O universo

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viernes, 25 de octubre de 2013

La envidia de la ciencia (historia)

   La envidia de la ciencia


A las afueras de una ciudad un día de primavera, se estaba celebrando una competición de natación, la última carrera y más importante la había ganado una joven, su nombre era Lúa, pero en su equipo no era muy aceptada por lo que a la hora de subir al podio el entrenador prefirió elegir a la capitana del equipo, o como también se le conocía, la mano derecha del entrenador, todo lo que decía la capitana se hacía. Tenía manipulada la mente del entrenador y jugaba con ese poder a su antojo.
A pesar de que Lúa era la única sin reconocimiento aún dentro del equipo a pesar de que había ganado dos carreras no subió al podio. Pero antes de la entrega de medallas, el joven que estaba en el segundo puesto, bajo y se acerco al jurado y en voz baja les dijo:
-Creo que la medalla se la deberíais otorgar a Lúa, es la única que no tiene medalla dentro de su equipo y ha ganado dos carreras y no es justo que otra de su equipo se lleve el mérito a pesar de no haberse mojado.
-Tienes toda la razón- le respondió uno de los jueces.
El jurado se miró y se dieron de señas. Lúa que todavía no sabía lo que estaba pasando siguió aplaudiendo por la victoria de su “equipo”, pero un par de minutos después un juez cogió el micrófono y dijo:
-Lúa sube al podio la victoria es tuya y la medalla también.
-¡Oh vaya! ¿En serio? ¡Qué ilusión! Muchas gracias.- Dijo Lúa sorprendida a la vez que contenta.
La capitana que estaba en el podio se bajó y le miro con cara de superioridad, se marcho murmurando hacia la zona donde se encontraban los demás, diciéndole al entrenador que la echase del equipo.
Mientras, en la entrega de premios el joven que había quedado segundo le dio la enhorabuena a Lúa y ella le sonrió alegremente. La ceremonia no duro mucho, pero fue lo suficiente para que se empezasen a caer bien.
Al terminar Lúa se acercó al joven y le dijo:
-Muchas gracias, me di cuenta de que sin ti no hubiese vivido nunca la experiencia de estar ahí arriba.
-No tienes que agradecérmelo, solo hice lo correcto ¿Te paso lo mismo otras veces?
-Sí, por desgracia… habré ganado cinco o seis competiciones pero nunca me había llevado el merito.
-¡Vaya! Menudo equipo… si es que se le puede llamar así.
Mientras tanto, sienten como alguien se acerca, era el entrenador con la “hiena” de la capitana detrás y dice:
-Lúa quedas destituida del equipo, ya no formarás parte de él nunca más.
-¿Se puede saber por qué?
-Por tu comportamiento hacia el equipo que has demostrado hoy.
-¿Y cómo vuelvo a casa?
-Búscate la vida, lo hubieses pensado antes.
-¡¿Estás loco o qué?! No conozco el sitio y estamos a más de diez kilómetros de distancia.
-Jijiji- se rió la capitana imitando a una hiena (en realidad no la imitaba si no que su risa era así)
-No hay más que hablar – Dijo el entrenador.
-No os necesita, sois vosotros los que rogareis que vuelva, al fin y al cabo ella es la que ha ganado todos los títulos que tenéis- Dijo el joven.
-¡Já! Eso habrá que verlo- Dijo mientras miraba a los dos con cara de superioridad y sin quedarse callado dijo- Os arrepentiréis de haberme retado.
El entrenador y la capitana se fueron riéndose de una forma extraña y maligna, que asustaba a cualquiera que los escuchase.
Los chicos se miraron y Lúa le preguntó:
-¿Cómo te llamas?
-Willy ¿y tú?
-Lúa
-Es un nombre muy bonito.
-Gracias.
-Por cierto ¿Quieres que te enseñe el lugar?
-Vale, la verdad es que yo aquí estoy más perdida que en un laberinto ¿Tú vives aquí?
-Sí, vivo cerca, entre el bosque. Ven vamos a buscar a mi padre que nos lleve en su coche.
Cuando llegaron donde estaba el padre, Lúa asombrada dijo:
-¿Tu padre era uno de los que estaban en el jurado?
-Sí, además es un buen científico.
Subieron al coche y siguieron hablando.
-¿Max Wellington? Me suena tu nombre.
-Sí, mi padre es uno de los más prestigiosos científicos pero tiene muchos enemigos.
-¿Enemigos? Si los científicos nos salvan las vidas, descubren cosas que no sabríamos gracias a ellos y seguro que a más de uno le gustaría tener tanta sabiduría.
-Por eso mismo muchacha, mucha gente nos tiene envidia.
-Papá, se llama Lúa.
-Ya sabes que soy muy malo para los nombres hijo.
-No pasa nada, no se preocupe. Por cierto eso de ahí ¿Es una parada de autobús?
-Sí.
-¿Y la ciudad está por allí o por allá? –Dijo Lúa señalando a ambos lados de la carretera con cara de no conocer nada, se puso algo nerviosa porque tenía miedo a perderse y no saber donde estaba.
-Por allí- señalo Willy a la carretera del oeste y siguieron por la carretera del norte con el choche.
-Pero tranquila, te presento donde vivimos y si quieres puedes preguntarles a tus padres si te dejan.
-Mis padres no suelen estar en casa, trabajan mucho.
-¿En que trabajan?
-No lo sé, siempre que les pregunto nunca me responden o lo guardan en silencio.
-Qué raro…
-Pipiripiripipi el móvil de Lúa estaba sonando, era el número de los padres.
-¡Hablando del Rey de Roma!- Dijo Lúa extrañada por la llamada mientras cogía el teléfono.
-…
-Hola. ¿Cómo estáis?
-…
-Así que estáis muy liados, como siempre…
-…
-¡Pues bien! Me lleve una medalla de oro ¿Te lo puedes creer?
-…
-Si… ¿Quién te lo contó?
-…
-¡¿Cómo?! ¿El entrenador te ha ido con el cuento?
-…
-Pues ya ves, me ha dejado tirada.
-…
-Sí, por suerte.
-¿Cómo sabes eso?
-…
-Sí. ¿Y podría quedarme hasta que podáis venir a buscarme?
-…
-Sí, claro justo me estaban diciendo eso.
-…
-Vale, no tardéis mucho.
-…
-¿Qué vas a tardar un par de días?
-…
-¡Vaya tela!
-…
-Claro… si pasa algo te llamo…
-…
-Vale, hasta luego.
Lúa cuelga el teléfono y con cara de asombra dice:
-No me lo creo…
-¿Qué pasa?- Dijo Willy.
-Que están muy ocupados como para venir a buscarme , que justo están trabajando en algo nuevo y por lo que se ve es muy importante.
-No te preocupes por eso.
-Se creen que soy una caja que me empaquetan en un sitio y ya está, siempre lo mismo.-Lúa cruzo los brazos y frunció el ceño.
-No te preocupes, ahora estas con nosotros, si tienes que quedarte con nosotros un par de días no pasa nada, tenemos casa para todos y así le haces compañía a mi hijo, seguro que os lleváis muy bien.
-No quiero molestar.
-¡No eres un estorbo! – dijo Willy mientras le ponía una mano en el hombro para que quitase la cara de enfado.
Siguieron con el coche por la carretera, cada vez se veían más árboles y menos casas.
-Ya estamos llegando- dijo Max mientras se iban a acercando a una verja de metal que había, donde le dio de señas a un guardia y le abrieron la puerta.
Al pasar siguieron un pequeño camino de tierra, no se veían mas casas, sólo una en un alto y era bastante grande, Lúa se quedo asombrada por la maravilla del paisaje, era como si hubiese cambiado de ciudad en un abrir y cerrar de ojos, Max le abrió la ventanilla del coche y ella respiró, el aire era tan puro que se le quedaría grabado en la mente para el resto de sus días, el paisaje era precioso, flores de todos los colores, los arboles, los cerezos en flor y pájaros que parecía que cantaban.
A Lúa le parecía un sueño, pero era de verdad, sus ojos no le engañaban, siguieron el camino en coche hasta llegar a la casa de Max, pero a cada metro que recorrían había más árboles y flore.
Al llegar bajaron del coche y Lúa asombrada preguntó:
-¿Y tu vives en esta casa?
-Sí, todo esto es nuestro, desde donde viste al guardia hasta allí arriba.
-Vaya… es realmente precioso.
-Sí que lo es- dijo Willy
-Bueno chicos vamos a comer y luego le enseñas el sitio, hijo.
-Vale.
Habían llegado justo a la hora de comer así que entraron en casa y Lúa se siguió sorprendiendo, la casa parecía un palacio, tenían hasta mayordomos que le cogieron la chaqueta nada más entrar.
-Bienvenido a casa Señor Max Wellington. Veo que trae visita.
-Sí, así es, prepárale una habitación se quedará un par de días.
-Vale ¿Cómo se llama señorita?
-Lúa- respondió mientras se quedo pensando, asombrada por la elegancia del mayordomo.
Lúa lo siguió acompañada por Willy, la habitación era como un salón de grande y tenía una cama donde entraban 3 personas.
-¡Qué grande es!
Willy sonrió y al escuchar la campana dijo:
-¡Hora de comer!
Fueron a lavarse las manos al servicio mientras Lúa seguía asombrada y maravillada por cada rincón de la casa que veía. El servicio tenia ducha con masajes y muchas otras cosas.
Al salir se sentaron en la mesa y continuaron hablando, desde el primer momento que cruzaron conversación había algo en ellos que había más que amistad, pero ninguno dijo nada, aún era demasiado pronto como saber si era cierto o si quiera pensar en si el otro pensaba y sentía lo mismo, lo que estaba muy claro es que eran tal para cual pero ninguno se atrevía a sacar el tema primero.
Cuando terminaron de comer dijo Lúa al mayordomo:
-Ya recojo yo.
Willy se adelanto y la volvió a sentar en la silla.
-No hace falta, relájate por un día, estas de invitada.
-Pero una cosa es estar de invitada y otra no ayudar en lo que se pueda.
-No hace falta.
-¿Quieren café?-Dijo uno de los mayordomos para salir del paso.
-Vale.- dijeron todos a la vez.
Continuaron hablando un par de horas más, Lúa converso con los padres de Willy y los conoció un poco más. Eran buena gente y a pesar de su elevado status, no se creían superior a nadie y tampoco presumían de nada.
Cuando todo el reloj de cuco eran las cuatro y media de la tarde y la madre dijo:
-¿Por qué no llevas a Lúa y le enseñas el sitio?
-Vale. ¿Por dónde empezamos?
-Pues no lo sé, tú eres el que conoces el sitio y esto es muy grande- dijo Lúa.
-Bueno, pues te enseño la casa.
Se pasaron un par de horas viendo la casa, empezaron para la habitación para ver películas que era como un cine de grande.
-Aquí es donde se ven las películas y a veces mi padre da charlas sobre ciencia, cuando eso ocurre esto se llena de gente que viene a aprender un poco más.
-Es realmente impresionante. Un día tenemos que asistir a una de sus charlas.
-Pues ahora está estudiando algo nuevo, cuando obtenga resultados los publicará y hará una charla.
-¡Qué bien! Ya me avisarás para venir a verle.
-Claro, por supuesto.
Siguieron viendo la casa, la cocina parecía la de Ferran Adrià, con un montón de cacharros distintos, cada uno con su utilización práctica, un armario solo para especias, desde el tomillo , orégano o el curry hasta algunas tan raras como la sal dulce de Utah o la sal del Himalaya. La cocina parecía sofisticada.
Cuando pasaron por la biblioteca de la casa, Lúa descubrió un montón de libros, se acomodó en el sofá que había en el medio y puso a leerse un libro, Willy le dijo que se lo quedase y lo leyese después para que le pusiera enseñar la biblioteca y todo lo que quedaba. Ella acabaría devolviéndolo al terminar de leerlo, ya que se trataba de un libro único y allí en la biblioteca podría disfrutarlo más gente.
En la biblioteca había libros de todas clases, incluso algunos muy antiguos que había que pasar las hojas con cautela para que no se rompiese y además las hojas eran de otro tacto y color a los nuevos.
En una estantería había muchos de los estudios de Max, “Iniciación a la ciencia” “La biología y los microorganismos” uno de los cientos de títulos que se alcanzaban a leer.
En otra habitación estaban los premios que había recibido Willy en las competiciones y los reconocimientos que le habían otorgado a Max. Las vitrinas relucían y el cristal parecía un espejo, en el fondo, había una estatuilla con el nombre de Max y el de una mujer, Lúa se dio cuenta de que el nombre de la mujer solo aparecía en aquella estatuilla y preguntó.
-¿Quién es Laura?
-Es mi madre.
-Solo aparece en este. ¿Por qué?
-Cuando mi madre conoció a mi padre empezaron a trabajar juntos y estuvieron diez años en un estudio muy importante, pero mi madre tuvo que dejarlo porque descubrió que era alérgica a una sustancia y se llevo ese reconocimiento por ayudarlo. Luego nací yo y solo siguió mi padre.
-Es una pena, seguro que hacían un buen equipo de investigación.
-Pues sí.
Siguieron pasando las horas poco a poco mientras continuaban viendo la casa hasta la hora de la cena. La campana sonó:
-Ya es la hora de la cena. ¡Qué tarde se hizo ya!- Dijo Max asombrado por la rapidez con la que había pasado el tiempo.
-Se pasó el tiempo volando- Dijo Lúa sonriendo.
Durante la cena siguieron hablando y conociéndose un poco más.
-Mañana te enseño el jardín y el paisaje. Seguro que te encanta el río.
-Vale, como quieras.
Al dia siguiente Lúa se despertó con una sonrisa, desde su ventana se veía gran parte del paisaje y los rayos del sol entraban e iluminaban toda la habitación, era un día espléndido. Cuando se disponía a levantarse, un “toc toc” sonó, era Willy para ver como estaba.
-¿Cómo estás? –Dijo Willy-¡Si que te has despertado pronto!
-Sí, no suelo dormir mucho, además hace un día estupendo.
-¡Me alegro mucho! Yo también me levanté hace poco. ¡Así tendremos más tiempo para enseñarte los alrededores!
-Vale – Lúa sonrió y termino de ponerse los zapatos.
-Vamos a desayunar, nos hará falta estar bien comidos hoy. Tenemos que andar bastante.
Bajaron a desayunar, su madre estaba colocando unas flores y su padre ya había salido a trabajar. Desayunaron sin pararse mucho, las ganas de descubrir el sitio de ahí fuera llenaba sus cuerpos de alegría y felicidad.
Cuando salieron, Willy prefirió enseñarle el jardín y el huerto. El jardín era grande, con su piscina y sus gnomos de jardín. Lúa se fijo en uno en particular, tenía coletas rosas y los ojos brillantes y azules, tuvo la sensación de que la figurilla le había guiñado un ojo, pero no dijo nada y pensó que era muy original. Decidieron darse un chapuzón en la piscina antes de comer y después ir a ver el paisaje. Necesitarían estar descansados el camino sería largo.
A la hora de comer salieron de la piscina y se secaron. Fueron corriendo a lavarse las manos, la felicidad invadía sus cuerpos y alegremente se sentaron en la mesa, sobre las cuatro salieron para ver todo el paisaje, el río, las montañas, el bosque…
Willy señaló hacia el río y le dijo a Lúa que fuesen por ahí, por un camino que había debajo de la casa, siguiendo el lecho del río, el agua era pura, cristalina, los rayos del sol reflejaban en el agua y hacía que brillase , los árboles susurraban con cada una de las pequeñas brisas que pasaban. Lúa decidió sacar una foto con el móvil para enviarse a sus padres y que ellos también pudiesen disfrutar de ese paisaje tan perfecto, en la foto se podía ver un pequeño molino de agua, del cual Lúa no se daría cuenta hasta que se acercaron un poco más. Junto a la foto envió un mensaje de texto que ponía “Hola papá y mamá, estoy muy bien aquí, pero os echo de menos un poco, mirad que paisaje. ¿A que es precioso? “ No recibió respuesta , pero de todos modos no se daría cuenta hasta la noche, ya que estaba muy contenta y su mente se había transportado a otro mundo.
Siguieron avanzando por el lecho del río, Lúa se dio cuenta de que había un molino de agua al lado de una casa pequeña pintada de rojo. No parecía que estuviese abandonada y como Willy dijo que solo vivían ellos preguntó:
-¿Qué es esa casita de ahí?
-Es el laboratorio de mi padre seguramente ahora anda dentro con alguno de sus estudios.
-Es una casa muy bonita.
-¿Quieres que entremos a saludarlo?
-Vale. Así nos puede contar algo que no sepamos.
Se acercaron a la casa y tocaron la puerta.
-¡Hoja hijo! ¿Qué hacéis por aquí?
-Estábamos viendo el paisaje, siguiendo el río llegamos aquí, así que decidimos pasar a saludar y de paso ver en lo que andas metido.
-Eso está muy bien, pero deberías enseñarle la montaña, sabes que desde allí se divisa todo.
-Sí, tienes razón, pero también nos gusta tu mundo, ya lo sabes.
-Bueno, entonces quedaros por aquí un rato y veis lo que estoy haciendo.
-Vale, si necesitas ayuda aquí tienes unas manos dispuestas a trabajar en lo que necesites- Dijo Lúa enseñándole las manos.
-¡Uy! Gracias pero eso va a ser complicado, sois todavía algo novatos y podéis haceros daño, algunas cosas son peligrosas.
-Puedes explicarnos a mi no me importa empezar con cosas más fáciles.
-Vale, pues entonces pásame ese frasco de ahí.
-Vale.- Dijo Lúa acercándose con un pequeño bote de cristal que contenía un liquido de color azul.
-Pues ahora observad por el microscopio.
-Es sorprendente se puede observar todo con gran claridad.
-Sí, es cierto.- Dijo Willy fascinado.
Pasaron un par de horas, mientras se enfrascaban en el mundo del padre, cuando Max vio el reloj y se dio cuenta de la hora que era les dijo que se marchasen para que pudiesen ver el anochecer desde allí.
Le hicieron caso y se fueron hacia la montaña, salieron del laboratorio y cogieron el mismo camino por donde habían pasado, cuando pasaron al lado de la casa Laura los vio pasar por la ventana y les dio una cestita con algo para merendar.
-¡Ey! Esperar ahí, os he preparado una cesta de picnic, para que comáis algo al llegar a la montaña. Ya me dijo Max que ibais a ir a ver el anochecer, así que si queréis no os paséis a cenar y disfrutar del cielo, es una de las cosas más preciosas que he visto en mi vida.
-¡Vale! Muchas gracias madre de Willy, sin duda lo disfrutaremos.
-Gracias madre.
Lúa y Willy se miraron con cara de complicidad y empezaron a subir, el camino no sería corto pero valdría la pena. Era pedregoso y algo difícil de subir para alguien que no estaba acostumbrado a ello, pero eso no importaba el paisaje era bonito y el tiempo acompañaba. Lúa encontró dificultades para pasar un trozo pero por suerte estaba Willy.
-¡Cómo se nota que eres de ciudad! Jaja – Dijo Willy riéndose y guiñándole un ojo a Lúa.
-No te rías que casi me caigo.
-No te vas a caer, al menos estando yo.
Al lado de Willy Lúa se sentía segura, sabía que podía hacer cualquier cosa, incluso saltar desde una altura superior a un metro, que era una de sus fobias. Las palabras de Willy le otorgaban tranquilidad y fuerza.
Siguieron andando y cada vez que subían un paso más sus corazones latían con más fuerza, las ganas de llegar arriba eran cada vez mayores, vieron muchas flores juntas, de todos los colores posibles, radiantes y hasta parecía que las flores cantaban. Willy vio una que le llamo la atención, era una violeta, el color favorito de Lúa. La cogió y se la entregó a ella.
-Toma esto es para ti.
-Oh vaya. Muchas gracias.
-De las flores las violetas y de todos…empezó a decir Willy con un tono de voz suave a la vez que un poco nervioso, pero antes de que se pusiese rojo Lúa lo interrumpió dándole un abrazo.
-Muchas gracias.
Willy no sabía muy bien cómo actuar, era obvio lo que quería pero no se atrevía a decirlo, era feliz al lado de Lúa.
-Sigamos caminando, ya debe de quedar poco para la cima.-Dijo Lúa para romper el silencio.
Los jóvenes siguieron caminando y cuando ya se veía el final sus cuerpos pidieron a gritos que echasen a correr para terminar el último trayecto. Cuando estaban en la cima Lúa descubrió que a lo que antes llamaba maravilloso y casi perfecto, no era para nada comparable con lo que desde ahí se veía, estiró los brazos como si fuesen alas, tomo aire y rápidamente el aire le llegó al cuerpo. Desde la cima podía verse toda la naturaleza, todo tan puro que se podía sentir lo insignificante que es uno en comparación con los que sus ojos veían.
-Es...es… ¡Es precioso!- Dijo Lúa que todavía no sabía si eso era un sueño o algo parecido, aún no podía creer que lo que veía era real.
-Sí, es maravilloso, no hay palabras para describir lo que se siente al ver esto.
-¿Quieres que saquemos la cesta ce picnic y nos sentemos?
-Vale.
Entre los dos abrieron la cesta y empezaron a sacar las cosas, ya eran las ocho, aunque daba un poco para ver la puesta de sol así que empezaron a comer. La comida que había hecho la madre de Willy estaba muy rica.
Hablando y comiendo se les paso el tiempo volando, el cielo empezó a tomar un color naranja y rojizo, se quedaron mirando perplejamente aquella maravillosa obra de la naturaleza la cual nunca habían vivido en directo, se sentían las únicas personas que existían en ese instante en el mundo, el reloj se paró para ellos y el único movimiento era el del sol, que se fue ocultando poco a poco hasta desaparecer. Más tarde el cielo oscureció y se hizo de noche, decidieron volver a casa entonces, por suerte la madre de Willy había metido un par de linternas en la cesta por si las llegasen a necesitar. Bajaron sin ningún problema, cuando llegaron a casa eran más de las diez y estaban cansados de andar por lo que decidieron irse a dormir y descansar.
Al día siguiente se despertaron y pasaron la mañana en casa, como un día de lo más normal y corriente. Después de comer los jóvenes decidieron hacerle otra visita a Max al laboratorio, el camino lo hicieron más rápido que el día anterior, no se pararon tanto a ver el paisaje y además iban con la intención de llegar pronto al laboratorio para aprender un poco más.
Llegaron contentos, con ganas de ayudar en todo lo posible y descubrir algo nuevo, seguramente a Lúa le gustaría estrenarse como científica, pero sabía que todavía era muy pronto para eso y tenía que aprender mucho de Max.
“Max es un hombre inteligente y atento, Willy tiene suerte de tener un padre así”- pensó para sí misma.
Una vez dentro del laboratorio las horas fueron pasando y sobre las cinco de la tarde el padre dijo:
-Ya está, aquí termina la clase de hoy.
-¡Qué rápido se ha pasado el tiempo! –Dijo Lúa sorprendida a pesar de que antes de llegar ya sabía que la explicación duraría poco.
-Sí, eso es porque es muy interesante, a mi también se me ha pasado el tiempo volando, hasta me quedaría un poquito más – Dijo Willy- Creo que sería buena idea ir a merendar un poco, estar haciendo esto nos ha abierto el apetito.
-Sí, vamos. –Dijo Lúa con ganas.
-Que vaya bien chicos, nos vemos por la noche.
-Muchas gracias por todo Max, que tenga suerte con su investigación.
-Chao papá que vaya bien.
Salieron del laboratorio con rumbo a la casa, era un camino que se tardaba una media hora caminando despacio, ellos iban diciendo cosas, alegremente decían que la clase de hoy no era comparable con las que tenían en el instituto:
-Si mis clases hubiesen sido así de interesantes seguro que habría sacado dieces.-Dijo Willy riéndose.
-¡Por lo menos!
-¿Qué descubriremos mañana?
-No lo sé, pero seguro que es muy interesante y aprendemos mucho también.
Siguieron andando y charlando pero cuando llevaban quince minutos ya andando escucharon un estruendo, un ruido fuera de lo común en un sitio como ese.
-¡¿Qué ha sido eso?! – Dijo Lúa asustada.
-No lo sé, nunca he escuchado un ruido de ese tipo en esta zona, es una zona muy tranquila.
Los chicos miraron a todos lados, nerviosos, no eran conscientes de lo que estaba a punto de suceder, la cabeza se giraba hacia todos los lados, arriba y abajo pero no conseguían ver nada. A los pocos minutos después escucharon otro estruendo, este con más fuerza.
-¡Ha sido ahí! Lo que visto. ¡Creo que ha impactado en el laboratorio de tu padre!
-¡No! ¡No puede ser!¡Están atacando a mi padre! ¡Vamos corramos!
-¡Sí!
Empezaron a correr camino abajo tenían miedo pero tenían que ir a salvar a Max. Corrieron tanto que no daban pronunciado ni una sola palabra cuando se pararon, cuando faltaban cien metros vieron al padre salir del laboratorio, medio cojeando y agarrando un par de frascos de vidrio.
-¡Padre!- Gritó Willy al verlo.
Llegaron hasta él y lo cogieron entre los dos para ayudarle a andar, tenían que llegar rápido a casa, nadie estaba seguro allí.
-¿Por qué llevas esos frascos? -Preguntó Willy.
-Sé que esto pasaría, antes o después, necesitamos estar preparados. Son antídotos y mi descubrimiento aún sin probar, pero no puede llegar a mano de esos desgraciados.
-Pero… ¿Sabes quién nos ataca?-Dijo Lúa cuando pudo coger aire.
-No, pero el mundo es así, siempre encontraras a alguien que te envidie.
-Vamos, tenemos que avisar a mamá.
-Sí, vamos chicos.
Llegaron a casa y entraron, Lúa fue corriendo al botiquín para hacerle una cura a Max, y Willy corrió para buscar a su madre, cuando los cuatro estaban reunidos, Laura tocó la campana de emergencias, que estaba dentro de la casa y todos los que estaban trabajando fueron al salón corriendo.
-¡Hay alerta roja! Tenemos que evacuar. –Dijo Laura, que era la encargada de la seguridad.
-Enseguida. –Dijeron todos a la vez
Ya estaban preparados para esos casos, habían llevado a cabo unos simulacros para prepararse en caso de emergencia. Así que Lúa, que era la que no sabía siguió al resto haciendo caso en todo.
-Lúa llama a tus padres, te dijeron que los llamases en caso de emergencia.
-Sí, les llamo- Respondió Lúa mientras marcaba el número de los padres.
Pi…pi…pi…pi…pi…
Se ponía más nerviosa cada pitido que no cogían y pensaba “vamos, vamos por favor coger el teléfono”
-¡Nada! No lo cogen
-Llámales de nuevo.
“Ahora mismo estamos ocupados deje un mensaje después de la señal…pi…”
-¡No cogen!- Las lágrimas de rabia empezaban a brotar de los ojos de Lúa y estampó el móvil contra la pared.
-¡Pero qué haces! A lo mejor escuchan tu mensaje.
-¡Sí! Dentro de tres días. Para una vez que los necesito y no están. ¡Nunca están!
-No tenemos otra opción, dejarme ir al garaje y salimos por el túnel- Dijo Max.
-No, vamos ya, no tneemos tiempo. Dijo Willy muy tenso.
-No podemos dejar que nos sigan.
Los demás fueron saliendo de la casa, que estaba situando en un pequeño alto, pudieron ver parte del paisaje. Los jóvenes miraron hacia abajo y lo que antes era un paisaje verde y precioso ahora era marrón, rojo y negro, había zonas ardiendo y cenizas volando por el cielo que se iba tornando de un color más oscuro, el aire puro se convirtió en un olor desagradable y la temperatura del sitio aumentó considerablemente. La alerta de fuego se podía ver desde cualquier parte ya.
Cuando llegó el padre le entregó la dinamita a uno de sus hombres.
-¿A dónde vas con eso? –Pregunto Willy.
-Hijo, una vez pasemos por el túnel tenemos que hacerlo explotar, esto es muy peligroso y si nos siguen será nuestro fin.
-¡Cuidado! – Dijo uno de los guardaespaldas poniéndose delante de Max. Al instante recibió un disparo en el pecho, que por suerte no le hizo nada porque llevaba un chaleco antibalas.- Hay francotiradores, en esa montaña de enfrente.
-¿Cómo? Pensaba que eso solo existía en las películas.-Dijo Lúa.
-No.-Respondió el guardaespaldas. - ¿Ves ese brillo de ahí? Es uno de ellos.
-Hay que moverse rápido, No estamos seguros en ningún sitio.-Dijo Max.
-Willy…tengo miedo.-Dijo Lúa casi llorando.
-Hay que ser fuerte, en los momentos más difíciles.-Dijo Willy intentando tranquilizarla.
Los dos sabían que tenía razón pero en la práctica estaban llenos de miedo, casi temblando.
Todos juntos fueron corriendo por el camino que había por un lateral de casa, el guardaespaldas de último vigilando todo lo que se movía, cualquier paso en falso podía significar una tragedia.
Los corazones se les salían por la boca, nunca se les había pasado por la cabeza que algo tan oscuro pudiese ocurrir en la realidad.
Cuando ya faltaba poco para llegar al pasadizo secreto por donde salir, escucharon otro estruendo, venía de atrás, seguramente del garaje uno de los coches debía tener una bomba adosada.
-Suerte que por aquí no entra un coche.-Dijo Max.
-La opción más segura siente es correr-Dijo Lúa con un sudor frío que le recorría todo el cuerpo.
Lo único que quedó en pie de toda la zona fue la casa, a la cual seguramente no le meterían fuego hasta que no robasen todo lo interesante o robasen el experimento de Max.
Max estaba dolorido, la pequeña herida que tenía en la pierna hacía que disminuyese el ritmo respecto a los demás, un hombre que trabajaba para él lo cogió en brazos para que pudiesen empezar a correr.
Ya veían la entrada del túnel y se metieron, estaba oscuro pero había un botón que Max conocía que permitía encender el pasadizo durante un par de minutos, lo suficiente para pasar.
El guardaespaldas fue poniendo dinamita según avanzaban. Era un corredor estrecho, situado por debajo de la tierra. El polvo y las telarañas eran visibles a simple vista, un pasadizo poco transitado, hacía bastante frío allí, el suelo era de arena y tierra, el techo parecía a una cueva, húmedo. Cada vez que se metían más adentro del pasadizo se hacía más difícil respirar. Laura se ahogaba ahí dentro, sus problemas de alergia hacía que el polvo y la humedad le provocasen asma, cogió la medicación del bolsillo de la chaqueta y la tomó, tenían que salir lo antes posible, así que los dos hombres que estaban a su disposición la cogieron y Willy acompañada de Lúa fueron delante, echaron a correr hasta el final.
Los que quedaron detrás fueron poniendo la dinamita que quedaba.
-¡Aquí, aquí está la salida!-Dijo Willy, dándole de señas a los hombres que llevaban a Laura.
Cuando llegaron al final la dejaron en el suelo y ya pudo continuar ella. Con las manos en las rodillas, Lúa intentó coger aire mientras observaba el sitio a donde habían llegado. Era un lugar extraño, estaba en un camino de tierra, pero estaban en la ciudad, el pasadizo parecía incrustado en la pared de la montaña que hacía de frontera entre el maravilloso paisaje, que estaba calcinado y la ciudad.
Lúa recordaba la montaña de pasar en un autobús varias veces, pero nunca sabía lo que había detrás, nunca podría haberse imaginado lo que ocurrió durante los últimos días.
Poco a poco fueron llegando todos los que faltaban, Max todavía cojeando fue el penúltimo en salir, el último llevaba el último explosivo que puso en la puerta.
-Marcharos hacia atrás, esto puede ser muy peligroso.-Dijo el hombre.
Cuando se alejaron lo suficiente lo activó y todo voló por los aires. Ya no podrían seguirles por el túnel.
-¿Y ahora?-Dijo Willy viendo como lo había perdido todo.
-Habrá que buscar un sitio donde esconderse por el momento.- Dijo Max.
-¡Ya sé!- La ciudad estaba por allá ¿No? -Dijo Lúa ocurriéndosele una idea.
-Sí.
-Pues vamos en autobús hasta mi casa, no es tan grande como la vuestra pero… tiene comida de sobra, mis padres siempre me dejan un cajón de congelados lleno de cosas.
-No queremos molestar, ya te hemos dado bastantes problemas.-Dijo Willy.
-¿Problemas?
-Sí, podrías haber muerto, igual que nosotros.
-Me da igual, si no hubiese sido gracias a ti, no hubiese sabido lo que es ganar un premio o la felicidad de estar con una “familia”.
-Si razón tienes pero…
-No hay peros que valgan.
-¿Y si tus padres no te dejan? –Dijo Max preocupado.
-A mis padres nunca les he importado. ¿Por qué tendrían que importarme ellos ahora?
-Espero que tengas razón, mi padre necesita una cura lo antes posible y aquí solo perdemos el tiempo.
Cogieron el primer autobús que bajaba a la ciudad y Lúa sacó una venda y un par de cosas más que se había guardado en el bolsillo para hacer los primero auxilios.
-Sabía que la venda no duraría mucho. Tendría que verte un médico puede infectarse la herida.
Las personas que estaban en el autobús reconocieron a Max, pero sólo se acerco un médico.
-¿Necesitas ayuda? Soy médico. Esa herida no tiene muy buena pinta.
-Pues la verdad es que sí, porque ahora mismo le estaba diciendo que necesitaba a un médico para que le viese la herida.
-Déjame que la mire, siempre suelo llevar un par de cosas encima.
-Vaya, debe ser muy cansado llevar siempre todo.
-Todo, todo no es… un día vi una emergencia y no llevaba nada encima. La ambulancia tardo en llegar. No fue más que un susto, pero desde aquellas prefiero llevar un botiquín nunca se sabe cuando hará falta.
-Sí, tienes razón, mejor prevenir que curar.
El médico le desinfectó la herida y la curó, lo hizo muy fácil porque era un experto y la herida era de lo más normal.
-Ya está, ahora guarde un poco de reposo, en un par de días estará recuperado del todo, por suerte solo es una herida superficial.
-¡Qué rápido! Muchas gracias.- Dijo Max.
-De nada Señor Wellington. Tenga más cuidado por donde va, ese tipo de heridas pueden ser peligrosas.
-Gracias es usted muy amable.
-Esta es mi parada, que vaya todo bien.-Dijo el médico bajándose del autobús.
-La siguiente parada es la nuestra, estas calles ya me las conozco bien.-Dijo Lúa.
-Estupendo, parece que las cosas comienzan a ir bien.
El tiempo entre parada y parada fue muy breve, además el autobús tenía incorporado un sistema tecnológico que iba diciendo las paradas.
“piii… Parada: Calle de cuatro vientos”
-Esta es la nuestra.- Dijo Lúa esperando a que se abriesen las puertas para bajar.
Bajaron del autobús y Lúa miró a ambos lados de la calle, señalo hacia la izquierda de la parada y llegaron a casa de Lúa, que estaba cerca. La casa tenía un portón que parecía antiguo y era de color marrón. Abrió la puerta y subieron hasta el segundo piso, al entrar dijo:
-Esta es mi casa, es algo más pequeña que la vuestra pero al menos tenemos comida suficiente para pensar cómo solucionamos el problema.

-Muchas gracias Lúa. -Dijo Max.
-Estáis como en vuestra casa, yo dormiré en el sofá hoy para que tengáis disponible otra cama donde acostaros.
-No hace falta, yo puedo dormir en el sofá o en el suelo, que para algo somos los invitados.- Dijo Willy mientras el resto asentía con la cabeza.
-Como queráis, no hay camas para todos así que voy a ir sacando mantas para que alguien se acomode en el suelo.
-Yo te ayudo.-Dijo Willy.
-Creo que Max y Laura deberían dormir en la cama de mis padres, al fin y al cabo ellos están mal.
-Sí, a mí también me parece correcto.- Dijo Willy mirando la pierna donde tenía la herida su padre.
Mientras fueron a sacar mantas vieron como uno de los guardaespaldas de Max hablaba sospechosamente por teléfono.
-¿Desde cuándo este no estaba con nosotros?-susurró Lúa a Willy.
-No lo sé, pero es muy raro, podría haber pedido permiso al menos, estoy empezando a sospechar, no me cuadran las piezas.
Mientras Willy hablaba, Lúa escuchó al guardaespaldas pronunciar el nombre de sus padres, los ojos se abrieron de golpe y quedándose de piedra le dio de señas a Willy.
-Vale, están escondidos en su casa jefe. Como ratas en una ratonera. Avise cuando haya que atacar de nuevo.
Willy y Lúa echaron a correr antes de que los pillase escuchando detrás de la puerta. Fueron donde Max y le explicaron lo que habían oído.
-¿Estás segura de que se refería a tus padres?- Le pregunto Max.
-Sí, dijo sus nombres y luego dijo que estaban en su casa.
-Estamos en peligro. Pero no podemos llamar la atención hay que disimular.
-Tengo que ir a hablar con ellos, esto no puede ser cierto.-Dijo Lúa nerviosa.
-No, puede ser peligroso, pueden hacerte daño.
-Willy, son mis padres necesito explicaciones, esto es muy grave si llega a ser cierto.
-Pero… ¿Sabes donde están?
-No, pero seguiré al guardaespaldas. Es la única opción.
-Ten cuidado muchacha, pueden tomarla contigo.
-No voy a dejar que pongas en riesgo tu vida.- Dijo Willy preocupado.
-Sólo quiero respuestas.
-Y si resulta que es cierto ¿Qué piensas hacer?
-Los intentaré convencer de que paren, esta guerra no llega a ningún lado.
-Ya claro, te diré lo que hará esa gente si descubren que tienes algo que ver con nosotros: te lavarán el cerebro y después te mandarán venir a por nosotros.- Dijo Willy elevando el tono de voz.
-¡¿Tú has visto muchas películas?!- Dijo Lúa medio enfadada.
-Willy, déjala es su decisión, ella nos ha demostrado que no es igual que ellos, tenemos que respetar su opinión, al fin y al cabo son sus padres.- Dijo Max intentando amainar a ambos jóvenes.
Max le dio de señas a Lúa viendo que se iba el guardaespaldas. Lúa fue detrás de él intentando ser cautelosa y disimulando por las calles, ya que era difícil despistar a un agente de seguridad.
Pasó un par de calles y vio como entro en un edificio plateado, de muchas plantas situado en una rotonda, la puerta estaba custodiada por dos guardaespaldas, esperó un rato vigilando la zona y pensando en lo que decir. Lúa tenía algo de miedo, Willy le había dicho muchas cosas y no le sentó muy bien que no la apoyase en ese momento tan difícil para ella.
Al rato decidió acercarse y los guardias le dijeron, identificación por favor.
-Soy la hija de los jefes.
-¿Eres la hija de Pedro?
-Sí, mira el DNI.
-Está bien, puede pasar, pero creo que están ocupados ahora.
-Puedo esperar ¿En qué piso están?
-En el quinto.
-Gracias.- Dijo Lúa mientras pensaba en lo fácil que había sido entrar.
Entró en el edificio y a la derecha había una recepción, al fondo los ascensores y a la izquierda unas escaleras. Usó el ascensor, sería más sencillo no perderse en un edificio tan moderno.
Pulsó el botón y bajo enseguida, cuando entró pudo observar muchos botones, era bastante grande y muy moderno. Todo metalizado, a juego con el edificio, parecía que estuviese dentro de una película futurista.
Cuando llegó a la quinta planta el ascensor avisó y nada más salir por la puerta estaba el padre esperándola.
-Hola hija. ¿Qué haces aquí?
-Vine porque quiero saber la verdad.
-¿Qué verdad?
-¿Es cierto eso que dijo el señor ese?
-¿Qué señor? - Dijo el padre haciéndose el loco.
-Pues que vosotros plantasteis una bomba a aquella familia.
-Oh vaya, no sé de qué estás hablando.- Dijo el padre de Lúa, con cara de no estar diciendo la verdad. Ella lo capto enseguida y se dio cuenta de que ocultaba algo.
-¿Por qué ese hombre entro aquí?
-Todavía eres muy pequeña para comprenderlo.
El padre le agarró por el brazo y apretó fuerte, le estaba haciendo daño y ella se quejó, él siguió tirando de su brazo y la entregó a unos guardias.
-Ya sabéis lo que tenéis que hacer con ella, podría interferir en el plan.
Los guardias la cogieron y la metieron en una celda de metal, ella intentó convencer a los guardias, pero parecía que no escuchaban sus súplicas.
-Por favor, tenéis que sacarme de aquí hay muchas vidas en peligro, son gente inocente, no se lo merecen.
Al rato intento convencerlos de otra manera:
-Si me sacáis de aquí os ayudare con vuestro plan… al fin y al cabo son mis padres.
El guardia fue a avisar al padre de que quería colaborar.
-Sabia decisión, hija. Sabía que compartirías mi punto de vista.
Lúa estaba temblando, no sabía lo que iban a hacerle y pensó que Willy tenía razón, pero ya era demasiado tarde para echarse atrás. Todo se había precipitado y estaba ocurriendo muy deprisa.
Cuando se dio cuenta tenía una bomba adosada al cuerpo y el padre le dijo:
-Ya sabes lo que tienes que hacer, vas a casa y le das al botón de este dispositivo para que explote.
-Pero…pero…yo moriré si hago eso.
-Morirás por la causa, hija mía.-Dijo el padre que parecía no importarle nada.-Todo tiene un precio.
-¿Eres capaz de matar a tu propia hija?
-Siempre has sido un estorbo, solo nos has servido para aliarte con ese científico, nos servirás de ayuda. Cuando hagas explotar la bomba le robaremos el experimento y nos quedaremos con el mérito. Por una vez tu madre y yo podremos ser ricos.
-Las cosas no se hacen así.
-¡Ah, sí! Se me olvidaba no te quites este collar, es para que no te pierdas.
-¿Me vas a rastrear con un chip?
-Sí, no quiero que el plan salga mal, no me fio de ti, al fin y al cabo eres una revolucionaria. Deberías de seguir el mismo camino que tu madre, fue inteligente y se hizo caso de mi.
Antes de que pudiese decir nada, los guardias la llevaron a la puerta.
Fue andando despacio hasta su caso, intentando pensar algo para salir de esta pero era muy difícil, llevaba una bomba encima y no le dejaba pensar con claridad. Cada vez que se notaba el bulto del cuerpo se ponía más nerviosa, pensaba que Willy tenía razón, no sabía cómo iba a explicárselo.
Cuando llegó a casa, Willy se fue a abrazarla pero ella lo paro antes de que tocase el botón sin querer, se quito la chaqueta y vieron la bomba adosada al cuerpo de Lúa.
-¡¿Qué te dije?!-Dijo Willy gritando.
-Los malos son mis padres.-Dijo Lúa entre lágrimas.- Dijeron que era un estorbo y que si estallaba la bomba se quitarían un peso de encima.
-Eso es muy cruel.-Dijo Max.
-Willy, deberías apoyarla, ella no nos haría daño.- Dijo Laura poniéndole la mano en el hombro a su hijo.
-¿Cómo que no? Si lleva una bomba. Nunca me haces caso Lúa y mira que te dije que era peligroso. Y por si fuera poco ahora te alias con ellos.
-Ya verás como encontramos una solución.
-Ya, claro con una bomba y un collar para saber donde está en cada momento.
-Voy a quitarte la bomba del cuerpo, Lúa. No te muevas, puede ser peligroso.
-Ha venido con la intención de matarnos, estás loco. –Dijo Willy enfadado.
-Yo no quiero matar a nadie, no soy una asesina.-Dijo Lúa llorando.
-Willy, está diciendo la verdad, es buena chica, ella no nos haría daño. Que sus padres sean así no significa que ella sea mala y cruel.
Lúa asintió con la cabeza y dejó que Max le quitase la bomba, por suerte había recibido un curso de cómo manejar bombas hace años, se la quitó despacio y sin movimientos bruscos.
Se la entregó al guardaespaldas que quedaba, que también sabía manejar bombas, era de confianza. También le dio el mando que tenía el botón para que se le devolviese a los padres de Lúa.
-Hazla explotar donde están mis padres le.- Dijo al guardaespaldas antes de marcharse.
-No puedes hacer eso Lúa.-Dijo Max intentando que entrase en razón.-Son tus padres.
-Yo no tengo padres.
Willy y Max se estremecieron al escuchar la dureza de las palabras. Willy se acercó a ella y la abrazó:
-Lo siento por decirte todo lo que te dije antes, no te lo merecías.
El guardaespaldas volvió al rato y dijo:
-Ya explotó la bomba, no creo que nadie piense que fue una bomba porque la coloque en el laboratorio. Cualquier fallo podría haber provocado esa explosión.
-Muchas gracias. Sabía que podía confiar en ti.-Dijo Max.
-Todo sea por hacer justicia.
-Ya sabes lo que pienso sobre lo de tomarse la justicia por cuenta propia, pero en este caso era distinto, esa gente llevaba la maldad en la sangre, eran seres de los más crueles, que eran capaz de cualquier cosa para conseguir su objetivo, incluso fueron capaces de intentar matar a su propia hija, una chica que no se merece eso.-Dijo Max intentando que sus palabras llegasen a Lúa para animarle un poco y que se sintiese apoyada por toda la familia en ese momento tan complicado.
Decidieron hacer la cena, porque se había hecho tarde y tenían hambre.
Lúa fue donde estaba el cajón de los congelados y saco un par de fiambreras de masa de croquetas, las llevó a la cocina y mientras Willy y ella les hacían la forma. Max y Laura las cocinaban y los mayordomos ayudaron a poner la mesa, ya que eran bastantes a comer.
Al terminar de cocinarlas se sentaron en la mesa y cenaron tranquilamente, estaban muy ricas se notaban que estaban hechas en casa porque no se parecían en nada a las compradas.
Willy prefirió no opinar porque seguramente estuviesen hechas por los padres de Lúa y su comentario podría incomodar a Lúa.
Después de cenar fueron a dormir, había sido un día muy difícil y largo y todavía quedaba pensar que iba a pasar a partir de ese momento.
Lúa no pudo dormir aquella noche, se había quedado sin la única “familia” que tenía, de la forma más triste y amarga que podía haber ocurrido.
Al día siguiente decidieron ir a dar una vuelta y tomar el aire por la ciudad, despejarse les vendría bien a todos, Max acompañó a Willy y Lúa al parque, Laura quedó con unas amigas para ir al centro comercial y el guarda espalda y los mayordomos tuvieron día libre.
Una vez llegaron al parche fueron a una zona verde inmensa y se pusieron a correr un poco.
De repente empezaron a escuchar un ruido de un helicóptero sobre ellos, extrañados por la presencia de esa máquina dejaron de jugar y se apartaron.
La tranquilidad duraría poco porque dentro de aquel helicóptero iba el padre de Lúa, ella se asustó al verle las quemaduras de la cara, había sobrevivido a la explosión de la bomba. La miró y le dijo:
-No te ibas a librar de mí tan fácilmente.
-¡Vete de aquí! No quiero saber nada de ti.
-¡Qué pena! Ya es demasiado tarde para eso, Lúa.- Dijo el padre mientras se acercaba a ella para clavarle un veneno.
-¡Ahh! No… me siento… bien.-Dijo Lúa sintiendo el dolor, los músculos ya no soportaban el peso y se calló en los brazos de Willy.
A ella ya no le quedaban fuerzas en el cuerpo. Le había inyectado un veneno bastante fuerte a Lúa.
Llendose para el helicóptero dijo:
-Se morirá en media hora, uno de estos frascos es el antídoto y otro más veneno. Si te equivocas y usáis el veneno la mataras al minuto. ¡Suerte!
-¡Maldito seas! No he conocido ninguna persona tan cruel como tú. Tu hija no merece esto.- Le gritó Max antes de que empezase a arrancar el helicóptero, pero no lo escucho porque estaba dentro ya.
-Ir tras él…no debe… escapar.-Dijo Lúa sin fuerzas.
-¡No! Lúa, tenemos que salvarte a ti, no te vanos a dejar sola en un momento como este y menos después de todo lo que has hecho para defendernos.- Dijo Willy mientras seguía agarrándola.
Cada minuto que pasaba era un minuto menos de vida que le quedaba a Lúa, que empezaba a sentir frío, su cuerpo sudaba y la sangre se le ralentizaba por dentro.
Max seguía intentando distinguir cual era el veneno y cual el antídoto, pero por mucho que lo miraba o movía eran completamente iguales a simple vista, su vida estaba a cara o cruz pero el padre no podía arriesgarse a matar a la joven.
Willy se quedó mirando al padre y desesperado dijo:
-¡No queda mucho tiempo!
-Sólo nos queda la opción de probar mi descubrimiento, pero todavía no esta usado con personas.
-¿Tu experimento es un antídoto?
-Así es, es un antídoto “universal” pero como ya he dicho no está probado con personas.
-Es mejor opción que probar suerte con el veneno o antídoto de esos frascos.
-Sí, no queda mucho tiempo.
-Le suministraron el experimento de Max a Lúa, con cara de preocupación porque no sabían si iba a funcionar y podría llegar a morirse.
Lúa ya se había desmayado y ellos cerraron los ojos esperando a que funcionase.
-¿Qué ha pasado?
Max y Willy abrieron los ojos entre lágrimas y Willy la abrazo.
Le contaron lo que había pasado y lo recordó todo perfectamente, todavía estaba algo débil, pero dijo:
-Hay que coger a mi padre, no puede salirse con la suya.
-Primero recupérate.-Dijo Willy intentando que no se moviese.-El veneno era muy fuerte, necesitas relajarte.
-Pero no se puede escapar tenemos que cogerlo.
-Deja a mi padre que se encargue de eso, tiene contactos. Puede que podamos hacer algo.
-Es cierto, Lúa. Ahora mismo llamaré a la policía, conozco al jefe.-Dijo Max sacando la agenda.- ¡Aquí está! Ahora lo llamo.
-…
-Hola amigo.
-…
-Pues verás, tenemos una emergencia.
-…
-Sí, verás el padre de una amiga de mi hijo, Lúa, casi mata a la pobre muchacha.
-…
-La ha envenenado, pero por suerte ella está bien.
-…
-Sí, el problema es que se ha escapado en helicóptero.
-…
-5432-F, es la matrícula y es de color azul oscuro.
-…
-Muchas gracias.
-…
-Me han dicho que irán a por el ahora mismo, están habilitando un par de líneas de acción por si se escapa a otra ciudad y van a activar un dispositivo de búsqueda y captura. En cuanto lo pillen nos lo hará saber.- Dijo Max después de colgar el teléfono.
-Tiene que haber justicia.- Dijo Lúa con el odio en los ojos.
-Ya sé que es un momento duro para ti, Lúa. Porque se trata de tu padre, pero tienes que ser fuerte cuando tengas que volverlo a ver.-Dijo Willy.
“Tiriritiririritririr”. El móvil de Max estaba sonando. Era el número de Laura, que todavía no sabía lo que había ocurrido, así que se reunieron todos para cenar, mientras Max, que era el que más firme tenía la cabeza, le contaba lo que había sucedido.
Laura no se lo podía creer y cada vez que Max nombraba algo del veneno, su cara se iba hacia la cara de Lúa. Preocupada preguntó dónde estaba el padre de Lúa, Max también le informo de que la policía lo estaba buscando.
Al día siguiente Max recibió la llamada del jefe de policía, lo habían encontrado a un par de kilómetros de allí, a la tarde sería trasladado a la prisión de la ciudad para someterlo a juicio, Por lo que pudo intuir el jefe sería bastante fácil juzgarlo, ya que el padre no mostraba ningún trastorno mental. Tampoco tenía ningún rasgo de arrepentimiento y se sentía orgulloso de sus actos.
Lúa al enterarse pidió verlo por última vez antes del juicio, así que por la tarde la acompañaron a verlo antes de que entrase en la comisaría.
Iba en un coche, esposado atrás y con dos policías custodiándole. Cuando Lúa lo vio salir del coche se acercó y le dijo:
-¡Hija! Estás bien.
- Si esto viva no es gracias a ti.
-No me mires así, soy tu padre.
-¿Mi padre? ¡¿Qué padre es capaz de envenenar a su propia hija y dejar a la suerte su vida?! Dímelo porque eres un ser cruel y frío. Yo ya no tengo padre, lo perdí cuando no estaba siempre que lo necesitaba cuando era pequeña. Ahora sé a lo que te dedicabas cuando estabas demasiado ocupado como para verme.
-Pero…
-¡Cállate! No quiero saber nada. ¡Lo tenías todo y ahora no tienes nada! Tu trabajo consistía en ser un envidioso, porque nunca supiste valorar lo que tenías, igual que mamá.
La cara del padre no cambiaba, parecía no afectarle las palabras tan duras que ella le dijo:
-Vámonos Willy, ya no pintamos nada aquí.
Después de un par de semanas el padre fue juzgado con la cárcel.
Ella estaba viviendo en su casa con Willy y su familia mientras reconstruían la zona de nuevo.
Unos cuantos años después Willy y Lúa se convirtieron en científicos guiados por la sabiduría y paciencia de Max y fueros excelentes compañeros de investigación.



Fin

- (Julio -2013)--