O universo

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lunes, 18 de noviembre de 2019

Mareas inquietas

                               MAREAS INQUIETAS




Un día de lo más normal se encontró con su amiga Mir por la calle, hacía muchos días que no sabía nada de ella y sin pensarlo se acercó para saludarla.
Mir se giró y respondió fría, seca y distante. Ella sabía que le pasaba algo a su amiga, Mir nunca actuaba así, sin decir nada antes de desaparecer y volviendo con una actitud tan áspera. Puesto que las dos chicas eran amigas desde el primer curso de primaria y nunca había visto esa firma de ser de Mir
-Mir ¿Qué te pasa? – Siguió gritando desesperada mientras le agarraba de un brazo para que no saliese corriendo.

No halló respuesta, tan solo una mirada ofensiva, “si las miradas matasen...” pensó mientras se sentía intimidada por el odio inesperado de Mir.
Mir ya estaba llegando al portal de su casa mientras se soltaba enfurecida, de repente entró bruscamente en su portal de un portazo, por suerte no le dio en la cara y no rompe el cristal.
Su amiga, sin embargo, se quedó boquiabierta con la cabeza apoyada sobre la puerta del cristal, viendo como Mir desaparecía entre la oscuridad de las escaleras.
Se dio media vuelta e intentó inhalar aire para relajarse y evitar que la angustia se apoderase de su cuerpo, mientras tanto, puedo darse cuenta que la gente que estaba sentada en la terraza del bar-restaurante la estaba observando estupefacta. Ya que, por lo visto, había montando un escándalo fruto de la desesperación.
Entro al bar, era el bar- restaurante llevado por los padres de Natalia, una pareja ya muy mayor con clientela fiel y de toda la vida, por el buen trato que daban allí. Desde pequeña ya conocía a Natalia y a sus padres, era como una más de la familia, incluso pasaron muchas vacaciones de verano juntas. Sabía que podía pasarse siempre que quisiera.
Justo al entrar vio a Natalia en la misma mesa donde solía estar sentada, se le notaba bastante decaída y su madre estaba a su lado intentando animarla.
-Hola Señora Ana ¿Qué le ocurre a Natalia?
-Es por Mir, hace días que no sabía nada de ella y cuando la vio estaba mucho más cambiada, como si no quisiese saber nada de ella.
-Es extraño, a mi también me sucedió, como si no quisiese verme- Respondió mientras se sentaba en la silla de al lado.
-No estés triste hija, seguro que tiene un día malo, se le pasará, ya veréis.

Como era habitual en el bar todos los días pasaba el panadero a traer el pan y una empanada:

-Empanada para las niñas bonitas ¿Qué le ocurre a la muchacha?
-Nada importante, malos entendidos, ya sabes.
-Ya verás cómo se soluciona, me vuelvo pitando que el pan no se vende solo.
En cuanto el panadero cerró la puerta entró por la puerta un gran amigo de la familia. Se pasaba los días viajando y explorando lugares insólitos, pocos conocían a donde iba hasta que volvía, cada vez que terminaba uno de esos viajes siempre se pasaba por el bar y traía algo inusual para enseñarlo, mientras comía algo y contaba leyendas, rara vez eran creíbles, pero hacían gracia o animaban.
La última vez había traído unos huesos de dinosaurio para exponerlos en el museo arqueológico de la ciudad.
-Buenos días señor Tomás, cuanto tiempo sin verle.
-Buenos días familia ¿Cómo va todo?
-Tirando, como siempre. No nos podemos quejar. Ya se le echaba de menos. A ver si animas a estas muchachas. -Respondió la señora Ana mientras seguía atendiendo a la clientela.
-Claro que sí ¿Qué les pasa a las florecillas?
-Una amiga, está rara- contestó Natalia.
-Cosas de chiquillas, esperamos que se le aclaren las ideas.
-Eso espero, estoy preocupada.
-Esta empanada si que huele bien, este panadero sigue igual de bueno que siempre, dame un trozo por favor.
Después de un buen rato contando sus anécdotas en su última aventura, Tomás se puso unos guantes protectores y sacó una caja perfectamente cerrada, pero por la que se podía ver lo que contenía dentro, era Torio, era muy brillante, aunque peligroso, por eso no se lo dejó tocar a las jóvenes.
Después de curiosear la caja Tomás empezó a contar una leyenda sobre monstruos marinos, a la cual poco caso le hicieron, como todas las demás historias sonaba a invención.
Con las historias y anécdotas se fue pasando el tiempo y Natalia parecía que estaba mejor, incluso se estuvo riendo un poco con tanto surrealismo.
-          ¿Te ocurre algo? – Preguntaron Natalia y Tomás, viéndole la cara de malestar de su amiga.
-          Me duele un poco la cabeza, voy al servicio. Seguro que no es nada.
-          Vale, si necesitas algo avísame. – le dijo Natalia.
Entró en el servicio y se echó agua en la cara, se miró al espejo y vio una imagen reflejada en él, saltó de un golpe, asustada miró hacia atrás pero no vio a nadie, se colocó las yemas de los dedos índice en la sien, sintiendo el dolor suspiró y apoyó las manos sobre el lavabo, agachó su cabeza mientras pensó “¿Qué está sucediendo?” Levantó otra vez la mirada hacia el espejo y precipitadamente gritó “¡Mir!”
En ese instante se dio cuenta de que algo sucedía, nada bueno y debía de estar ahí cerca. Se apoyó la espalda contra la pared mientras se decía a sí misma “¡Piensa, piensa!”
Tuvo una premonición que apuntaba a la bodega del bar. Tenía que llegar hasta allí para ver que sucedía, a poder ser sin que Natalia, ni sus padres la viesen para no crear una alarma innecesaria. Entre abrió la puerta y ojeó rápidamente, por suerte para ella Natalia estaba de espaldas y los padres estaban muy ocupados en la terraza, ya que era hora punta y no podían pararse con nada. Salió rápidamente, sin hacer ruido, bajó las escaleras hacía la bodega, no era muy grande, pero lo suficiente para que alguien pudiese esconderse. Antes de terminar de bajar podía apreciar a una persona, era Mir.
- ¡Mir! ¿Qué haces aquí? -Le preguntó muy extrañada.
- ¿Cómo sabías que estaba aquí?
-Instintos
-Llegas tarde, dile a tus instintos que la próxima vez te avisen antes.
Sin tiempo para recibir una respuesta había creado un portal sobre la pared. No le dio tiempo a agarrarla antes de que lo cruzase así que lo cruzó ella también.
Había aparecido en un sitio nunca visto y desconocido para ella, se asustó nada más entrar. Era un muro de piedra, que tenía piedras sobresalientes, apenas había espacio. Cuando miró hacia arriba vio a Mir escalar el muro con facilidad y decidió seguirla.
-          ¡Vete! Esto no tiene nada que ver contigo – Gritó Mir mientras seguía subiendo.
-          No, no voy a dejarte sola, estás en peligro, lo siento.
-          Márchate, esto es peligroso para ti.
-          Por eso mismo, para ti también lo es, no voy a irme.
Cuando todavía le quedaba la mitad del muro por subir, vio como una ola de agua pasaba de lado a lado del muro, mientras se agarraba fuerte de una de las piedras para recibir el golpe.
Tosiendo, volvió a gritar –¡Mir!
Mir, sin embargo, ya había terminado de subir y saltó hacia el otro lado, no pudo ver más, así que siguió escalando lo más rápido posible para que otra ola no la arrastrase. No sabía cuándo podía venir la siguiente.
Una vez arriba se sentó tomó un par de segundos para respirar e intentar localizar a Mir. Al otro lado del muro solo había agua, como si de un lugar submarino se tratase, intentó pensar, pero se encontraba exhausta después de esa ola que le había pasado por encima.
Vio un par de sombras en el agua, se tiró sin dudarlo e intentó llegar sin que la viesen.
-Eso es todo por el momento, Mir. Nos volveremos a ver en otra ocasión. Estate preparada, traeré nuevas órdenes que deberás cumplir si quieres continuar aquí.

-Entendido. Hasta la próxima.
Vio Como Mir se despedía de aquel ser marino, que tenía aspecto de sirena y rasgos de serpiente.
- ¡Oh vaya! ¿Otra discípula más? -Le dijo la extraña sirena al verla.
- ¡No! Vengo a salvar a Mir ¿Qué le has hecho?
- ¿Yo? Nada, ha sido ella misma la que ha decidido venir hasta mí, solo quería poder y yo se lo he dado. – Reclamó mientras se le dibujaba en el rostro una sonrisa pícara.
- ¡Eres un engendro! Le vas a hacer daño-
- ¿Y tú quién se supone que eres? - Se rio- No hace falta que respondas, ya sé quién eres.
- ¿Cómo que ya sabes que soy? Soy su amiga y no permitiré que le hagas daño.
-Sí, Eyriss, ya te conozco, te he visto combatir y tus hazañas llegan lejos.
- ¿Cómo sabes mi nombre? – Dijo con la voz entrecortada mientras se echaba un par de pasos hacia atrás.
Agarró del brazo a Eyriss, apretando fuerte mientras le miraba a los ojos, soltó un pequeño rugido y dijo con una voz serpenteante:
-No te metas donde no te llaman, ni con quien conoces, puede salirte muy caro.
Eyriss intentó liberarse el brazo antes de que se le cortase la circulación y le golpeó el pelo con su mano derecha.
- ¡Ah! Ahora vete, muchacha, no quiero volverte a ver, hueles raro- Le miró con cara de asco mientras le soltaba el brazo.
-Como le hagas algo malo a Mir esta no será la última vez que nos veamos las caras.
Eyriss desapareció, teletransportándose directamente a la habitación de Mir.
Ella se encontraba dentro, así que sin pensarlo dos veces le preguntó directamente.
- ¿Me vas a explicar que está sucediendo ahora? Ya he visto a esa víbora.
- ¿Qué haces tú aquí? -Preguntó Mir enfadada.
-Ayudarte, para que no te pase nada malo, llevas un par de días desaparecida y ahora apareces con estas ¿No ves que es peligroso?
- ¿Y qué? Me da igual el peligro, sin riesgo no hay gloria.
- ¿Y esa actitud? Tú no eras así Mir.
-Claro es fácil decirlo cuando eres la mejor ¿Verdad?
- ¿Yo? Yo no soy nada…
- ¡Claro! Tú y tus poderes tenéis todo arreglado, ya salvas el mundo…
- ¿Qué? Eso no lo he decidido yo, yo no escogí tener poderes.
-Pues yo sí, ya no eres la única con poderes.
- Antes de cegarte con el poder deberías aprender a controlarlos, úsalos para hacer el bien y no el mal.
- Los usaré para lo que se requiera, no lo vas a decidir tú.
- Mir, por favor, no te ciegues con la ira y la envidia.
- ¡Vete! No quiero saber nada de ti, no necesito nadie que me ayude -Gritó mientras fruncía el ceño y hacía un ademán de expulsar a Eyriss de la habitación.
Eyriss viendo que no podía calmar el ambiente se marchó.
-Espero que sepas lo que haces, Mir.
-Perfectamente.
-Adiós- dio un portazo en la puerta.
-No vuelvas... – Respondió Mir con un carácter frío.
Eyriss volvió corriendo al bar para ver como se encontraba Natalia, allí seguía viendo la programación de la televisión con cara de estar aburrida.
- ¡Al fin te veo! Parece que has visto un fantasma ¿Sigues mal?
-No, no tranquila Natalia, estoy bien. Solo estaba pensando. ¿Quieres salir a dar una vuelta? Pareces aborrecida de la televisión.
- ¡Vale! Vamos a dar una vuelta, te invito a cenar fuera, nos vendrá bien. Espera que cojo la chaqueta.

Durante la cena no dijeron gran cosa sobre lo sucedido por la tarde, Natalia parecía que poco a poco recuperaba las ganas. Sin embargo, Eyriss de vez en cuando se quedaba transpuesta, como en un segundo plano.
Por suerte se daba cuenta rápidamente y volvía a recuperar la compostura antes de que Natalia se diese cuenta de que algo pasaba, no quería tener que explicar que le pasaba a Mir hoy.
Eyriss sabía que no se iba a solucionar tan fácilmente.
- ¿Te ocurre algo, Eyriss? –
-Es tarde, será mejor ir a descansar ha sido un día largo.
Al terminar se marcharon cada una para su casa, Natalia bastante más animada agradeció a Eyriss que le hubiese acompañado durante el día.
Eyriss llegó a su casa y se tumbó en la cama, abrumada y pensativa, intentando encontrar una solución o como llegar a hablar con Mir para hacerle ver lo que estaba ocurriendo, ya que podría ser un error fatal, en el que podía jugarse la vida, porque no era ningún juego. Al final se quedó dormida por todo el cansancio acumulado.
Al día siguiente cuando Eyriss iba por la calle sintió que algo iba a suceder…
Se paró de golpe y porrazo y sintió que, a su collar, ese que todavía llevaba, se le iluminaba una de las barras.
-Hay peligro cerca- Pensó para sí misma.
- ¡Bu! Natalia le tapó los ojos a la vez que le preguntaba entre risas ¿Quién soy?
- ¡Natalia! Por favor, que susto me has dado- Gritó al verla.
- ¡Ni que fuese un fantasma! Dijo mientras se reía.
Eyriss miró a su collar, todavía seguía iluminado esa barra. Sabía perfectamente que el peligro que intuyó no era por Natalia. Debía de existir un peligro más.
“Ojalá estuvieses aquí maestro, para decirme qué hacer” -Pensó para sí misma.
-Veo que te encuentras de buen humor hoy -Respondió a Natalia sonriéndole.
- ¡Sí! ¿Y tú cómo estás?
- ¡Bien, bien! – Dijo intentando que no se notase su preocupación por el peligro.
- ¡Me alegro! Tengo que ir a hacer un par de recados que tengo que comprar, luego ya volveremos a vernos. Ya sabes, ten cuidado con los fantasmas.
-Vale, ten suerte con los recados no vaya a ser que seas tú la que se encuentre un fantasma- respondió guiñándole un ojo y soltando una carcajada nerviosa.
Cuando Eyriss llegó a la plaza de la ciudad sintió un escalofrío, pero no sabía que pasaba. Al momento, todo se tomó oscuro y todo el mundo había desaparecido, algo malo iba a ocurrir, lo presentía. Estaba totalmente segura de que no sería su maestro, ya que sus presentaciones eran algo diferentes, aunque ella solo rogaba que fuese una aparición y nada más.
Como era de esperar no era él, si no algo peor. Sitió como sus tobillos eran atrapados por algo que no lograba visualizar, pero por mucho que intentaba escapar o levitar no lo conseguía, no podía liberarse. El frío recorrió su cuerpo y vio como una luz le enfocaba, solo a ella, bajó su mirada y observó que tenía los pies enredados con unas raíces húmedas, apuntó con sus palmas hacía ellas y las hizo desaparecer sin mucho esfuerzo.

- ¡Ey, ey! No querrás irte ya, ¿no? -Susurró una voz lejana.
- ¿Qué o quién eres? -Gritó asustada.
-Soy tu amiga ¿Ya no te acuerdas de mí? Contestó mientras le apoyaba una mano sobre el hombro.

Un escalofrío le recorrió la espalda mientras giraba la cabeza para ver quién era.
- ¡Mir! -Gritó nada más verle ¿Qué haces?
-Vaya, parece que al final si te acuerdas de tu amiga.
- ¡Basta de tonterías Mir!
-Ey, no te tenses ¿Sí?
-Dime qué quieres o a qué has venido.
-A verte ¿no lo ves?
-Hay mejores formas de presentarse.
-Y menos divertidas.
-Si no vas a decir nada interesante esta conversación puede terminar aquí mismo.
- ¡Que aburrida eres! Yo que venía para contarte de que iba a llevarme a Natalia para contarle un par de cosas.
- ¿Cómo que llevártela?
-Si, ya sabes, secuestrarle y explicarle lo que ocurre
- ¡No! No lo permitiré
-Claro, no te interesa que sepa que le has mentido ¿Verdad? Que sepa que eres la heroína del mundo.
- ¿Qué?
-Lo que has escuchado, ya va siendo hora de que Natalia se entere de todo, quizás a ella también le interese tener poderes. 
- ¡Te estás corrompiendo! ¿Se puede saber a qué viene esto?
-Fácil, te lo explicaré, si la convenzo podemos formar un equipo las dos, así quizás no te emociones tanto yendo de defensora de un mundo destrozado.
-Sabes que siempre os he defendido para que no os ocurriese nada malo, no sé a que viene ese odio. Nunca os he hecho daño ni nunca lo haría.
-No necesitamos una defensora, nosotras nos defenderemos solitas y quizás te destruiremos.
-No te dejaré que te acerques a Natalia y le hagas daño.
-Lo dudo mucho, no vas a poder impedirlo.
Mir desapareció sin decir nada más, volvió la luz y las personas que había por la calle continuaron su rumbo como si nada hubiese ocurrido.

Eyriss asustada echó a correr para ir a buscar a Natalia, por suerte estaba cerca del supermercado donde solía hacer los recados, debería de llegar antes que Mir si quería protegerla.

Cuando llegó la encontró terminando de pasar por caja y pagando.
- ¡Natalia! -Gritó mientras intentaba recuperar aliento. – Ven, necesito que vengas conmigo. -Dijo desconcertada mientras le ayudaba con la compra.
- ¿Qué pasa? ¿Al final sí que has visto a un fantasma?
-Estás en peligro, tengo que explicarte muchas cosas- susurró para que nadie más se enterase.
-Vale, vale, no me asustes.
-Vamos rápido hasta tu casa, por favor. Es una larga historia.

Eyriss le cogió las bolsas de la compra a Natalia y con la otra mano le agarro la muñeca y echó a correr hacia su casa, no podía perder ni un instante.
Natalia, casi sin aire dijo:
- ¿Por qué corremos tanto? Tengo miedo.
-Ahora te lo explicaré todo, no estamos en un lugar seguro, no quiero que te hagan daño.
- ¿Daño a mí?
-Sí, explicarte lo que le pasaba a Mir estos últimos días, sé el motivo, pero no quería contarte nada para no preocuparte más.
- ¿Qué le pasa a Mir?
-Quiere secuestrarte.
Natalia hizo un último esfuerzo y corrió hasta su puerta, estaba asustada. Pero cuando iba a sacar las llaves para abrirlo sintió como un viento frío intenso le dejaba sin circulación, sentía que se ahogaba y empezó a quedarse pálida, paralizada.
- ¡Natalia! – Gritó Eyriss preocupada al verle la cara.
La oscuridad se ciñó alrededor de Natalia y Eyriss, el collar se volvió a iluminar otra de sus líneas.
Unas raíces húmedas como las de la última vez empezaron a brotar del suelo, creciendo cada vez más empezaron a enredarse por los tobillos de ambas, apretando con fuerza y trepando por las rodillas, el tronco y los brazos, las raíces aprisionaron las muñecas de ambas. Eyriss tuvo que tirar las bolsas al suelo. Las dos estaban inmóviles. Natalia no sabía que pasaba aunque Eyriss podía intuir algo.
-Natalia, tienes que estar tranquila.
-No puedo, estas raíces no me dejan.
-Cuanta más fuerza hagas, más daño te harán.
- ¿Qué es todo esto?
-Creo que es Mir, pase lo que pase estaré contigo, si quiere hacerte daño antes tendrá que vérselas conmigo.

La temperatura cada vez era más baja en la zona, la humedad de las raíces ya había encharcado la mayoría de su ropa y por alguna extraña razón existía un microclima en la zona, no daba el sol, hacía viendo gélido. Natalia estaba tiritando, sus piernas ya no aguantaban más.
-Natalia, aguanta.
-Sí, Natalia, aguanta. Todavía tienes que escuchar lo que tengo que decirte. – Se escuchó una voz en la distancia mientras una sombra iba acercándose hasta que por fin un haz de luz iluminó el sitio y se vio a Mir enfrente de ellas, seguían paralizadas.
Natalia estaba completamente pálida, al borde de un desmayo, la fuerza de las raíces era lo único que la sostenía de pie. Eyriss no paraba de moverse para intentar liberarse de esa prisión, pero no conseguía ni liberar una mano.
-Bien, Natalia. ¿Estás lista para escuchar todo lo que necesitas saber?
- ¿Qué quieres Mir? ¿Y por qué me haces todo esto? Me estás haciendo daño- Respondió Natalia.
- Fácil, necesito que estés quieta para que escuches pacientemente todo lo que tengo que contarte, ya sabes, es una larga historia.
- Creo que esto no es necesario - Opinó Natalia mientras agachaba la cabeza para ver la prisión.
-Claro que lo es, si no no me escucharías y Eyriss hubiese huido contigo.
- ¿Qué se supone que tienes que contarme? Me das miedo.
Eyirss observaba en silencio, mientras seguía pensando como salir de prisión o como salvar a Natalia.
- ¿Sabías que Eyriss te ha engañado todo este tiempo? -Sonrió mientras le clavaba la mirada a Eyriss.
- ¿Cómo? – Indagó Natalia sin saber de qué iba el tema.
-Si, sí. No te hagas la despistada. Tu querida amiga Eyriss lleva ocultándote todos estos años algo muy importante que quizás cambie tu visión de las cosas.
- ¿Qué se supone que me está ocultando?
-Digamos que Eyriss es una salvadora del mundo, tiene poderes para aniquilar cualquier ser que se le interponga.
Eyriss frunció la cara mientras dio un empujón hacia adelante con el cuerpo atado.
- ¿Eyriss? -Cuestionó Natalia.
-No le hagas caso a todo lo que te diga, nunca he hecho daño a nadie y si callé eso fue para protegeros. Cualquiera de los seres causantes del caos y destrucción a los que me he enfrentado podrían haberte atacado a ti, sin la opción de defenderte. - Respondió agotada de hacer fuerza de tanto intentar liberarse.
-Oh vaya, así que ahora es por eso, claro. Natalia, ya te ha engañado bastante, no tienes que confiar en ella.
-Puede que no esté mintiendo, tú me estás haciendo daño ahora mismo con estar raíces.
- ¿Ves? Pero estás dudando, eso es lo que quiero. - Mir soltó una carcajada.
- ¿Qué quieres sacar de todo esto?
-Que te unas a mi y venzamos a la impostora.
-No dices más que falacias- manifestó Eyriss.
- ¡Cállate! Esto no va contigo.
En ese momento las raíces fueron creciendo, ascendiendo hasta el cuello y apretando un poco más. El dolor podía notarse a en la cara de Eyriss.
-Pronuncia algo más y serán tus últimas palabras- Mir continuó sin contemplación alguna.
- ¡Mir! Le estás haciendo daño.
-De eso se trata, podía haber atendido por las buenas.
- ¿En qué te has convertido? Dudo, sí, pero ahora solo dudo de ti, porque, aunque todo lo que digas sea cierto hay formas y formar, sin hacer daño a tus amigas.
-Solo he venido a buscar colaboraciones, si no te unes a mi causa correrás su misma suerte y seguiré con mi objetivo cueste lo que cueste… y llevándome a cualquiera que se interponga en mi camino.
-Ambas te hemos dados momentos buenos y alegres, si tenías alguna queja sabes que estábamos ahí para cualquier cosa, nos podías haber consultado y no tomar tu propio camino.
-Ya veo, eso es lo que quieres, pues me llevaré a Eyriss para que no pueda salvarte, a ver si después sigues opinando lo mismo.
-Mir, has cambiando, tú no eras así, no tenías ese odio y ese rencor.
Mir apretó todavía más las raíces de Eyriss para dejarla sin respiración.
En ese momento el collar de Eyriss alcanzó las cinco carcas otorgándole el máximo de potencial transformándose y liberándose de la prisión. Eyriss soltó una lágrima que recorrió toda su mejilla, llena de rabia agachó la cabeza hacia un lateral.
Sé fuerte Eyriss, solo tú puedes combatir esto.
- ¿Maestro eres ti? – Sorprendida por escuchar esa voz tan familiar dentro de su cabeza.
Eyriss se llenó de valor, inspiró y volvió a levantar la cabeza firmemente.
- ¿Maestro? -Volvió a repetir dentro de si misma. – Necesito tu ayuda, no me abandones, por favor.
Después de tu entrenamiento sabes que combatirías sola, pero nunca te he abandonado, nunca he dejado de verte luchar.

-Dime ¿Qué hago? No puedo quitarle la vida a mi amiga, no puedo.

Haz lo que te digan tus instintos, Eyriss. Solo tú eres capaz de enfrentar tal peligro, solo tú conoces realmente tus límites hasta donde estás dispuesta a llegar y la causa por la que luchas.

Eyirss cerró los ojos, mientras sentía como la oscuridad se cernía, cada vez más a su alrededor. Temblando se arrancó el collar y lo tiró, cuando tocó el suelo estalló provocando una onda de luz que eliminó toda la oscuridad de su alrededor.
- ¡Ahh! -Gritó Mir mientras se intentaba tapar los ojos de la luz.
Mir se debilitó mientras caía al suelo y apoyada sobre sus rodillas miró hacia arriba, mirando fijamente a Eyriss tuvo recuerdos de hace años en su cabeza.
Eyriss vio la cara de Mir y bajó al suelo.
- ¡Basta Mir! Esto no lleva a nada.
Has fracasado, Mir, vuelve a verme de inmediato.
En ese instante Mir desapareció sin dar ningún tipo de oportunidad para continuar.
- ¿Eyriss? – Se preocupó Natalia mientras se acercaba a ella.
Eyriss le miró y se quedó callada, con gesto serio y cabizbaja.
- ¿Estás bien? - Le agarró de un brazo intentando transmitirle apoyo moral.
-Sí, no te preocupes- Respondió Eyriss pensando en que todavía no había acabado.
- ¿Qué ha pasado para que Mir quiera destruirte a cualquier precio? -Preguntó Natalia preocupada.
-Están controlándole la mente, un ser bastante más poderoso que ella.
-Hay que impedirlo.
-No se puede, solo queda esperar a que Mir o ese ser vuelva a atacar.
-Tenemos que ir a buscarla, quizás no haya más oportunidades.
-No podemos, el lugar donde están escondidos es inaccesible para nosotras.
-Entiendo, tenemos que encontrar una manera.
Eyriss se agachó para recoger el collar roto, suspiró con preocupación.
-Deberías de mantenerte al margen, no quiero que haya dos bajas innecesarias.
- ¿Dos bajas?
-Sí, ahora mismo soy un oponente demasiado fácil, no podría defendernos- Agarró fuerte el collar, cerrando el puño y mirando a Natalia- ¿Entiendes? El collar es lo que me hace fuerte, sin él…
-Sin el collar encontraremos otra solución, las dos. -Continuó Natalia- deberíamos de encontrar la forma de restaurarlo.
-No sé cómo hacerlo, puede que, aunque lo juntemos no funcione ya. Es la primera vez que esto sucede.
-Tengo una idea, en el museo en que lleva el Señor Tomás sus hallazgos también deben de restaurar ese tipo de cosas.
- ¿Tú crees que funcionará?
-Puede, si no lo intentamos tampoco podremos saberlo.
-Tienes razón, vamos.
Fueron rápido hasta el museo, ya que a pesar de tener un horario bastante amplio puede que estuvieran a punto de cerrar.
Cuando llegaron se encontraron a Tomás saliendo por la puerta.
-Hola chicas, ¿Cómo que vosotras por aquí?
-Necesitamos de alguien que repare este collar. ¿Sabes de alguien que pueda hacerlo?
-La verdad, es que es una pieza curiosa.
-Prueba a hablar con Mick en la zona de restauración del museo se encuentra.
-Vale, vamos. Gracias.
Entraron para buscar la zona, había un mapa con cada una de las zonas del museo, así que se dirigieron al fondo del pasillo principal.
-Hola ¿En qué puedo ayudaros?
-Tomás nos habló de que quizás aquí podríais reparar esto- Extendió la mano con el collar roto- es algo bastante valioso para mí.
-Entiendo, tiene pinta de ser algo complejo, tendría que mirarlo, quizás tarde un par de días en caso de que pueda hacerse algo.
-No importa, necesito recuperarlo sea como sea.
Antes de marcharse Natalia se dio cuenta de que había una caja negra como la que había enseñado Tomás encima de una mesa.
- ¿Qué es eso todo de la mesa?
-Son cosas que nos traen para exponer, las cuales se pueden someter a una revisión, para colocarlas, etiquetarlas, supervisarlas antes de sacarlas de vista al público.
-Esta caja me suena. ¿Es torio?
-Sí, nos lo ha traído Tomás. Este va a ir a la colección de minerales. Solo puede manejarse con cuidado, por eso está tan guardado.
-Sí, nos contó una historia sobre seres marinos.
-Este Tomás, siempre anda igual.
-Sí, te dejamos trabajar. Por favor, espero que tenga arreglo.
-A ver que podemos hacer con esta pequeña reliquia, me ocuparé personalmente.
-Pásate dentro de un par de días por aquí av er que podemos hacer.
-Gracias.
Se marcharon, Eyirss se sentía como si le faltase algo, un pedacito de alma. Natalia se fijó y apoyó su mano sobre la espalda.
-Sé lo difícil que es todo esto para ti, te conozco, pero sé lo fuere que eres, aunque no lo creas yo opino que no todo es ese collar, también es tu actitud, esa perseverancia, las ganas de luchar, siempre defendiste las injusticias con el valor suficiente para enfrentarte a cualquier cosa. Además, ahora no estás sola, yo te apoyo.
- ¿A pesar de saber que te oculté todo este tiempo mis poderes?
-Si lo hiciste es porque tendrías tus motivos. Si eso era ponerme en peligro, te entiendo.
-Gracias. Esperemos que tenga arreglo.
Mientras en el mundo submarino:
-Vaya, aquí te tengo Mir, has fracasado, confiaba en ti para esta misión. Te he dado todos los medios necesarios para lograrlo y aún así no lo has conseguido.
-Lo siento, ese collar, tiene demasiado poder. Respondió tartamudeando.
-Tienes todo el poder que querías- Empezó a alzar la voz- y aun así, has fracasado.
Esas palabras retumbaron en la cabeza de Mir, pensamientos de miedo, dudas, caos, surgieron dentro de ella.
-Su collar… se ha roto- Replicó Mir.
- ¿Cómo has dicho?
-Sí, su collar, se ha quedado hecho añicos.
-Correcto, ahora es el momento para contraatacar, debe de estar débil y confusa después de haber perdido su esencia.
Mir agachó la cabeza mientras escuchaba atentamente.
-Ve a por ella, localízala y tráela hasta mí, tienes una oportunidad, solo una. No vuelvas a fracasar.
-Así será.
Mir cruzó un portal de vuelta que le llevó de regreso a la ciudad. Miró al cielo, ya estaba oscureciendo, por lo que se marchó hacia su casa intentando no encontrar a nadie conocido que le causase algún tipo de distracción, tan solo quería descansar y pensar en el siguiente plan.
Al día siguiente Eyriss se quedó en casa, sola, intentando pensar que sería capaz para enfrentarse a la siguiente amenaza. Sabía que algo iba a pasar, su cuerpo lo sentía, sin embargo, estaba muy confusa. Mir parecía que no tenía remedio, obedecía sin escuchar, como si le hubieran robado la posibilidad de pensar por ella misma, como si no supiese lo que está bien o mal.
Por otra parte, había perdido toda la esencia que tenía con ese collar, o eso creía. Intentó realizar alguna acción básica, como cuando empezó con todo, probó a levitar y teletransportarse, no fue nada bien, aunque pudo comprobar que era capaz de realizar una mínima acción de los poderes básicos. Eso le cansó mucho porque cada vez que los efectuaba requería una energía superior a la que podía generar en un par de intentos ya estaba agotada. Se dirigió al sofá para descansar, pero sus piernas estaban tan cansadas que se derrumbó en el suelo antes de llegar, intentó levantarse, pero no lo logró a la primera, le pesaban demasiado las piernas y los brazos. Se quedó pensando qué podría hacer, en otros casos hubiese llegado con usar un poco de su magia, pero esta vez no podía, si se debilitaba un poco más acabaría desmayada.
Después de un rato volvió a intentarlo, se levantó, pero sus piernas estaban temblando, saltó hacia el sofá antes de le ocurriese de nuevo, se quedó dormida, en sus sueños se acordó de Tomás, no sabia el motivo, dudas y confusa por toda la situación decidió no darle más vueltas a los temas que abordaban su mente.
Sonó el teléfono, se despertó abrumada, cansada, pero no débil, se conformó con eso, al menos podría mantenerse en pie. Era Natalia, le devolvió la llamada, ya que no le había dado tiempo a cogerlo a la primera.
- ¿Qué querías Natalia?
-…
-Sí, estoy bien. Pero no puedo hacer nada con mi cuerpo ahora mismo.
-…
- ¿Mir? No, prefiero que no se acerque todavía, ahora mismo soy incapaz de defenderme.
-…
-Vale, me quedaré en casa, puedes venir si quieres.
-…
-Hasta luego.

Pasó un rato hasta que llegó Natalia, le saludó mientras apoyaba la mano en su hombre, fue directamente a llenar dos vasos de agua y le dio uno a Eyriss:
-Toma, bebe, te vendrá bien refrescarte.
-No termino de entender el porqué de su comportamiento, Mir no era así o es que quizás nunca la habíamos conocido de verdad.
-Puede que esa entidad que le roba su mente no le permita pensar con claridad. Ha creado dudas en su cabeza y ella se está dejando llevar.
-No entiendo anda. Hoy me han venido muchas ideas a la cabeza. Siento que eso solo me sienta más.
-Es normal, han sucedido demasiadas cosas juntas.
-Hoy me he acordado de Tomás. ¿Qué tiene que ver él en todo esto?
-Alguna de tus historias te habrá calado.
-Sí, pero no son reales. Son mitos y leyendas.
-Tranquilízate, solo son historias, no le des más relevancia. El jueves pasaremos a recoger el collar, yo te acompañaré Eyriss.
-Pero ¿Y si nos atacan? No quiero que te hagan daño, quizás debería ir yo sola.
-No. No voy a dejarte sola. ¿Quieres que vaya a por algo para la cena?
-No tengo mucha hambre.
-Te traeré algo rico, estás débil y necesitas energía.
-De acuerdo. Gracias. Respondió con un tono de voz baja, sin fuerzas – Ve con cuidado, por favor.
Eyriss siguió sentada en el sofá, intentando hacer estiramientos con las extremidades. Durante el tiempo en el que quedó sola intentó meditar:

- “Maestro, no sé qué hacer, me encuentro perdida, como si todo se hubiese desmoronado en tan solo un par de días, todo se a hundido, sin fuerzas, para tan si quiera caminar, sin mi collar…¿Me escuchas? Ya dudo de hasta eso. “
Esperó una respuesta aclaratoria que le resolviese alguno de sus problemas:

Eyriss, no puedes rendirte, tu alma es mucho más fuerte que todo eso, has luchado contra el caos, ese que amenazaba con destruir la ciudad sin ni si quiera dudar, tienes que ser fuerte como nunca. Yo confío en ti, vas a recuperarte y vas a volver a salir a luchar. Recuerda como empezaste todo y los motivos que te han hecho llegar a dónde estás.

-Entiendo lo que dices y lo agradezco, pero y Mir… ¿Qué va a pasar con ella? ¿Realmente merece la pena?
-Sigue tus instintos.

El timbre sonó y se despertó precipitadamente. Dudó si fue un sueño o había tenido una charla de verdad. Lo único que sabía es que tenía que recuperarse y solo entonces podría solucionar todo.
Cuando subió Natalia se alegró, traía dos bolsas con comida, cosas que habían hecho en el bar, tortilla de patatas, calamares, algo de beber.
- ¿Te gusta? También he traído chocolate pare después.
-Es…es mi favorito- respondió sonriendo.
-Venga, vamos a comer antes de que se enfríe.
Estuvieron un rato comiendo, hablando, viendo la televisión. Eyriss poco a poco se sentía mejor y llena de energía.

-Es tarde Eyriss, si necesitas algo, hablar o te pasa cualquier cosa llámame ¿Vale?
-Gracias, lo tendré en cuenta.
-Chao, intenta descansar.
Natlacia cerró la puerta y Eyriss solo quería estar tranquila, se puso música y al rato se durmió.
Se despertó a media noche y la música seguía sonando, la apagó, bebió un poco de agua, miró la hora, las tres y media, volvió a dormirse.
Era jueves, llamó a Natalia para ir a recogerla y pasar por el collar.
Quedaron donde siempre, en el bar de los padres, mientras esperaba sintió un escalofrío, estaba cerca de la casa de Mir, aunque no le dio mucha importancia.
Natalia salió y se fue con Eyriss hacia el museo. Después aprovecharía la mañana para unos recados.
Antes de entrar en la sala de restauración Eyriss se quedó atónita, era la exposición de Tomás, entonces recordó el mito sobre seres marinos y cuando esa víbora le echó del sitio de una forma muy desagradable, perdida en la historia Natalia se le quedó mirando, miró la exposición y entendió lo que sucedía.
- ¿Eyriss?
- ¡Ah sí! Vamos a por el collar.
Entraron en la sala de restauración y preguntó por el collar.
-Sí, lo tengo aquí. Ha sido una pieza muy delicada de restaurar. ¿De dónde lo has sacado? Es muy peculiar, normalmente este tipo de artefactos son muy inusuales, como este es el primero que veo y siento como si albergase un gran poder.
-Es una larga historia, pero sin él no soy la misma. Es como si me faltase una parte de mi alma. -Narró Eyriss mientras lo recogía. Lo agarró entre las manos y se quedó mirándolo, pensó en que había quedado bien reconstruido, pero dudaba si tenía alguno de sus poderes todavía.
-Póntelo. -Dijo Natalia, sabía todo lo que significaba para ella ese collar y seguramente se vería bien con él.
Cuando se lo colocó en el cuello se sintió en paz, sonrió y se despidió, sin más dilatación salieron del museo, quería probarlo:
-Pégame Natalia.
- ¿Qué?
-Sí, hazme caso, necesito probarlo, ver si se ilumina alguna de las líneas.
-Pero…
-Hazlo sin miedo.
Viendo la decisión de Eyriss, levantó el puño, con miedo a hacerle daño e intentó darle, Eyriss le puso la mano con unos reflejos increíbles, sin embargo, no se iluminó ninguna barra.
-No sé qué pensar- Dudó Eyriss mirando el collar.
-Quizás no suceda nada porque me conoces y sabías lo que iba a ocurrir.
- ¿Quién sabe? Quizás necesito más entrenamiento. Te acompaño a los recados Natalia.
-Venga, vamos.
Llegaron al supermercado y mientras esperaba para coger un par de cosas la zona se volvió oscura, algo iba a pasar.
-Vengo a por ti, Eyriss.
-Basta, Mir, sé que eres tú, acaba con todo esto.
Sin decir nada más Eyriss desapareció y todo volvió a iluminarse, Natalia preocupada, no sabia qué hacer. Al fin y al cabo, no sabía donde la habían llevado, pero confiaba plenamente en la fortaleza de Eyriss, confiaba en que el collar no le fallase y pudiese arreglar todo de una vez por todas.

Se la había llevado a un sitio diferente al de la última vez, no estaba ni el muro de piedra, ni el agua. Estaban pisando suelo firme, tenía techo, era una zona muy amplia, algo oscuro, pero se podía apreciar que en ambas paredes laterales existía un cristal con agua dentro, debía de tratarse del mundo submarino del que venía, ya que había seres vivos no muy amistosos.
Todo allí parecía estar dispuesto y diseñado por y para ese ser de las profundidades.  Seguramente jugaría con ventaja ya que no conocía con exactitud todo lo que contenía el mundo submarino.
-Te la he traído. Tal y como me dijiste, mi señora.
-Bien, veo que aún sigues obedeciendo. Ahora, mantente al margen. Esto es entre ella y yo. -Dijo con esa voz serpenteante tan característica mientras aparecía su figura entre las sombras de la habitación.
-Así será- Mir se alejó mientras veía a Eyriss a lo lejos. Ella le devolvió la mirada, podía notarse la decepción. Mir agachó la cabeza en ese instante.
Eyriss suspiró y miró a aquel monstruo.
- ¿Y bien? 
- Por fin te tengo delante, tú y yo, sin poder escapar.
- ¿Qué quieres de mí? ¿Y de Mir?
-Ella tan solo es un instrumento, el objetivo eres tú, quiero tu poder.
-No vas a conseguir nada.
-Ya veremos renacuaja.
Eyriss agachó la cabeza para comprobar si se había iluminado alguno de los fragmentos del collar, ninguno estaba activo. Empezó a sospechar si seguía funcionando, ya que habían surgido varios riesgos en poco tiempo, alguno de ellos debería de haber activado una de las barras de poder del collar.
-Sigues oliendo igual de mal que la última vez. - Continuó mientras observaba con cara de asco. -Debería de enseñarte a no tocar ciertas cosas.
-Así que te gusta el torio.
- ¡Basta! – Gritó
En ese momento encerró a Eyriss en una burbuja, intentándole reducir el oxígeno de su alrededor. Eyriss se resistió, un par de intentos necesitó para lograr explotar la burbuja, sin tiempo para volver a coger aire le lanzó un chorro de agua congelada, no pudo reaccionar a ese ataque, le hizo algo de daño, aun así, sabía que no había ni comenzado, ahora todo le pesaba más y necesitaría hacer más esfuerzos para cada movimiento. Notó algo, procedente del collar, seguía sin iluminarse.
- ¿No vas a defenderte?
- No me haces ni cosquillas. -Respondió haciéndose la dura.
-Se te ve valiente, me gusta, va a estar entretenido. – Replicó mientras levantaba el brazo, la lanzó por el aire estrellándola contra uno de esos cristales.
Esta vez le hizo bastante daño, Eyriss le miró mientras sonreía.
-Deja de reírte, niñata, quiero ver tu poder.
-No tengo. ¿Acaso no ves que lo he perdido?
- ¡Te mataré si eso es cierto!
-Atrévete.
Unas enredaderas surgieron a través del cristal, las volvieron a tirar al centro, enfrente de ella. Otras raíces la ataron de pies y manos, intentó moverse, sin mucho éxito decidió hablarle.
-Esto ya está muy visto, ya he pasado por esto antes, tu aprendiz apretaba más fuerte.
- ¿Cómo te atreves?
Apretó más las raíces, estaban húmedas y subieron por todo el pecho hasta llegar al cuello. Podía sentir como le tiraba la piel, sin apenas poder hablar, ni moverse, volvió a sonreír.
La cara de esa víbora se tomó desagradable, de rabia, asco, no le gustaba verle sonreír mientras la torturaba, sentía que tenía que empezar con su verdadero poder si quería hacerle sufrir, así que invocó un par de pequeñas serpientes marinas para que reptasen por las raíces. Eyriss en ese momento hizo fuerza y convocó un pequeño haz de luz que acabó destrozando todas las ataduras que la mantenían inmóvil. Se agachó poniendo las palmas de las manos en el suelo, que estaba húmedo y de sus manos en adelante surgió unas columnas de fuego, sacando al momento todo el suelo, el fuego se propagó alrededor de aquella víbora.

- ¿Pretendes vences al agua con FUEGO? – Alzó la voz mientras controló una parte del agua que había en las cristaleras para apagar el fuego.
En ese momento, Eyriss se levantó alzando los brazos y de un chasquido congeló el agua antes de que tocase el muro de fuego.
-Eso tan solo retrasará lo inevitable.
Eyriss movió los brazos hacía delante, llegando a hacer pequeñas quemaduras a ese monstruo. Un grito hizo chirriar toda la zona, el muro de hielo se quebró en pequeños cristales.
- ¡Basta! Voy a tener que ponerme seria, tan solo eres una niña. – Le increpó mientras le miraba fijamente- Llevaremos esto a otro terreno. No creo que lo pases tan bien.
Aprovechó para transportarla al otro lado de la cristalera, al mundo marino, desde dentro Eyriss intentó localizar algún tipo de límite, sin mucho éxito, al menos a distancia de visión estaban en el fondo, rodeada de agua.
-En un rato te quedarás sin aire, no te preocupes, será tu fin, cuanto más te resistas más doloroso, estos bichos se encargarán de comerte después.

“¿Qué hacer?” Resonaba en la cabeza de Eyiriss. “Tengo que pensar algo rápido”
-Vamos, muchacha, estoy viendo cómo te debilitas. ¿No vas a responder? Tendré que ayudarte.
Movió el agua de tal manera que impulsó a Eyriss hacia arriba y de un movimiento hizo que descendiese contra el suelo, golpeándola muy fuerte. Agachó la cabeza para ver que estaba sucediendo, la colisión había sido tan agresiva y estaba en un momento tan crítico que al collar se le iluminaron las cinco barras, un remolino de luz la envolvió transformándose y cambiando de apariencia, ahora disponía de su espada de dos manos y un arco, su ropa brillaba en dorado, adquiriendo a su vez nuevos poderes.
La víbora empezó a temblar, pues había escuchado hablar del inmenso poder de Eyriss pero nunca se había parado a pensar que fuese para tanto. Lo que tenía claro es que pensaba defenderse, quería hacerle todo el daño posible, así que invocó a los seres marinos de su alrededor para que le atacasen, comenzó a dar espadazos a cada ser que se le acercaba, cortándoles la cabeza, pero eran demasiados, no pudo con todos, tardaba más en acabar con un bicho que lo que tardaba en llegar otro para combatir.
Sabía que tenía que ponerse en serio, el tiempo ahí dentro era limitado, debería atacar al verdadero objetivo, aquella víbora que ordenaba a todos esos engendros, si le hacía daño posiblemente dejarían de surgir. Un haz de luz acabó con todos los esbirros cercanos lo que le permitió avanzar hacia ella, estaban cara a cara, las víboras del pelo de la naga empezaron a serpentear, más fuerte que nunca, como si se sintiese atacada. La realidad es que Eyriss no pensaba en desistir así que sacó la espada para clavársela, se defendió con un latigazo. Lo que permitió separarse de Eyriss y así evadir el ataque, pero no quedó ahí: Eyriss se preparó y agarró con firmeza su arco, cargó una flecha dorada y disparó. Una estela luminosa persiguió la flecha, un golpe certero y potente, que impacto directamente en el pecho, dolorida gritó, mareando a Eyriss, pero no lo suficiente.
Aquella naga estaba mucho más debilitada. Así que aprovechó para concentrar su poder y darle con un rayo de luz en todo el rostro, la cegó y se acercó nadando, lo que le permitió asestar lo que posiblemente sería el último golpe, agarró su espada y le cortó todo el abdomen.

La víbora respondió:
-Has vencido, eres demasiado poderosa. He fallado, pero quizás otros vengan a por ti… se desvaneció antes de poder terminar la frase.
Una sombra se acercó nadando rápidamente, era Mir. Se miraron durante un instante.
- ¿Estás bien Mir?
-Sí. - Le costaba pronunciar palabra- lo siento, os he hecho mucho daño.
-Ya tendremos tiempo para hablar, hay que salir de aquí.
-Sí, hay un portal por aquí cerca, espero que todavía funcione.

Cruzaron el portal que las llevó al a ciudad, estaban a un par de minutos del restaurante de Natalia.
-Por fin aire fresco, vamos a hablar con Natalia, creo que ella más que ella se merece una explicación, ha sufrido mucho con todo esto.
Se dirigieron hacia el restaurante. Mir prefirió quedarse fuera. Eyriss entró y preguntó a sus padres por ella.
-No sé donde se habrá ido, por aquí no ha aparecido.
Eyriss se preocupó un poco, pero pensó en un sitio donde podía ir a buscarla, quizás allí podría encontrarla. Se despidió de sus padres y les dijo que iría a buscarla.
-Mir, aquí no está ¿Vienes a buscarla?
-Sí
Siguieron caminando por la ciudad a paso ligero. Era probable que se encontrase en su zona favorita de la ciudad, donde iba a descansar siempre que tenía duro o una decisión difícil que tomar, ya que solo allí era capaz de relajarse y olvidarse de todo. Eyriss lo conocía bien porque se lo había enseñado ella misma, pocas personas pasaban por ahí cerca y era un lugar maravilloso para ver un cielo lleno de estrellas o la luna llena.
Tardaron un rato en llegar, pero para la suerte de ellas ahí estaba.
-Ve a hablar con ella, Mir.
- ¿Será capaz de mirarme si quiera a pesar de todo?
-Si no lo intentas nunca lo sabrás.
Mir se acercó despacio a ella y habló en voz baja:
- ¿Puedo?
Natalia alzó la vista hacía ella, su rostro entornó extrañeza y miedo. Dudaba de si tenía alguna intención de hacerle daño. Mir se sentó a su lado derecho y comenzó a articular palabras, pensando frase que decía:
-Verás, Natalia, quería pedirte disculpas por todo lo que ha sucedido, eres la que más ha sufrido de todo esto y no te merecías pasar por todo esto – hizo una pequeña pausa, suspiró- Sé que será difícil volver a confiar en mí, pero estaré aquí para cuando quieras, si es que quieres, volver a la normalidad.
Se echó hacia delante, apoyando parte de su brazo en la pierna, con la palma de la mano izquierda hacia arriba.
-La decepción es algo que no se cura rápido, pero sé que ahora mismo estás siendo sincera, por eso y por todo lo que significabas para mi te perdono. -Se irguió y chocó su palma derecha con la izquierda de Mir.
Eyriss se les quedó mirando a lo lejos y suspiró mientras se le dibujaba una sonrisa.
Quizás Natalia iba a tardar un poco más en volver a lo que era antes, pero sabía que no había perdido nada ni a nadie.



                           FIN

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