es un momento duro para ti, Lúa. Porque se trata de tu
padre, pero tienes que ser fuerte cuando tengas que volverlo a
ver.-Dijo Willy.
“Tiriritiririritririr”.
El móvil de Max estaba sonando. Era el número de Laura, que todavía
no sabía lo que había ocurrido, así que se reunieron todos para
cenar, mientras Max, que era el que más firme tenía la cabeza, le
contaba lo que había sucedido.
Laura
no se lo podía creer y cada vez que Max nombraba algo del veneno, su
cara se iba hacia la cara de Lúa. Preocupada preguntó dónde estaba
el padre de Lúa, Max también le informo de que la policía lo
estaba buscando.
Al
día siguiente Max recibió la llamada del jefe de policía, lo
habían encontrado a un par de kilómetros de allí, a la tarde sería
trasladado a la prisión de la ciudad para someterlo a juicio, Por lo
que pudo intuir el jefe sería bastante fácil juzgarlo, ya que el
padre no mostraba ningún trastorno mental. Tampoco tenía ningún
rasgo de arrepentimiento y se sentía orgulloso de sus actos.
Lúa
al enterarse pidió verlo por última vez antes del juicio, así que
por la tarde la acompañaron a verlo antes de que entrase en la
comisaría.
Iba
en un coche, esposado atrás y con dos policías custodiándole.
Cuando Lúa lo vio salir del coche se acercó y le dijo:
-¡Hija!
Estás bien.
-
Si esto viva no es gracias a ti.
-No
me mires así, soy tu padre.
-¿Mi
padre? ¡¿Qué padre es capaz de envenenar a su propia hija y dejar
a la suerte su vida?! Dímelo porque eres un ser cruel y frío. Yo ya
no tengo padre, lo perdí cuando no estaba siempre que lo necesitaba
cuando era pequeña. Ahora sé a lo que te dedicabas cuando estabas
demasiado ocupado como para verme.
-Pero…
-¡Cállate!
No quiero saber nada. ¡Lo tenías todo y ahora no tienes nada! Tu
trabajo consistía en ser un envidioso, porque nunca supiste valorar
lo que tenías, igual que mamá.
La
cara del padre no cambiaba, parecía no afectarle las palabras tan
duras que ella le dijo:
-Vámonos
Willy, ya no pintamos nada aquí.
Después
de un par de semanas el padre fue juzgado con la cárcel.
Ella
estaba viviendo en su casa con Willy y su familia mientras
reconstruían la zona de nuevo.
Unos
cuantos años después Willy y Lúa se convirtieron en científicos
guiados por la sabiduría y paciencia de Max y fueros excelentes
compañeros de investigación.
Fin
-
(Julio -2013)--
gran historia, muy currada :)
ResponderEliminarHaber cuando sacas la segunda parte que me aburro ... XD
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